Avance de Dragon Ball Z: Kakarot
Ultimate Goku Storm.
Lo primero que pienso cuando pruebo la demo de Dragon Ball Z: Kakarot es que es un juego muy en la línea de lo que suele hacer Cyberconnect, para bien y para mal. Es decir: es una adaptación muy respetuosa de la obra de la que procede, que pretende hacernos revivir una historia que ya conocemos - o no - mediante su jugabilidad. Es un anime en el que nosotros podemos ser el protagonista, y en esencia, es casi imposible que la premisa no funcione.
La demo que probamos, con una duración de alrededor de media hora, nos dejaba controlar a Goku - acompañado de Piccolo, por supuesto, a quien podíamos dar órdenes pulsando los gatillos - y tenía una meta fija muy clara: derrotar a Raditz, el "hermano malvado" del protagonista, que había hecho prisionero a Gohan, el hijo de Goku. Antes de embarcarnos en esta tarea, el juego nos invita a explorar un poco: uno de los elementos llamativos de esta propuesta de RPG de acción es que se encuadra en un universo de mundo abierto, y que en lugar de ir de batalla en batalla, también hay espacio para darnos una vuelta y realizar todo tipo de misiones secundarias y tareas que nos ayudarán a mejorar a nuestro personaje.
El mundo abierto de Dragon Ball Z: Kakarot recuerda un poco al que nos encontrábamos en los comienzos de la saga Naruto: Ultimate Ninja Storm, para bien y para mal. Por un lado, es cierto que es amplio, que la movilidad es muy satisfactoria y que es razonablemente adictivo y divertido buscar qué hay por ahí, darnos un paseo por sus esquinas e ir recogiendo monedas, materiales y coleccionables. Por otro lado, la verdad es que el mapa parece un poco vacío. Su amplitud sobrecoge al principio, pero pronto nos damos cuenta de que, en realidad, lo que tenemos en las manos es una reproducción a muy gran escala del universo de Dragon Ball, con los puntos de interés separados por muchísima distancia, y una aproximación un tanto repetitiva a acciones como recolectar minerales o comida, derrotar alimañas que nos encontremos por ahí o ayudar a amables ciudadanos a cumplir las tareas que nos encomienden.
Es un paisaje de fondo un poco mediocre para un título que, si ha de destacar por algo, es por su sistema de combate. No siendo un juego de lucha al uso, no tenemos millones de combinaciones de botones que memorizar aquí, sino accesos relativamente sencillos a los ataques especiales que, por supuesto, beben directamente de las diferentes técnicas que el personaje utiliza en la serie y el manga. Pulsar el botón de ataque normal con un enemigo en nuestras miras acorta la distancia entre él y nosotros, dando una sensación muy agradable de velocidad y dinamismo que hace que las peleas - que, por lo que hemos visto, y como es lógico, casi siempre se desarrollarán en el aire - parezcan sorprendentemente coreografiadas, aunque en realidad seamos nosotros quienes decidimos qué hacer en todo momento. Desde ahí, lo que os podéis imaginar: es cuestión de encadenar ataques normales y especiales, rellenar la barra de energía a base de golpes para poder ejecutar movimientos finales, y agrupar la mayor cantidad de golpes posibles para potenciar nuestros combos y hacer más daño y ganar mejores recompensas.
Si algo se puede decir del juego es que es razonablemente permisivo con nosotros. Esto quiere decir que, a pesar de que podemos esforzarnos en jugar bonito, en sincronizar nuestros ataques a la perfección y buscar la manera de ganar los enfrentamientos de la forma más espectacular posible, también podemos fácilmente no hacerlo: casi todos los combates "normales" podemos ganarlos sin muchísimo esfuerzo ni muchísima técnica.
La cosa cambia drásticamente cuando se trata de los jefes - en este caso, el jefe final de nuestra demo - y es aquí donde tanto el juego muestra de verdad músculo estético, a través de las animaciones de los ataques especiales y de los personajes, como cuando tendremos que esforzarnos de verdad por no sólo atacar con talento, sino también esquivar los intentos ajenos con precisión. Derrotar a Raditz, tras un buen rato dando vueltas por su no tan espectacular mundo abierto, fue realmente emocionante; y si algo nos queda claro de este juego, en base a lo que hemos visto, es que con más o menos acierto planea mirar a la saga Dragon Ball Z con mucho, muchísimo cariño y respeto, y adaptarlo todo con mimo. No sabemos muy bien si en el juego final, los aciertos pesarán menos que los errores; sí que sabemos que es muy difícil que no nos toque la fibra sensible darnos cuenta que con tan solo pulsar dos botones podemos finalizar un combate con un espectacularcísimo Kamehameha. Al final va de eso, ¿no?