Dragon Ball: Raging Blast 2
Arrastrando malos hábitos.
Otro punto que no ha evolucionado apenas entre esta versión y la anterior es el aspecto de los escenarios, que no parecería tan vacío y cutre (como los de la serie de animación, todo sea dicho) si el juego no obligara al jugador a revisitarlos un número infinito de veces a través de distintos modos de juego y misiones, sólo para desbloquear a todos los personajes de la parrilla, que son cerca de noventa. Los más importantes están accesibles desde el principio pero siempre hay alguno que se echa en falta.
Podríamos hablar del desangelado Modo Galaxia como punto de referencia del modo para un jugador pero, al fin y al cabo todo se resume a una serie de desafíos particulares de cada personaje (del tipo "destroza a tal adversario en menos de 60 segundos" o "aguanta con una raya de vida todo lo que puedas") con recompensas que van desde nuevos ataques hasta imágenes para la galería, todo ello carente de la épica de los combates de la serie puesto que ni hay cinemáticas ni los diálogos van más allá del "Ajá, te gané sin necesidad de convertirme en Super Saiyan".
El resto de opciones, Arcade y Entrenamiento son de sobra conocidas como para entrar en detalles, y el multijugador no destaca en nada particularmente salvo que la diversión aumenta con creces al jugar con un adversario humano.
Como contenido extra el disco incluye una remasterización de la OVA "El plan para erradicar a los Super Saiyan", pero a estas alturas ya me da cosa ver otro refrito de tíos cargándose el ki hasta el infinito y sólo la he puesto dándole al Fast Forward. Por lo menos puedo decir que verse, se ve bien.
Y llegamos al momento de fría y dura reflexión: no resultaría convincente desarrollar un juego basado en Dragon Ball teniendo en mente cualquier otro título de lucha tridimensional. Es más honrado optar por la vía de mantener la línea que trazó Dimps y seguir mejorando la fórmula con la que salir airoso entrega tras entrega. Y con airoso no quiero decir crear el juego perfecto, ni siquiera un gran juego, sino un divertimento de tirarte muchas tardes jugando con los amigotes, cometido que sigue cumpliendo Raging Blast 2. El problema es que Namco Bandai apenas ha incluido novedades y no ha pulido la base. Mal Namco, mal, este regusto ya lo conocemos.
Siendo Dragon Ball lo que es resulta extraño constatar que la única licencia de anime que se adapta de forma relativamente potable en la nueva generación sea la de Naruto. A pesar de todo, Raging Blast 2 como toma de contacto para la nueva generación de jugadores no es una mala opción.