E3: Project Natal
Lo probamos. Estamos ante una revolución.
Sólo en una ocasión dejó de detectar mi movimiento. Kudo me indicó que bajase las manos un segundo y que las volviese a poner en posición. La conducción se reanudó al instante. Para ser una demo técnica —nos avisaron de que era sólo un ejemplo de lo que podría hacer Natal, y de que estaba en una fase muy temprana— nos dejó con la boca abierta.
Pensemos ahora un poco qué puede salir de ahí. Lo que está claro es que Natal cambiará definitivamente la forma en la que se jugarán los títulos convencionales. Los juegos deportivos, los de acción en primera persona, los de conducción. Si se quieren correr bajo Natal no podrán seguir siendo un calco de los de ahora, eso sin duda.
Entonces, reflexionando y simplificando un poco, hay tres escenarios posibles.
El primero son juegos hechos por y para Natal. Nuevos géneros concebidos para ser controlados con el cuerpo: juegos deportivos en primera persona, juegos de estrategia en los que agarras y sueltas las tropas, juegos de miedo en los que te ves en el televisor, shooters que requerirán desplazamiento corporal.
El segundo escenario sería la adaptación de los géneros actuales con Natal, y sería un escenario de transición. Los mismos juegos de ahora con controles adaptados, como vimos con Burnout. O algo similar a lo que hace Wii. Para ese escenario lo más probable, y siempre son especulaciones nuestras, sería necesario algún tipo de periférico que permitiese emular el movimiento de 360 grados que permite un joystick.
Y el último escenario es una combinación de Natal con mando. Imaginaos un juego de coche que se controla con un pad pero que, por ejemplo, puedes mover el retrovisor con la mano, cambiar las marchas moviendo el brazo, tocar el salpicadero… Lo que deseamos con todas nuestras fuerzas, y tras ver las infinitas, extensas y maravillosas puertas que abre Natal, es que no se acabe conviertiendo en una plataforma de minijuegos y títulos chorras de autoayuda —¡hey, vamos a hacer ejercicio, vamos a hacer de animadoras!—. Mirándolo fríamente es una posibilidad más que plausible pero, creemos, sería un error que podría hundir una plataforma revolucinaria.
Para que Natal cale hondo, para que Natal sea lo que Spilberg predijo —“Microsoft no ha inventado la rueda, ha eliminado la rueda”— se necesitarán mentes visionarias y creadores que tiren del carro. Microsoft necesitará muchos Molyneux, muchos Spilbergs y mucha inspiración. Hará falta gente que entienda la magnitud del avance y que tenga la menta lo suficientemente abierta como para deshacerse de todas las ideas prefijadas de la industria y partir de cero. O bien que los usuarios estemos al lado del invento y no dejemos de comunicarles qué queremos ver ahí, qué nos gustaría vivir.
Si lo consiguen estamos ante una de las revoluciones más grandes de nuestra industria. Nosotros, de momento, creemos en Natal con los ojos cerrados. A mi es lo que más me ha impresionado del E3.