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Primeras impresiones E3 2014: El regreso de Homefront The Revolution

Crytek recupera la franquicia de la malograda THQ.

El primer Homefront, pese a presentar una atractiva ficción distópica en la que Corea del Norte invadía los Estados Unidos, acabó resultando ser un juego inferior a lo esperado que, pese a contar con una potentísima campaña de marketing, no rindió tan bien como se esperaba a nivel comercial. Eso, sin embargo, no detuvo a Crytek, la cual se hizo con los derechos de la franquicia tras el abrupto cierre de THQ y fundó un nuevo estudio en Inglaterra - formado por antiguos empleados de Free Radical - para trabajar desde finales de 2010 en lo que el año que viene llegará a las tiendas como Homefront: The Revolution.

Y la verdad es que se nota la mano de Crytek, porque las influencias de Crysis no son pocas. Dejando de lado numerosas similitudes estéticas, como la de los soldados del KPA con las tropas de CryNet de Crysis 2 o sus futuristas drones, se han importado directamente algunos elementos de los anteriores juegos de la compañía alemana. El sistema de gestión de modificaciones de las armas, por ejemplo, es exactamente el mismo y, aunque aquí no hay nanotraje, el protagonista sí posee un smartphone con el que puede marcar enemigos en el radar o usar una función de binocular para examinar zonas alejadas.

Son elementos familiares que pueden beneficiar Homefront, al igual que lo es el tradicional enfoque de mundo abierto, situado ahora en la cuna de la independencia norteamericana, la ciudad de Filadelfia. El primer Homefront pecaba de ser una experiencia extremadamente lineal y corta, pero la secuela promete una libertad muchísimo mayor que también debería redundar en un juego mucho más largo. Aunque visualmente es espectacular y muy cinemático, ser abierto y apostar por la guerra de guerrillas permite encarar los enfrentamientos de múltiples formas, algo que también se agradece y que debería fomentar ni que sea un poco la rejugabilidad.

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Quizás lo único que no habíamos visto antes en un juego de Crytek es el nuevo sistema de crafting, con el que podemos combinar objetos para crear nuevos gadgets y armas ofensivas. En la demo, por ejemplo, nos enseñaban como el protagonista pegaba un poco de explosivo plástico C4 en un cochecito teledirigido, para llevarlo por control remoto hasta los bajos de un tanque, hacerlo explotar frente a una prisión y así crear una distracción que le permitiese infiltrarse sin demasiados problemas una comisaría de policía.

Obviamente, al usar el motor CryEngine todo esto es un verdadero espectáculo visual, diseñado además para la nueva generación de consolas, lo cual debería suponer un salto gráfico respecto al ya de por si alucinante Crysis 3. Nuestra duda no resuelta por el momento es saber si han conseguido solventar uno de los problemas tradicionales de los Crysis, la problemática inteligencia artificial de los enemigos.

Homefront: The Revolution pretende solucionar algunos de los aspectos que lastraron al juego original de la Kaos Studios, pero es también un título que por momento parece tener demasiado marcado el "sello Crytek" con el que se diluye ligeramente su personalidad propia, un hecho que puede acabar echando atrás a algunos jugadores. Las primeras impresiones, en cualquier caso, son bastante positivas: es un juego de acción interesante con una ambientación muy atractiva, visualmente imponente y que, si cumple con sus promesas, puede acabar siendo uno de los grandes títulos de 2015.

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