Disgaea 3: Absence of Justice
Haciendo de la parodia un arte.
La saga Disgaea siempre se ha caracterizado por hacer del infinito su bandera. Intertextualizando (no confundir con las intertextualizaciones de Racionero) a Javi Sánchez en Mondo Pixel Vol. 1 “cada uno de los diez personajes activos (…) puede aumentar su nivel (…) hasta alcanzar, que se sepa, unos 186.000 niveles acumulados por cabeza”. No exagera.
Cada personaje se puede subir al nivel 9.999, y ser “reencarnado” en otra clase, desde el nivel 1. Pero conservando las estadísticas. ¿Para qué, diréis? Por ejemplo, para superar todos y cada uno de los Item World que aguardan en el interior de todo objeto, desde el más insignificante escudo hasta el arma más poderosa. Cien niveles (aleatorios) por cabeza que repercuten en las características del mismo. Y además es posible fusionar estos ítems. El infinito en un Blu-Ray, como venía diciendo, ampliado con la posibilidad de empezar de nuevo la partida con las mismas estadísticas (New Game +) o los centenares de nuevos desafíos que nos proponen las X-Dimesions, Land of Carnage y similares tras pasarnos el juego. El juego se pasa fácilmente a nivel 70, pero el final auténtico no se revela hasta tener a Mao al 500…
Disgaea es una saga que ha destacado siempre por su diseño de niveles, y este no se queda atrás. Cada pantalla es un desquiciado rompecabezas; si vamos de listos con todo por delante duraremos poco más de dos turnos. Tener un equipo equilibrado y saber dedicar unos minutos al análisis del escenario es vital para no vernos superados. Y ni eso será suficiente ante escenarios andantes que varían a cada turno.
Un detalle engorroso es que entra al trapo demasiado pronto. Antes de haber comenzado los tutoriales de Geo-Blocks (unos paralelepípedos que añaden propiedades a las áreas de un mismo color) ya nos los están introduciendo en los mapas. El iniciado en los Tactic-RPG se encontrará con una evolución bien conseguida, resultando cada pantalla un auténtico reto. Los demás, irán bastante descolocados durante los dos primeros capítulos, aunque merece la pena el esfuerzo.
El tema de los gráficos es bastante espinoso. Las texturas de los escenarios carecen de detalles, los fondos resultan ser monocromos (no es que sean en blanco y negro, sino que tienen un único color a juego con el escenario) y los personajes están pixelados. MUY pixelados. Píxeles como puños, vaya. Sinceramente, no afectan para nada a la experiencia –y no hay más que ver el port de Disgaea de PS2 a Nintendo DS– y parecen más una patada en la boca a los graphic-whores y un guiño a la obsesión de hoy en día por el fotorrealismo que otra cosa. Más aún teniendo en cuenta los antecedentes de Nippon Ichi.
Muchos de los diseños clásicos de la serie son reciclados, lo cual no es precisamente un defecto cuando esto significa el regreso de los adorables (y explosivos) Prinny. Pero tranquilos, que no podemos quejarnos de nuevos personajes. Algunas clases han sido completamente rediseñadas, amén de los nuevos enemigos disponibles y de los siempre originales jefes finales. En los interludios es donde se puede observar al detalle a cada uno de los personajes principales, gracias a unos dibujos estilo manga que en esta ocasión si estarán en HD.
La banda sonora es de auténtico órdago. Tenpei Sato ha compuesto un amplio abanico de sonidos que van de las melodías juguetonas a las más épicas y emocionantes. Un delicioso compendio que tiene como guinda el tema de la Escuela, Extreme Outlaw, que una vez comiences a jugar difícilmente lograrás dejar de tararear. El doblaje vuelve a dar la talla y revelarse como una enorme baza del título: digno de las mejores producciones de anime, consigue imprimirle a cada personaje un carisma único gracias a una caracterización memorable. Como ya sabréis o habréis adivinado, es en inglés, aunque la alternativa de ver a los personajes del Disgaea encarnados por los cuatro dobladores de siempre (no doy nombres, pero todos sabéis a quienes me refiero) casi me hacen dar las gracias. Los subtítulos son otro cantar, ya que el juego requiere un cierto nivel de inglés –y de spanglish con los Vato Bros.– y los personajes que utilizan coloquialismos pueden ser difíciles de entender.
Disgaea 3: Absence of Justice es una entrega continuista de la saga, pero que sabe dónde y cómo aplicar las novedades para hacernos olvidar la enorme sombra de dos títulos míticos del género. Como Tactic-RPG es sencillamente irreprochable: un festival de niveles tanto aleatorios como diseñados al milímetro, que evoluciona la propuesta de los anteriores Disgaea a cotas todavía mayores, logrando hacer de cada batalla una experiencia única y, en muchos casos, irrepetible. Restarle puntos a un juego como este por una menudez como los gráficos está sencillamente fuera de lugar. Aquí la fuerza la tiene el delirante argumento, que es hilado en torno a la parodia e incluso la autocrítica. De lo único que me arrepiento al poner esta nota es de no habérsela puesto en su momento al genial Valkyria Chronicles. Dos formas distintas de entender un mismo género, dos títulos imprescindibles.