Deathloop en Xbox y la Golden Loop Update - Una segunda oportunidad para un juego infravalorado
Die and repeat.
El lanzamiento en plataformas Xbox de Deathloop, previamente exclusivo temporal de PlayStation 5, es una buenísima oportunidad para volver a un título cuya popularidad se desinfló un tanto después de su lanzamiento, y que todavía tiene mucho que ofrecer. La Golden Loop Update, una actualización gratuita que conmemora la llegada del título de Arkane Studios a las consolas de Microsoft, está disponible en todas las plataformas, y añade algunos detalles al juego que, sin cambiarlo por completo, sí añaden un poco más de profundidad a su combate.
No es el tipo de actualización que funciona de manera independiente, ni tampoco una de esas que hacen que nos queramos rejugar el título desde cero. Sus principales atractivos son elementos que redondean un poco más la base jugable. Nuevos equipamientos, nuevas armas, algunas líneas de misiones secundarias que no estaban disponibles anteriormente y un nuevo poder, la Fuga, harán que los jugadores veteranos tengan un poco más de espacio para experimentar, sobre todo en los modos en línea. Pero, para aquellos que vengan a esta versión de nuevas, será como si llevasen ahí toda la vida: son cambios que le sientan tan naturales al sigilo juguetón de Deathloop que apenas notamos que formen parte de algo separado.
Las nuevas armas añaden un factor de estrategia al juego. Algunos subfusiles tienen, ahora, un factor de “sensibilidad” al tiempo que hace que ejerzan más daño conforme se acerca la noche. Hay más opciones no letales que no acabarán con los enemigos, sino que los lanzarán por los aires, y otros que hacen que los enemigos exploten al morir. Sin embargo, mi añadido favorito a nuestro arsenal son las bombas de pintura. De entre los nuevos enemigos, habrá un tipo concreto que irá armado con ellas, y podremos quedárnoslas después de abatirlos. Las bombas de pintura funcionan como granadas normales, con un rango un poco más concreto, pero además de ser visualmente más divertidas, cumplen una función mecánica más. En un juego como Deathloop, con elementos de sigilo pero en el que las situaciones se van rápidamente de las manos, los enemigos que poseen bombas de pintura nos hacen pensar mejor a quién queremos disparar y como. Si les disparamos en el cuerpo, es posible que las bombas estallen y nos pillen por el camino, obligándonos a prestar un poco más de atención cuando los niveles tienden al caos.
Algo similar sucede con Fuga, la nueva habilidad. A pesar de que no es particularmente fácil encontrar - no os desvelaré dónde está, pero si nos tomamos el tiempo de pararnos a escuchar, el juego nos encamina bastante bien hasta ella - su uso es una de las herramientas más divertidas para los que apostamos por el sigilo letal. Fuga nos permite “infectar” a un enemigo con una especie de veneno que hará que su vida descienda poco a poco. Fuga nos deja mantenernos a cubierto, pero también nos permite eliminar poco a poco a algunos de los enemigos que nos estorben y que estén en lugares demasiado visibles. Además, el fallecimiento repentino de éstos alertará a los guardias a su alrededor, alterando sus patrones de movimiento, y dándonos espacio para movernos. Como Fuga no es infinita, no da la sensación de que rompa la experiencia, sino de que es un pequeño juguete más de todos los que podemos usar para romper el bucle y conseguir nuestro objetivo.
Sin entrar en el terreno spoilers, el final extendido también me ha gustado un tanto más que el original, que comprendo que pueda parecer anticlimático a muchos. Todo esto redondea, la verdad, una experiencia que en su iteración original era más que notable. Me da la sensación de que lo último de Arkane Studios no hizo, en su estreno, el ruido que debería; pero esta nuevas versión de Xbox y la actualización para PC y PlayStation son la oportunidad perfecta para subirse al carro de un juego muy, muy infravalorado. Uno que tiene, y siempre tuvo, un diseño excelente, unas ideas llamativas, una jugabilidad adictiva y unos personajes carismáticos de los que nos acordaremos durante mucho tiempo.