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Avance de Distance

Carreras tan futuristas como peculiares.

Al avanzar por los escenarios iluminados con neón de Distance, uno empieza a preguntarse si no ha habido siempre algo de terror Lovecraftiano en el género de las carreras futuristas. ¿Quién se deshizo de los guardarraíles en los límites de la carreta de Fire Field de F-Zero GX? ¿Qué desequilibrado arquitecto diseñó la tortuosa subida de Sebenco Climb en WipEout? ¿Y dónde demonios están todos los humanos?

Hay algo agradablemente subversivo en Distance, el nuevo juego del estudio de Seattle Refract, el cual ya exploró anteriormente el género con Nitronic Rush. Al cargarlo te encontrarás con un atractivo aunque poco destacable juego de carreras, uno que te lleva a circuitos plagados de obstáculos diseñados para ser evitados al ritmo de su eufórica banda sonora.

Eso no quiere decir que no tenga detalles admirables. Uno de ellos es, por ejemplo, tu coche, uno que parece mitad merchandise de Daft Punk, mitad juguete fabricado por Hot Wheels o Matchbox. Su parte trasera integra el hud, mostrándote la velocidad y otra información. El mundo de Distance es extraño, mezclando limpias superficies con sierras que cortan partes de tu vehículo antes de que mágicamente se regeneren.

También hay elegancia, cuando tienes en cuenta las mecánicas. El acelerador hace que saltes, y en ese momento descubres que pulsando un botón mientras estás en el aire puedes desplegar una especie de alas, otorgándote el poder de volar. Es algo divertido, una especie de TrackMania que no tiene miedo a saltarse aún más las leyes de la física con ideas bastante estrafalarias.

Pero a medida que vas avanzando pantallas, esquivando rayos láser y chocándote contra agujeros de gusano, tienes la ominosa sensación de que algo te vigila. ¿Por qué estás totalmente solo? ¿Quién coloca esas trampas, y por qué quiere verte muerto?

Es una extraña paranoia, pero es impresionante como Refract ha conseguido hacer que esté presente en los momentos más melancólicos de Distance - no recuerdo haber pasado momentos en ningún otro juego de carreras en los que me estuviese preguntando qué clase de retorcidas mentes había diseñado el recorrido por los bosques de Nordschleife, o si quizás habían colocado todo ese asfalto como un enrevesado plan para matarme.

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Cuando avanzas un poco en el modo historia - Distance está aún en Early Access, así que aunque puedes jugarlo todavía son esbozos - la banda sonora evoluciona a una especie de aullido, el neón queda tintado por un rojo que parece sangre y la paranoia se convierte en puro terror. Los sustos son exagerados, además: el hud del cristal trasero se resetea, mientras la pantalla muestra fallos como si se tratase de un fantasma digital, un maravilloso y bien ejecutado giro en el género.

Pero Distance, afortunadamente, se guarda más de un as bajo la manga, y su experimentación con el terror es tan solo una faceta de cómo Refract está pasándoselo pipa dando su propio toque al sobado mundo de las carreras futuristas. Tiene unos buenos cimientos hechos con ideas de otra gente, también, e incluso añade una suite de herramientas de edición de niveles que ya ha atraído una cantidad respetable de usuarios desde el lanzamiento de la beta. Tenemos muchísimas ganas, entonces, de ver cómo funciona todo esto cuando el juego esté finalizado dentro de unos meses para PC, Mac y PlayStation 4.

Traducción por Josep Maria Sempere.

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