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Descansa en paz, Morten Sandholt

Le digo adiós a una de las personas con más talento que he conocido.

"He conocido a un danés que te va a encantar" me dijo mi chica, hace un par de años, tras volver algo achispada de las fiestas del barrio de Gràcia de Barcelona. "Trabaja en videojuegos" me comentó y yo, evidentemente, sospeché enseguida; todos sabemos que es difícil querer hacer amigos con unas copas de más y unas cuantas chicas bonitas. Al día siguiente salí más por celos que por ganas: no iba a dejar que ella y sus amigas se lo pasasen tan bien sin mi con ese nuevo grupo de daneses modernos salidos de la nada.

Al final resulta que solo había un danés. La primera vez que vi a Morten estaba en una barra callejera y en medio de un concierto; una mala versión de los Beattles cantaba yo qué se qué y él sacó un billete de 10 euros arrugado y pagó seis copas de cava que tras trastabillarse y derramar más de la mitad nos entregó y levantamos al aire para brindar por la música y la casualidad y reímos y celebramos esa canción como despidiéndonos del barrio y de la alegría; el aire de la noche era caliente y naranja como las luces del techo y el confeti que pisábamos. Morten era alegre y Morten no quería nada más que pasárselo bien; había roto esa primera barrera de escepticismo y de celos y creí que sí, que quizás me acercaría a él y hablaríamos un rato porque no conocía a nadie más y porque tenía ganas de pasarlo bien y de brindar de nuevo por algo que seguro que se nos ocurriría.

Brindemos!

Joder; me contó que había sido diseñador jefe de niveles en Crytek para el primer Crysis, como podéis ver en su web; luego vino a trabajar a Barcelona en Grin, también en puestos de responsabilidad, y hasta descubrí que era el responsable del diseño de niveles de Wanted, un juego que había analizado hacía un par de años y que me había gustado. Cuando GRIN desapareció montó su propia agencia: aprendió a programar en flash y hacía sus propios juegos, habitualmente infantiles, que tenían millones de descargas en algunas páginas; Xavi, me dijo, el juego asimétrico me interesa; quiero hacer algo de estrategia y por turnos, algo original. Quedemos algún día y hablemos. Esa misma noche también me contó que además de diseñar y programar era músico; cada lunes tocaba el saxofón en el Jamboree, una de las salas donde se puede escuchar el mejor jazz y la mejor improvisación de Barcelona. Puro talento, pensé: suerte he tenido de que no quiera más que pasárselo bien porque este cabrón me lo hubiese puesto difícil. Diseñador, programador, artista y músico.

Nos hicimos amigos, y fue una amistad de esas que confías al tiempo. Uno debe elegir sus amigos y Morten me interesaba; me escuchaba con atención cuando le contaba que había empezado a hacer vídeos para Eurogamer y lo emocionado que estaba de ver cómo crecíamos y poco a poco él me explicaba sus proyectos y nos invitaba a barbacoas en su fantástica terraza de su piso en la Barceloneta; era una amistad, pues, de esas que dejas madurar, que poco a poco florecen y se acomodan y encajan, de esas que dejan fotos llenas de sol de domingo y de humo y de un poco de wisky antes de irte.

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La semana pasada alguien que no conocía pero que era cercano a Morten me dijo por Facebook que había tenido un paro cardiorespiratorio y que estaba en la UCI. Su familia, su novia y sus amigos más cercanos estaban en el hospital; al cabo de cuatro días Morten nos dejaba, a pesar de que era un chico que acababa de entrar en la treintena y de que hacía ejercicio y comía todo lo bien que come alguien que quiere disfrutar razonablemente de la vida y de esos domingos de los que os hablaba. Le hicieron un precioso homenaje en el Jamboree; su muro de Facebook se ha llenado de amigos que lo echan de menos. Yo he querido acordarme de él y contaros nuestra breve historia, porque tras juegos genéricos y experimentos y años y niveles y aburrimiento y el ir pasando de página también hay música y alegría y Barcelona y proyectos y fotografías de playas al amanecer que por mucho que me muerda el puño acaban en el 24, espacios que ahora he conocido y que hubiese querido conocer antes y estar ahí, ver esa luz, ese espigón solitario que amanece y al que vas porque te da paz y porque te gusta la luz y porque es tan bonito que no puedes más que retratarlo y pensar en él y enseñárnoslo. Morten, descansa en paz; los que siguen, yo, me acuerdo, me esfuerzo a recordar, debo recordar, esa alegría y ese paso que diste y eso que me enseñaste y que tenemos.

Morten siempre iba al mismo sitio de la playa de Barcelona, de madrugada, y colgaba los paisajes en Instagram. El último es del 16 de octubre.

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