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Eat Lead: The Return of Matt Hazard

Todavía no es la hora de Hazard.

Si tuviésemos que enmarcar este juego dentro de un género lo pondríamos, sin duda, dentro del de “comedia”. Eat Lead: The Return of Matt Hazard es, antes que un juego de acción en tercera persona, una gran broma que pretende arrancarte varias carcajadas.

El mecanismo que utiliza para hacerte sonreír es ese que ya hemos visto recientemente en, por ejemplo, el juego de Los Simpsons: parodiar el sector. La historia nos introduce a Matt Hazard, un héroe de videojuegos de acción ficticio que tuvo su apogeo en la década de los 80 y 90. No os destriparemos el argumento –que está muy bien y te empuja a seguir avanzando– pero así por encima diremos que implica distribuidoras malévolas y constantes referencias al sector.

Estamos, pues, ante un metavideojuego y ante un juego dentro de otro juego. Matt Hazard, el protagonista, un soldado calvo, carismático y vestido con ropas de auténtico hombre de acción (con hombreras metálicas y todo) es introducido en un videojuego en el que se va encontrando a antiguos compañeros de batallitas y a villanos clásicos de sus supuestos títulos anteriores. Debe ir pasando de niveles para intentar descifrar quién está intentando matarlo y acabar con su carrera como estrella del ocio electrónico.

El malo de los JRPGs es una de las mejores bromas del juego.

Como estamos en un juego dentro de un juego todo se vale. Los enemigos que irán apareciendo son variados y graciosos y están inspirados a propósito –para hacernos reír- en malos de otros juegos. Desde soldados del ártico muy Metal Gear hasta marines espaciales a lo Gears of War, mujeres-robot con un claro parecido a Lara Croft o Joanna Dark, zombies, soldados en 2D sacados directamente del Wolfenstein original o personajillos con armaduras que recuerdan a las del Jefe Maestro de Halo. El armamento es igual de hilarante: pistolas de agua, rifles de plasma, AK-47, shotguns, lanzagranadas, Uzis dobles…

Como colofón a esta parodia tenemos a los jefes finales de fase y a los amigos con los que vas tropezando. Seguro que ya habéis visto algunos vídeos (y si no aquí tenéis unos cuantos). Hay de todo: héroes andróginos con espadas gigantes sacados de juegos de rol japoneses, tentáculos viscosos o francotiradores pesadísimos.

Si sólo leéis hasta aquí podríais deducir que estamos ante el mejor juego de la historia. A nivel conceptual Eat Lead: The Return of Matt Hazard es genial. Es canalla, es divertido y es inteligente. Pero no saquéis todavía el dinero de vuestra cartera, que quizás os interese saber cómo se juega.

Una vez a los mandos el juego es bastante pesado. Es un shooter en tercera persona a lo Gears of Wars que te incita a cubrirte constantemente. Para ello han dispuesto una serie de botones que, en teoría, te dejan mover de cobertura en cobertura. A la práctica es algo que nunca utilizarás. El desplazamiento entre barricadas de nuestro héroe es lento e inefectivo y pasar de una columna a otra puede significar que nos acribillen por el camino.

No hay multijugador y los Logros y Trofeos son muy fáciles de conseguir. O sea que no hay mucha rejugabilidad.

Lo peor de todo es que hay una especie de truquito que te facilita en extremo las cosas pero que, a su vez, podría considerarse casi un fallo de diseño desastroso. Cuando estamos a cubierto –es decir, que nos disparan pero no nos tocan- podemos ajustar tranquilamente el cursor y colocarlo encima de la cabeza de algún enemigo. Acto seguido le damos al gatillo izquierdo (para apuntar), Matt saldrá de su cobertura un segundo, disparamos y dejamos de apretar el gatillo para que vuelva a cubrirse. En 0,1 segundos habrá hecho un headshot y habremos tomado cero riesgos.

Y de esos errores de diseño hay varios. El juego, que ya es dificilísimo de por sí, muchas veces propone situaciones bastante absurdas, como por ejemplo enviarte hordas de enemigos cuando literalmente no hay ningún sitio en el que cubrirte. Y, aunque sea un poco por hacer la gracia, acaba cansando encontrarnos siempre con los mismos malos. Cuando un tipo determinado de enemigo aparece por primera vez, pongamos por caso los zombies, irán saliendo a partir de esa fase hasta el final. Las pantallas y su sentido acaban diluyéndose en un maremágnum de malos aleatorios con los que ya estarás cansado de lidiar. Y qué pantallas más cansinas, también. Los escenarios no tienen ni carisma ni personalidad y están catastróficamente mal diseñados; son exageradamente grandes, siempre iguales y con estancias que no tienen ningún tipo de sentido.

La experiencia como juego de acción es, por tanto, muy floja. Es de esos shooters que cansa jugarlos. Y en este especialmente estarás deseando, aburrido, acabar la fase para encontrarte el jefe final y reír un poco. Y eso en un videojuego no tendría que pasar, es de cajón. Los gráficos, las animaciones y el sonido van en esa dirección, también. El modelado de los personajes y la forma en que se mueven es muy muy limitada y no se puede comparar con la de los referentes del género. Incluso hay varios juegos de PS2 que lo superan con creces. La música –y lo digo casi en singular- viene a ser un par de canciones que se repiten hasta decir basta. El doblaje tampoco se aguanta demasiado. Aunque en la versión inglesa teníamos a Neil Patrick Harris (sí, Barney de Cómo conocí a vuestra madre) y a Will Arnett (Gob de Arrested Development) en la española tenemos al señor genérico 1 y al señor genérico 2. No lo hacen mal pero, demonios, un poco más de ánimo.

Como han dicho por ahí, los desarrolladores de Eat Lead: The Return of Matt Hazard tendrían que haber hecho primero un buen juego de acción antes que intentar parodiar a los demás. A nivel conceptual es notable e incluso genial a veces pero, como juego, es muy del montón. No es divertido cubrirse, disparar o acabar con los malos. No puedes ser creativo acabando con ellos. Son una molestia en el mal sentido y lo único que hacen es impedir que te diviertas.

Tu actitud será, por tanto, y al contrario de lo que pasa en la mayoría de juegos, desear que acabe la parte jugable para ver las cinemáticas. Como juego no tiene nada, y lo remarcamos, nada que sea especial. No innova, no mejora nada de lo visto y ni siquiera consigue ser divertido. Como obra es todo lo contrario: una comedia muy entretenida con brillante guión. Tú decides a qué le das más peso.

5 / 10

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