Diablo III
La beta, a fondo.
Si el año pasado los medidores de nostalgia saltaron pos los aires por culpa de Blizzard y su StarCraft II, no es para menos la resurrección de otra de sus sagas míticas para 2012, un referente en los juegos de PC e inspirador de multitud de títulos: Diablo. Por fin hemos podido probar la tercera parte de la saga, cuyo goteo de información ha sido constante desde su anuncio, anunciando las clases una a una, estando disponible al público en ciertos eventos, hasta llegar a la eventual beta cerrada. La versión con la que contamos es la misma beta de la que han salido vídeos desde hace un par de semanas; ya no hay ningún embargo sobre ella, y Blizzard anima directamente a sus testers a compartir vídeos e información con sus amigos, fansites y foros en los que participen.
El contenido de la beta, como sabrán los que hayan estado atentos últimamente, es bastante limitado aunque suficiente como para confirmar las buenas expectativas que genera un título de este calibre. Podemos crearnos cualquiera de las cinco clases de personaje y subirla hasta nivel 13, lo cual garantiza un buen número de horas. En cambio, sólo tenemos acceso a las primeras tres misiones, lo que vienen a ser un par de horas de juego (menos de una si se hace rápido). Por tanto, para subir al máximo debemos repetir misiones al más puro estilo 'runs' del Diablo 2, esto es, crear una partida tras otra completando siempre la misma mazmorra o el mismo jefe. Por supuesto, se hacían 'runs' por experiencia pero también buscando objetos valiosos, y Diablo 3 no será una excepción; aún habiendo ítems que nos proporcionan 'chance' o 'MF' (probabilidad de encontrar objetos mágicos, un clásico en D2) lo cierto es que la suma que podemos conseguir no es suficiente para notar la diferencia.
Trece niveles dan para probar bastantes habilidades y hacerse una idea de por dónde tirará cada personaje, pero nos quedamos sin probar no sólo habilidades emblemáticas de alto nivel (como el Torbellino o las Hidras) sino un aspecto crucial de Diablo 3, las 'runestones'. No son las clásicas runas que mejoran objetos, que las habrá así como gemas, sino otro tipo que afectará a cada una de las habilidades de nuestro personaje, con hasta cinco efectos distintos. De ellas hablaré más adelante.
Las apenas dos horas de juego "útil" presentan en lo que debería ser el mismo principio del juego, en el que llegamos a una aldea de nombre familiar -New Tristam- que, cómo no, está envuelta en problemas. La caída de algo parecido a un meteorito en la catedral es la causa de la plaga zombi que azota al pueblo y que ha abarrotado la zona de muertos vivientes y otras criaturas infames. Sin apenas introducción nos ofreceremos a salvar el día primero rescatando a otro viejo conocido, Deckard Caín, con cuya colaboración y la del herrero (personaje importante, ya veréis) trazaremos un plan para asaltar la cripta del enésimo personaje familiar que encontramos: Leoric, el Rey Esqueleto. Se ve, pues, la evidente intención de Blizzard de plagar el juego de referencias a anteriores títulos, 'easter eggs' de otras sagas o de cultura popular, algo típico en ellos. Además de encontrar la forja de Griswold en Old Tristam, no me extrañaría toparme con alguna extremidad protésica del pobre Wirt en la versión final.
Como dije, trece niveles permiten explorar bastante cada clase, sin embargo mientras algunos como el Bárbaro muestran gran parte de su potencial, otros como el Mago quedan lejos de él, al faltarles habilidades verdaderamente clave (y runas, todo sea dicho). Por el momento la idea de Blizzard es dejar la beta tal y como está hasta la salida, por lo que será muy difícil hablar de equilibrio entre clases hasta que tengamos en nuestras manos la versión final. De todas formas, hagamos un repaso rápido a lo que nos ofrece cada una.