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Análisis de Disgaea PC

Work harder, dood.

Disgaea PC recupera un SRPG con gran personalidad y un sistema de combate único, pero el port aporta poco y lo que añade es mejor obviarlo.

El resto de compañeros de esta web me tienen fichado como "el filochinaka de la redacción", una fama que me he ganado a pulso escribiendo sobre JRPG, visual novels y experimentos de toda clase y no ser capaz de callarme ni debajo del agua sobre algunos de ellos. No siempre fue así. Todo empezó con (o por culpa de) Disgaea. No fue mi primer (o décimo) RPG nipón, pero sí ese juego que me hizo comprender hasta qué punto la aproximación japonesa al diseño de videojuegos era la que más resonaba conmigo: la pasión por crear sistemas de combate definidos al milímetro, pero que a la vez te dejan libertad para ponerte creativo con ellos.

Disgaea PC recupera la campaña original de PS2 junto con el contenido extra de Afternoon of Darkness, la versión de PSP. La historia sigue a Laharl, hijo del difunto Overlord que reinaba sobre Netherworld, tras una siesta que ha durado dos años. En su camino para convertirse en el nuevo Overlord (y otra decena de objetivos, a cada cual más disparatado) se cruzará con Etna, una vasalla que tiene su propia agenda y Flonne, una aprendiz de ángel enviada como asesina por sus superiores a pesar de ser un trozo de pan.

Siempre he recomendado el primer Disgaea para adentrarse en la serie. No por su sistema de combate, ampliamente superado por el resto, sino por sus protagonistas. En 13 años de saga y seis entregas principales (Disgaea 1-5 y Disgaea D2) ninguno ha conseguido igualar el carisma que desprenden estos tres, que tienen una química que funciona a la perfección. El argumento es solo una excusa para encadenar situaciones graciosas y descubrirnos las peculiaridades de este universo; una vez nos hemos encariñado con él, no hay marcha atrás y sí muchas entregas por jugar.

Se suele pensar en Disgaea como un hueso duro de roer, con entregas que han ido ganando en profundidad y complejidad mientras relegaban el modo historia a mero tutorial antes del endgame. Quizá por eso choca tanto volver al primero y encontrarlo tan sencillo, y a la vez tan completo: todo lo que hace grandes al resto de entregas se encuentra ya aquí. Disgaea es un RPG táctico que no se molesta en incluir modificadores de daño por altura del escenario ni porcentajes de acierto. Va directo al grano: gira en torno al combo.

Crear la combinación de golpes más vistosa y que genere cifras más absurdas de daño es la mejor recompensa por jugar bien. Las acciones no se ejecutan inmediatamente, sino que se van apilando hasta que decidamos ejecutarlas. Si golpeamos con dos personajes distintos al mismo enemigo, se va generando un multiplicador que aumenta el daño que realizamos. Personajes que por atributos serían incapaces de hacer un solo punto de daño a un enemigo son capaces de rematarle si les ponemos al final de una larga cadena.

Cada clase tiene un set de golpes especiales, con radios de acción completamente distintos. Un turno es un pequeño puzle donde tratamos de encajar el máximo de ataques sin golpear a nuestros propios compañeros, aprovechando al máximo los multiplicadores y tratando de que el golpe final lo dé le personaje que más necesita la experiencia. Sin olvidar que si mandamos atacar a un personaje pero matan a su objetivo antes de que le llegue el turno, perdemos la acción.

En el modo historia cada nivel se plantea como un rompecabezas, donde se juega mucho con otro elemento particular de la saga: los Geo-Símbolos. Unas pequeñas pirámides que otorgan efectos a todas las casillas del mismo color, como pueden ser mejorar o empeorar atributos, sumar ataques, bloquear el paso o aumentar la experiencia recibida. Esto es la base, la parte donde uno puede terminar acudiendo a guías para buscar soluciones. A partir de ahí, el juego crece de manera exponencial.

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Todos los objetos nos permiten viajar a mazmorras que se encuentran en su interior, el "Item World". Superando niveles generados aleatoriamente, de cantidad variable en función de la rareza del objeto, podremos mejorar sus estadísticas. Repito: todos y cada uno de los objetos. Desde la armadura más básica hasta el arma más potente. Esta característica ha ido ganando importancia, dificultad y complejidad con cada entrega, pero aquí es una característica relativamente sencilla de comprender, pero extremadamente difícil de dominar.

Disgaea PC debería ser la excusa perfecta para adentrarse en el particular universo creado por Nippon Ichi, pero se ve empañado por un port bastante parco en novedades al que no le habría venido mal venir más pulido de salida.

En el Item World podemos desbloquear enemigos secretos, conseguir las armas más poderosas del juego y mirar de tú a tú al propio sistema de combate hasta "romperlo" por todos lados y usarlo en tu propio beneficio. Es también lo que lo hace único: no teme dejar que trampees el sistema de combate, deja que juegues con él, que lo hagas tuyo, que te pongas creativo con las herramientas a tu disposición. Este es el auténtico pozo de horas de la saga, y eso que en Disgaea estaba pensado solo para los jugadores que se decidían a explorar sus posibilidades a tope.

Con tanto desafío que superar, es posible que alguno de nuestros personajes alcance el tope de nivel. No hay problema: podemos transmigrar a nuestro personaje, reteniendo atributos pero regresando al nivel 0. Es un juego que dura lo que nosotros queramos que dure, porque siempre tiene algo que ofrecer y retos por superar. Disgaea es un gran juego incluso 12 años después de su salida, pero este port no hace mucho por destacarlo.

El contenido es tal cual el que incluye el Afternoon of Darkness de PSP, hasta el punto en que ni se han molestado en incluir las (pocas) novedades de Disgaea DS, como reclutar a Adell y Rozalin de Disgaea 2. Por aquello del PC han introducido unos controles nuevos para teclado y ratón, aunque recomiendo encarecidamente conectar un mando para lograr un manejo decente; sin él es un drama moverse por las casillas.

El resto de novedades recomiendo desactivarlas sin pensarlo mucho. Los filtros para los personajes se cargan el pixel art original, emborronando la imagen. Las texturas nuevas para el suelo no casan para nada con los personajes que se mueven sobre ellos, cuando no directamente alteran los escenarios. El resto de opciones terminan reduciendo la calidad de la imagen. Lo único que se puede salvar es la interfaz en alta definición, aunque en lugar de reproducir la original la cambia por otra distinta con una fuente tipográfica similar a la de las últimas entregas. Al menos incluye artworks para los diálogos con mejor resolución.

Durante los primeros días ha tenido algún problema de rendimiento que se ha solucionado con un parche, aunque parece que el SSAO sigue dando problemas; desde aquí recomendamos desactivarlo siempre para evitar bugs gráficos. Al final lo que queda es un port para salir del paso y poco más: no aporta nada a los que ya pueden jugarlo en una PSP o una Vita y lo poco que hay nuevo es casi mejor desactivarlo. No es la mejor manera de estrenarse en el PC, desde luego.

Disgaea PC debería ser la excusa perfecta para poner en valor un RPG táctico con un sistema de combate sin igual y para adentrarse en el particular universo creado por Nippon Ichi. Lo empaña un port bastante parco en novedades al que no le habría venido mal venir más pulido de salida. Me gustaría que todo el mundo tuviese la posibilidad de disfrutar de Disgaea con la misma pasión con la que yo lo vivo y que sigan lanzándose estos títulos en PC, pero creo que se le puede exigir un poco más a NISA.

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