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El precio de los videojuegos a examen.

¿Deben seguir inmutables?

Estamos viviendo una campaña navideña apasionante, en la que cada semana aparecen algunos de los mejores títulos indiscutiblemente de toda la generación; una campaña en la que se repite una molesta constante, el precio: esa religiosa suma que asciende entre los 60 y 70 euros. Lo de Zavvi, Amazon y la importación britanica es otra historia, porque no nos engañemos, aquí en nuestro país seguimos y seguiremos durante mucho tiempo teniendo que apoquinar esos casi 70 euros del ala por cada título.

Me he dado cuenta que ultimamente se habla mucho del precio de los videojuegos. Es cierto que la presencia de esas tiendas de importación afecta en gran manera, pero hay además otros motivos. Por ejemplo, ¿os habéis fijado que los precios de los juegos de 3DS han subido? Algunos títulos de esta portatil llegan hasta los 50 euros. Y en PSVita Sony ya ha amenazado que sus juegos valdrán lo mismo que los de las consolas mayores, olvidando para siempre esa frontera moral de los 30-40 euros. Otro motivo es la presencia de un Steam que nos ofrece a diario algunas ofertas jugosisimas con la única condición de no contar con el soporte físico de toda la vida. En épocas de rebajas, como en verano o en la reciente campaña otoñal, los precios de algunos títulos son de verdadero escandalo. Y también están las plataformas moviles, iPhones, Androids y compañía... Soportes en los que se están vendiendo todo tipo de juegos, algunos de indiscutible calidad y en las que empiezan a colaborar desarrolladoras punteras, a unos ridiculos precios de 1 o 2 euros. Con razón empresas como Rovio, creadores de Angry Birds, han acabado haciendose millonarios. Y todo esto cuando no metemos dentro de la ecuación a todos esos juegos gratuitos con pagos por contenido, los popularmente conocidos como freemium, a los que va más que bien, y sino que se lo digan a DC Universe y a su crecimiento en beneficios del 700% anunciado hace unas semanas.

En otras palabras, los juegos y soportes de siempre siguen teniendo los mismos precios de toda la vida, pero mientras tanto las nuevas formulas comerciales apuestan por modelos más economicos y competitivos. Esto, desde el punto de vista capitalista más destroyer, parece poco sostenible; razón por la que estos días hayan salido algunas figuras de la industria a decir la suya. Por ejemplo Jeremias Slaczka, uno de los jefazos de 5th Cell, responsables entre otros del divertidisimo Scribblenauts, el cual asegura que el modelo de juegos a 60 dolares tiene las horas contadas porque es un modelo roto. Slazcka viene a decir que, por ejemplo, un usuario no tiene demasiados problemas en gastarse 60 dolares en un Call of Duty, porque sabe que va a encontrarse un muy buen título que le va a brindar horas de diversión, pero que en un HomeFront, tan criticado por la prensa y comunidad, muy poca gente va a arriesgar dejarse tanto dinero en él. En otras palabras, según Slaczka, o estás convencido que vas a conseguir un título de calidad indiscutible, o esos sagrados 60 dolares van a ser una lapida para tu título.

Entonces, ¿hay que situar el precio del videojuego según su valor real? Buena pregunta, a la que la misma Sony ha intentado responder precisamente hablando de los juegos de la futura PSVita. Sin dar demasiados detalles, Jim Ryan, presidente de Sony Europa, ha asegurado que se están planteando la posibilidad de instaurar diferentes precios según cada título; aunque como afirma el mismo ejecutivo todo eso no es en vistas de contentar al usuario sino por intentar luchar contra los mencionados títulos a 1 euro para iPhone y compañía, un miedo que Nintendo ya ha manifestado en alguna ocasión. Al respecto no pocos aficionados han manifestado que esa idea esta muy bien, siempre y cuando no se venda el juego a trocitos como el escandaloso Ridge Racer para la misma PSVita, maniobra que parece ser será la utilizada en Japón.

Una pregunta que está sobre la mesa y en la que por una vez no voy a pronunciarme al respecto. Porque sinceramente no se muy bien qué opinar y en el fondo se, como ya nos demostró Fanatiko, que el tema de los precios no es nada sencillo y no tiene una solución facil. ¿Sería lícito que los juegos tuvierán un precio en función de su calidad? Evidentemente, la idea es maravillosa, pero... ¿Qué baremos se establecerían para determinar cada juego? Y más importante todavia, ¿Quién decidiría bajo que baremo se sitúa cada título? Que lo decidieran los propios fabricantes y desarrolladores no sería lógico. ¿Acaso cualquiera de ellos no diría que su juego es fabuloso y que vale hasta el último euro?

los juegos y soportes de siempre siguen teniendo los mismos precios de toda la vida, pero mientras tanto las nuevas formulas comerciales apuestan por modelos más economicos y competitivos.

Es muy complicado encontrar una solución de consenso y creo, que si a día de hoy, después de más de cien años de vida, la industria del cine no ha optado por una aproximación similar es por algo. Porque amigos míos, estamos pagando lo mismo por ver una película como Avatar, film que ha costado decenas de millones de dolares, que por ver la última del típico directorucho español, que además de ser mala de narices encima recibe subvenciones de nuestro estado. Eso, en el fondo, no es justo. Pero ¿cuál es la alternativa? ¿Pagar esos 10 euros habituales en la entrada de Avatar y 1 o 2 euros en el film español? Algo me dice que si el cine siguiera una metología así, acabaríamos pagando los mismos 10 euros en la pelicula española y en Avatar pagaríamos un "plus de calidad"... Y sino mirad que pasó cuando llegaron las gafas 3D de las narices.

Insisto, es un tema muy complicado del que no tengo ninguna solución mágica que pueda satisfacer a industria y aficionados. Pero una cosa sí tengo clara, los precios de soportes móviles y digitales son demasiado atractivos como para que el pleno de usuarios sigamos siendo fieles a la distribución fisica de toda la vida. Las principales desarrolladoras deberían empezar a replantearse desde los cimientos sus estratagemas, por más que se nieguen, como han hecho hasta ahora, a reconocer que el mundo está cambiando.

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