Análisis de Earth Defense Force 4.1: The Shadow of New Despair
Soldados vs alienígenas vs robots vs kaijus.
Chikyū Bōeigun o, como se la conoce en occidente, Earth Defense Force, dista mucho de ser una franquicia popular por estas tierras, o de gozar de algún tipo de reconocimiento más allá de lo anecdótico o puntual. El principal motivo radica en que la serie de Sandlot queda muy lejos de los estándares - occidentales, actuales y habituales- que configuran lo que conocemos por "juegos de calidad". Sin embargo, y precisamente por ello, se trata de juegos interesantísimos.
Explicar Earth Defense Force es tan sencillo como apelar a las matemáticas (aquí dos más dos siempre son medio millón de hormigas mutantes), y a la vez tan complicado como resolver una compleja ecuación. Tenemos, por un lado, una premisa inicial y un objetivo, que no varían: a saber, una invasión alienígena y el deber de acabar con todo lo (alienígena) que se mueva. Pero por otro lado existen decenas de elementos prestos a participar en una combinatoria de la destrucción en permutaciones casi infinitas. O lo que es lo mismo, disponemos de cuatro clases de soldado muy diferentes entre sí y cada una con unas características muy específicas, decenas de armas y gadgets a desbloquear, más de medio centenar de fases, cinco niveles de dificultad que desbloquean nuevas armas, un modo cooperativo online o a pantalla partida, y un modo versus. Por tanto, la cosa puede ser tan simple como completar, de principio a fin, todas las fases del juego con el ranger (la clase más básica) y el lanzacohetes en modo fácil, o tan compleja y profunda como explorar a fondo las posibilidades de cada clase en relación a las particularidades de los escenarios, investigar las combinaciones de armas más efectivas o más demenciales, desplegar cuidadosas estrategias cooperativas junto a un amigo en los modos altos de dificultad, o inventarte tus propias reglas en el modo versus.
Earth Defense Force 4.1: The Shadow of New Despair es una versión mejorada de la anterior entrega de la franquicia, Earth Defense Force 2025. Esta versión aterriza en PS4 con varias novedades en forma de nuevos enemigos, nuevas armas, nuevos gadgets, nuevos efectos visuales, y los 1080p y 60 fps reglamentarios que son más que de agradecer en un juego que mueve tantas cosas en pantalla al mismo tiempo. Por lo demás, la entrega más completa hasta la fecha viene con lo justo y necesario para darlo todo. Y darlo todo, en términos EDF, es reventar bichos y naves que se pueden contar por centenares en cada fase. Y nada más. El desarrollo del juego apela fuertemente a esa dinámica añeja, al espíritu completista, de volver una y otra vez sobre los niveles ya superados para arañarles desbloqueables en nuevos modos de dificultad, o para probar diferentes combinaciones de clase/armas.
Los paladares más acomodados a los juegos actuales (actuales en un sentido técnico, visual, mecánico y narrativo), encontrarán en EDF un hueso extraño y duro de roer. Uno quizá no demasiado apetecible. Y sin embargo, pese a la chirriante gama cromática que maneja, al feísmo que despliega, a ese soniquete como de chatarra que acompaña machaconamente la acción y a esos alaridos de serie Z, pese a su sencillez y sus modales obsoletos, el juego es, paradójicamente, un soplo de aire fresco entre la densidad y sofisticación del panorama actual. A veces apetece simplemente destruirlo todo, acabar con todo, arrasar ciudades enteras sin la más mínima consecuencia.
No obstante hay que advertir de lo tosco de su esqueleto. No todos los jugadores tolerarán de igual manera excentricidades técnicas tales como telas de araña enemiga capaces de atravesar catorce edificios de hormigón armado, uno detrás de otro, para acabar capturando nuestros cuerpecillos enclenques de soldado raso. O que nuestros misiles nos revienten en la cara y nos hagan volar por los aires (esto nos va a pasar muchas, muchas veces) a poco que intercepten el también enclenque cuerpecillo de un aliado, un civil, o una raquítica farola que se encuentren cerca en nuestra línea de tiro. O la extravagancia del desplazamiento: es más rápido ir rodando lateralmente que simplemente corriendo o saltando hacia delante.
Algo siempre destacable, no solo de The Shadow of New Despair sino de la saga en general, es que probablemente se trate de la más fiel traducción a las tres dimensiones del matamarcianos de hace treinta años, con sus dosis de estrategia requerida para dominar cualquier nivel de dificultad del normal para arriba, y sus ramalazos shmup en determinadas secciones. Llegados a cierto punto, esquivar y saber posicionarse, con más o menos apego por cierto sentido de la geometría y la armonía espacial, será tanto o más importante que disparar.
Todo lo que ocurre en el juego, todo lo que el juego ofrece, definiciones y etiquetas de género aparte, gira en torno a dos conceptos: economía y poética. Economía de recursos, por un lado, porque el juego sabe muy bien lo que quiere ofrecer y para conseguirlo centra todos sus esfuerzos en potenciar las tres o cuatro piezas básicas que maneja a base de multiplicaciones. Al minuto y medio de empezar a jugar ya has entendido, más o menos, lo que te espera en las siguientes treinta (o sesenta) horas, aunque la capacidad de sorpresa se sostiene hasta el final. Y la poética, por otro lado; la exaltación paisajística que se deriva de esas hordas de insectos gigantes, naves y monstruos recortando sus colores fosforitos y sus renqueantes figuras en cielos amarillentos. La poética, también, del héroe total (tú, yo, nosotros) capaz de aniquilar a un ejército entero de alienígenas, kaijus vs robots gigantes incluídos.
El concepto de videojuego que defiende Earth Defense Force 4.1 apela al arcaísmo del medio, al sentido mágico-religioso de las cosas, a un status quo escasamente evolucionado, a las intuiciones, a la superstición, a lo prehistórico, a la brutalidad. EDF 4.1 es un artefacto extraño y antiguo, extraído de alguna sima remota por la cual la evolución normal de los videojuegos pasó alegremente de largo, con toda la maravilla, la aversión, o la inquieta curiosidad que esto puede despertar.