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Análisis de Epic Mickey: Rebrushed - Un remake mejorado con una buena capa de pintura

Tan bueno como lo pintan.

Tal vez nadie pidió un remake de Epic Mickey, pero se agradece la intención de restaurar una obra creada por Warren Spector que probablemente merece más reconocimiento del que tiene.

Mickey Mouse es de esos personajes que no necesita presentación, un icono del entretenimiento cuyo legado va a ser eterno. Y parte de esa herencia, afortunadamente, la tenemos en los videojuegos: hay muchos títulos protagonizados por el emblema de Disney, siendo el mítico Castle of Illusion probablemente el que se recuerda con más cariño. Ahora, sin embargo, toca hablar de otro que tal vez no tiene tanto reconocimiento pero va sobrado en calidad, Epic Mickey. El original se publicó hace catorce años y se ha tenido a bien realizar un remake con un remozado apartado visual para volver a recordar una obra que parecía estar abocada al cajón del olvido. Epic Mickey Rebrushed llega, de alguna forma, para hacer justicia a una excelente aventura que merece más focos y un lugar más destacado en el museo de los títulos de plataformas.

Al frente del original estaba Warren Spector, uno de los mayores talentos del sector, a quien debemos obras como System Shock o Deus Ex, entre otros clásicos. Un mito y uno de los principales valedores de los immersive sims, que quiso cambiar de registro para llevar su valía al terreno de los videojuegos de plataformas. Spector se reunió con el equipo de Disney y, aunque al principio había dudas por parte de la compañía a la hora de contratarle al estar especializado en juegos para mayores de edad, decidieron contarle un proyecto que estaba relacionado con Mickey Mouse. El creativo norteamericano no pudo decir que no a trabajar con “el personaje más emblemático de la Tierra” y, finalmente, Epic Mickey se publicó en la Wii de Nintendo en el año 2010. Ahora, catorce años después, llega un remake necesario para reivindicar una joya que, pese a todo, no ha tenido el reconocimiento que merece.

Uno de los aspectos más llamativos, de los que más se habló hace casi tres lustros, era su ambientación más “oscura” (nótese el entrecomillado, teniendo en cuenta que hablamos del personaje más emblemático de Disney y hay límites que no se rebasan en lo turbio). Dando como válida esa acepción, lo cierto es que algo de eso porta, con una estética sombría que tampoco va más allá para no asustar ni traumatizar a los más pequeños, el principal pero ni de lejos el único target de este producto. Todo comienza cuando Mickey, quien dormía plácidamente, acaba metido en un mundo mágico escondido a través de su espejo donde, desastres del destino, termina llenando todo de tinta para que después, una criatura misteriosa lo arrastre hasta allí, siendo ese finalmente el lugar en el que habitan todos los personajes olvidados de Disney.

Una de las claves de Epic Mickey Rebrushed es que todo lo relacionado con el diseño de niveles se ha mantenido inalterado en estos años. El estudio austríaco Purple Lamp, encargados de este remake, no han añadido ni recortado ningún aspecto a nivel de contenido, conservando y respetando la visión original de Spector y Junction Point Studios. Una de las particularidades del título es la integración de la narrativa con las mecánicas, entrando en liza aquí el trazo recurrente a lo largo de todo el juego y lo que diferencia a este Epic Mickey de otras propuestas similares, ya que los recursos principales para el carismático ratón de voz aguda son la pintura y el disolvente. El primero de ellos sirve para darle color a partes del escenario que han quedado transparentes, mientras que el segundo sirve para eliminarlas. Esto se aprovecha de forma constante para proponer retos magistralmente cuidados para aportar dinamismo y variedad a la obra; podemos, por ejemplo, usar la pintura para crear un puente o el disolvente para eliminar una estructura de rocas que impide nuestro paso. Esto se usa con naturalidad desde el primer instante y al final todo acaba fluyendo de forma magnífica, haciéndonos pensar y razonar en unos escenarios relativamente amplios, y que nos ofrece retos de diseño en los que se aprecia la herencia del propio Spector a la hora de crearlos.

La pintura y el disolvente también tienen su incidencia en el combate, pero con un uso y una importancia menos marcada en general. Podemos impregnar a los enemigos de disolvente para eliminarlos a distancia, aunque también podemos optar por usar la pintura a nuestro favor y, si llenamos a un enemigo de tinta, este pasará a convertirse en aliado, lo que puede ser de gran ayuda en los combates más multitudinarios. Podemos optar por ataques cuerpo a cuerpo más drásticos o aprovechar el entorno, por ejemplo, lanzando disolvente al suelo donde se ubiquen los enemigos para que caigan. Una mecánica a la que también se le saca rendimiento en combates contra los jefes finales, pudiendo en algunos casos elegir entre las dos formas para derrotarlos, aportando ese toque de libertad que no suele ser habitual en el género. Eso sí, debéis saber que el combate está lejos de ser profundo y termina siendo un mero acompañamiento, pese a que se ha añadido algún nuevo movimiento en este remake en forma de esquiva o un ataque en caída para dotarlo de mayor dinamismo. El juego se concibió con este enfoque para sacar partido al control por movimiento de los Wii Motion de la consola de Nintendo, apuntando a la pantalla para aumentar el componente inmersivo, pero en determinados momentos se nota que han tenido que hacer magia oscura para adaptarlo y el resultado no es tan óptimo, aunque en general la adaptación a los mandos es buena y tampoco supone ningún drama.

Uno de los grandes puntos fuertes de Epic Mickey Rebrushed, como podéis imaginar, es la variedad de situaciones que propone a lo largo de la aventura. El uso del pincel mágico ya ofrece muchas posibilidades de forma orgánica, pero el juego se preocupa de ponernos en situaciones que constantemente nos estimulen, ya sea encontrando objetos ocultos que nos den acceso a extras o recompensas o los niveles de transición en los que la acción pasa a un scroll lateral más clásico que homenajea las obras primigenias de Mickey en el medio. Brillante en la gran mayoría de sectores incluso a día de hoy, tal vez se aprecia más el paso del tiempo en los escenarios más transicionales, en los que Mickey debe interactuar con otros personajes para hacer recados que, generalmente, se basan en ir de un lado a otro encontrando los objetos requeridos para poder continuar. Nada especialmente grave, puesto que son los habituales momentos para dar un respiro a quien está a los mandos y, afortunadamente, no son especialmente largos porque lo cierto es que rompen ligeramente el ritmo dinámico por el que destaca el juego.

Por supuesto, lo más destacado y lo que justifica este remake es la capa de pintura que se le ha dado a nivel técnico. Suena a tópico, pero los desarrolladores han sabido conservar y respetar el estilo del original, dotando al apartado visual de un mayor colorido y una definición más marcada, que le sienta de fábula. La diferencia, comprobada de primera mano, es palpable entre la versión original y este Rebrushed; a pesar de ser una obra con una ambientación más oscura, la dirección artística escogida para mantener esos tonos es fantástica y hace que todo luzca más, sin perder la esencia de esos tintes lóbregos. Son el principal justificante de esta revisión, más allá del par de movimientos añadidos al combate mencionados anteriormente y la posibilidad de esprintar. Quizás os parezca insuficiente si tenéis el original, pero nunca está de más darle una nueva vuelta años después y en su mejor versión; si lo dejasteis pasar en su día y os agrada el género, es una oportunidad excelente para disfrutar de un título que probablemente merezca más y que a veces se infravalora en la trayectoria de Warren Spector por su trasfondo “infantil”.

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