Dead Rising 2: Off the Record
Go West.
Frank West vuelve. "El incidente de Fortune City", dice West en su tono tipo Jack Nicholson. "La gente siempre me pregunta sobre ello. ¿Por qué no lo cubriste? ¿Por qué no contaste la historia? ¿Por qué no estabas ahí, Frank?".
"Bien, no estaba ahí. Estaba Chuck Greene. Él contó la historia. Destapó esa conspiración. Se convirtió en un héroe. Se hizo famoso".
"La siguiente pregunta que me hacen siempre es ¿si hubieses estado ahí, qué habrías hecho distinto? ¿Mi respuesta? Todo".
La palabra "todo" se escucha muchas veces durante la presentación de Jason Leigh. Fue productor senior de Dead Rising 2 en Blue Castle Games y ahora está trabajando en Capcom Vancouver como productor ejecutivo de Off the Record.
Este juego representa más que un cambio de paleta, más que un cambio de piel, más que un DLC con pequeñas actualizaciones. La aparición de Frank West lo cambia todo.
"No es solo el cambio de un héroe", dice Leigh. "No hemos cogido a Frank y lo hemos puesto en los zapatos de Chuck. Hemos reimaginado el juego entero, como si Frank West hubiese vivido la experiencia".
Como recordaréis, Chuck estaba en Fortune City para jugar a matar zombies en Terror is Reality. Estaba intentando ganar suficiente dinero para comprarle Zombrex a su hija. Como contraste, Frank entra en Fortune City como una celebridad.
Tras su paso por el primer Dead Rising Frank se convierte en alguien famoso, participa en talk-shows y escribe un libro. Pero el éxito le sube a la cabeza y lo tira todo por el retrete. Se apunta a TIR como un invitado especial esperando reavivar su carrera, algo así como la Isla de los Famosos versión gore.
La demostración del juego, que dura 15 minutos, y que nos enseña el propio Leigh, quiere demostrarnos que Off the Record merece ese precio de juego completo que tendrá. Empieza, como en Dead Risng 2, con Tyrone "TK" King en el micro dirigiéndose a la audiencia. Pero en vez de presentar a Chuck, presenta a Frank, que entra en escena vestido como un luchador de wrestling con mallas de leopardo.
Ahí vemos lo que Leigh describe como un Frank West más duro. Pilla enemigos y los tira hacia hordas de zombies. Luego, en un guiño a Street Fighter, West hace un ataque que fulmina a varios zombies. Pero, como suele pasar en los Dead Rising, hay demasiados. Por suerte hay un mecanismo que activa un aparato que empieza a chafar los zombies. Puntos, puntos y más puntos. TK grita, la multitud también, y el show se acaba.
Esos gemelos pesadísimos de Dead Rising 2 se presentan ante West y le dicen que "esto tiene que ser muy vergonzoso para ti". "No parece que esos remedios para la calvície te hayan funcionado demasiado bien", dice el otro. Los gemelos tienen algo de razón. West se ve distinto; ha ganado peso, pelo y luce desmejorado y deprimido. En el vestidor, tras el espectáculo, se pregunta si ha hecho lo correcto.
Una vez más los lavabos servirán de puntos de guardado. Pero el juego ahora tiene un sistema que salva automáticamente antes de la lucha contra un jefe final, cada vez que cargas una nueva área o cuando acabas con una parte crucial de la trama.
Este cambio puede parecer una blasfemia para los puristas. Dead Rising es un juego difícil. La secuela era más fácil que el original, pero era difícil comparado con los juegos de acción de hoy en día. Morir y tener que empezar de nuevo era parte de la gracia, y tener que huir hacia los retretes para guardar era una parte importante de esa simulación que buscaba miedo y nerviosismo.