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Primeras impresiones E3 2014: BioWare se redime con Dragon Age Inquisition

La resurrección del dragón.

Inquisition, realmente, es un intento muy claro por parte de BioWare para redimirse con una franquicia que quedó muy tocada tras la mala recepción que tuvo Dragon Age II por parte de muchos de los fans de Dragon Age: Origins. Durante el E3, sin embargo, hemos visto como el estudio canadiense hacía un acto de constricción reconociendo los errores, pero al mismo tiempo una desmedida ambición para hacer esta tercera entrega el RPG más completo en sus casi dos décadas de historia.

Para empezar, Inquisition entra por los ojos. Usar el motor Frostbite 3 aporta un brutal boost a nivel de calidad gráfica, y de hecho es quizás el juego más bonito que he visto hasta la fecha con el motor desarrollado por DICE. Es inmenso, además; durante la presentación Mark Darrah, el productor ejecutivo, nos explicó que una única área de la nueva entrega (hay diez, repartidas en dos naciones) era más grande que todo DA: Origins, con una extensión francamente abrumadora pero aún así muy dinámica y viva.

La posibilidad de moverte con total libertad por él es algo que BioWare utiliza a fondo en lo que llaman el War Table, que a la postre es la herramienta que acaba marcando la dirección que toma la historia, decidiendo a dónde mandas a tus agentes, aunque también puedes capturar a enemigos y decidir si son merecedores de morir en nombre de la inquisición. La influencia en el mundo es amplia, desde luego, y si por ejemplo matas a muchos osos en una región notarás de forma obvia como la población de este animal se vuelve mucho más escasa.

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Lo curioso es que aparte de novedades, Inquisition también recupera ideas y mecánicas descartadas. Se sigue ofreciendo la posibilidad de combatir en tiempo real con una clara orientación a la acción, pero también tienes a tu disposición la Tactical View de Origins, donde se pausa la acción y puedes controlar a tu equipo de héroes de forma más estratégica. La combinación libre de los dos sistemas parece algo muy divertido, y uno de los aspectos que más diferencian el juego de BioWare de The Elder Scrolls V: Skyrim, un referente obvio y del que no se esconden los desarrolladores.

También regresan elementos de la historia y personajes, como Morrigan; aunque controlamos a un nuevo héroe (en realidad podemos controlar a todo el equipo, saltando de uno a otro según queramos) y la historia puede seguirse sin haber jugado a las dos primeras entregas, el nuevo juego está lleno de guiños para los fans. Y vuelven los dragones, claro, ingrediente principal de los enfrentamientos más espectaculares y los momentos más épicos de Inquisition.

Humilde pero ambicioso, decíamos: cuatro razas, dos géneros, varias voces, billones de caras diferentes con el nuevo editor, doscientos cincuenta talentos y habilidades de combate y dieciséis millones de combinaciones de armadura. Dragon Age Inquisition es un RPG enorme y completo para todo tipo de amantes del género con el que BioWare pretende revivir la franquicia. De momento parece que van por el buen camino para conseguirlo, pero no será hasta octubre cuando se dictará sentencia.

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