Dead or Alive: Paradise
Se mira pero no se juega.
Existen algunas localizaciones y eventos que solo estarán accesibles cuando los hayamos desbloqueado fortaleciendo las relaciones con una determinada chica mediante los regalos. Efectivamente, regalar unas gafas o un bikini tres tallas más pequeño nunca había sido tan provechoso. ¿Te gusta Kasumi? Dale un telescopio y podrás formar pareja con ella en las partidas de volley. ¿Tal vez Tina? Pues adelante con esa pamela de cuatro mil dólares y será tu amiga para siempre… Como la vida misma, oiga.
Pero el súmmun todavía está por llegar porque cuando ya nos hemos granjeado la amistad de algunas compañeras podremos salir a sacarles fotos mientras posan con descaro en parajes que poco se diferencian unos de otros. Esta parte es un descojone, porque que me digan a mí dónde demonios está el entretenimiento de esto. No se han molestado ni en incluir un sistema de puntuación de fotos como el de Dead Rising, dejando el atractivo de este mini-juegos a merced de la mera contemplación del álbum y la capacidad de algunos para elucubrar disparates. Por cierto, la navegación entre zonas también se realiza a través de menús porque eso de movernos libremente por la isla parece que no era buena idea.
Cuando cae la noche el tema no mejora. Los jugadores tienen la opción de bajar al casino, irse a dormir o hablar con las compañeras. Si se elige salir a echar unas partidas nos encontramos con el típico Black Jack, las tragaperras y la mesa de Póker, en las que participan el resto de señoritas. Esta es la parte más o menos divertida del juego a pesar de que muchas veces te quedas con una sensación de robo más que latente, cosa que deja bastante claro qué nos depara el resto del título.
Tecmo ha parido un engendro brutal con este DoA: Paradise. Como juego es un truño bastante épico y su matiz erótico es difícilmente apreciable a causa de las carencias visuales, con texturas horribles y pocos polígonos, y de sonido, ¡Dios mío qué voces! Aún así resulta gracioso quedar hipnotizado por esas tetas bailongas que botan de forma independiente como si de una atracción de feria se tratase. Pero lo triste es que no hay nada más que hacer. Tecmo te ofrece un catálogo animado de bañadores y algo de carne por cuarenta euros, pero por ese precio creo que sale más a cuenta salir a la calle a buscar novia.