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Driver: San Francisco

Carretera al cielo.

Al igual que tú, yo también pensaba que el planteamiento básico de Driver: San Francisco no podía funcionar porque era excesivamente ridículo. A los pocos minutos de juego, el protagonista, Tanner, sufre un accidente mientras persigue al villano de la función y queda en coma. Es entonces cuando las cosas empiezan a volverse francamente extrañas: la historia pasa a desarrollarse dentro de la cabeza de Tanner, donde el policía adquiere el poder de pasar a una especie de plano astral para poseer a otros conductores de la ciudad mientras las vallas publicitarias le guían con mensajes no precisamente subliminales. Tengo una mentalidad bastante abierta a la hora de aceptar nuevas propuestas que resulten innovadoras, pero convertir Driver en una especie de Quantum Leap era, quizás, ir demasiado lejos.

No obstante, al igual que tú yo también me equivocaba. La mecánica del Shift, que es como han llamado al invento, funciona a la perfección porque su uso resulta natural (aún exigiendo cierta connivencia por nuestra parte) e intuitivo, y está integrado de forma inteligente en la jugabilidad. Al principio es relativamente limitado, pero a medida que vamos desbloqueando mejoras su uso se aplica en misiones principales y secundarias mucho más elaboradas y complejas. Proteger un furgón blindado lanzando coches contra sus asaltantes o llegar primero y segundo a la vez en una carrera son sólo dos ejemplos de las enormes posibilidades que otorga el Shift a los diseñadores de niveles. Es irónico, además, que esta curiosa función tenga éxito donde antes la saga Driver siempre se había estrellado: cuando estamos fuera del coche.

Aunque se intenta dar coherencia narrativa a todo esto, hay que reconocer que el argumento no es más que una pobre excusa para entrelazar la acción. Driver: San Francisco tiene mucho más interés en volver a los orígenes de la saga como arcade de conducción, con un control robusto en el que resulta básico dominar los derrapes y donde se aprecian ligeros matices de distinción según el coche que pilotamos. Todo ello va aderezado con un evidente enfoque cinematográfico que evoca sin demasiados tapujos a clásicos del género como Bullit, French Connection, Gone in 60 Seconds o Vanishing Point, hasta el punto de incluir un modo con el esclarecedor nombre Movie Challenges. Si de Split/Second dijimos en su momento que bien podría ser el juego soñado por Michael Bay, Driver sería el del malogrado John Frankenheimer.

A ello colabora la más que solvente recreación de la ciudad de San Francisco y de los coches, con licencia oficial de los fabricantes, detallados en su modelado y con un excelente motor de físicas. Gráficamente está un poco por debajo de lo esperable en pleno 2011, pero tiene una excusa más que válida: la acción que vemos en la pantalla se mueve a unos suavísimos y estables 60 frames por segundo, apuntalando un control que no solo es ágil, sino también exquisitamente responsivo.

Uno de sus pocos problemas es que a veces se pierde en una estructura un tanto extraña. El argumento puede no ser demasiado bueno, pero no acaba de convencer estar enfrascado en la persecución de Jericho y que para seguir avanzando se te obligue a ponerte en la piel de desconocidos para hacer tres misiones secundarias totalmente irrelevantes y que no tienen nada que ver con ello. Más molestos son, si cabe, algunos picos de dificultad mal calibrados, que sustituyen el reto por el suplicio en alguna misión concreta.

La campaña puede llegar a durar unas veinte horas haciendo todas las misiones principales y secundarias, pero una vez terminada tenemos a nuestra disposición un completo modo multijugador, tanto online como a pantalla partida, con el que alargar la vida útil del juego. Apoyadas con un sistema de progresión que sirve para desbloquear vehículos, modos y habilidades, las diferentes variantes incluidas van desde carreras competitivas o retos cooperativos hasta persecuciones de policías y ladrones o una curiosa pero interesante adaptación del clásico Capturar la Bandera, típico de un first person shooter. Lo mejor de todo es que aquí se siguen explorando las posibilidades que ofrece la mecánica del Shift, con resultados tan innovadores como satisfactorios.

Algo que no gustará a demasiada gente es que para acceder a todas las opciones multijugador se necesita activar el uPlay Passport, el polémico sistema de pase online de Ubisoft con el que se pretende luchar contra la venta de segunda mano. Éste también te da acceso al modo Director de Cine, con el que puedes crear espectaculares vídeos con tus mejores tomas de persecuciones y acrobacias y luego compartirlos con tus amigos a través de internet o publicándolos en Facebook. Es un editor potente pero sencillo de usar, la base de un modo adicional entretenido y que se ajusta como un guante a esa filosofía hollywoodiense que destila el juego.

Driver: San Francisco es, contra todo pronóstico, la exitosa recuperación de una franquicia caída en desgracia y una de las sorpresas más agradables del año. Es cierto que su excéntrica propuesta requiere cierta complicidad por parte del jugador y que hay ciertos momentos en los que el ritmo se rompe al obligarte a hacer misiones secundarias ajenas a la trama principal, pero el conjunto final producido por Reflections es un divertido e ingenioso arcade de conducción que supone un soplo de aire fresco en un género necesitado de ideas originales... por insólitas y alocadas que éstas parezcan sobre el papel.

8 / 10

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