El Señor de los Anillos: La Conquista
Ssssmeagol, ¿por qué llora Sssmeagol?
Enlazando con lo anterior, la jugabilidad general se aferra a la consecución de objetivos secuenciales que van desde el típico "defended el portón" hasta asesinar a un general enemigo o tomar cierta posición al más puro estilo Battlefront. En casi cualquier momento estaremos asistidos por otros luchadores controlados por la IA (no esperéis grandes vestigios de inteligencia) pero personalmente me da la impresión de que todo el conjunto padece de cierto síndrome Golden Axe: Beast Rider, quiero decir, da la sensación de no tener un abanico de posibilidades lo suficientemente amplio como para no caer en la monotonía. Aunque es cierto que no llega a cotas tan bajas como en el juego de SEGA. El pobre doblaje al castellano que ha incluido Electronic Arts, con una voz carente de inmersión, extremadamente repetitiva y cansina, tampoco ayuda a lograr un producto bien cohesionado.
Un punto a favor del juego de cara al fan es el control de los personajes más destacados de uno y otro bando en determinadas circunstancias. Héroes míticos y poderosos demonios estarán a tu libre disposición cuando el ritmo de la batalla llega a su culmen. Creernos cuando decimos que llevar al Balrog, al Rey Brujo o a Isildur no tiene precio, aunque sean pocos minutos y sólo para completar un objetivo muy definido. Dichos héroes (o villanos) destacan por ser, como es lógico, mucho más poderosos que las tropas de a pie además de contar con ataques y magia exclusivos. Los de mayor tamaño como los Ents adolecen de un control más torpe (otro paralelismo con Golden Axe) que los demás y manejarlos se convierte en un proceso lento, a veces tedioso. En cualquier caso dichos personajes estarán disponibles en el modo multijugador siempre que los hayamos desbloqueados en la campaña, lo que asegura altercados con el compañero por ver quién será Aragorn o Gandalf, en el siguiente asalto.
En cuanto a representación gráfica e inmersión sonora Pandemic hace un trabajo mediocre a costa de todo el material previo que ya tenía sobre la mesa gracias a la trilogía de Peter Jackson. Los escenarios son representados con holgada fidelidad pero chocan con unos modelados de personaje demasiado explotados que no se diferencian ni en las texturas (aliados o enemigos, indistintamente). Todos los hombres de Rohan son parecidos, igual que todos los orcos o los Uruk-Hai. Sin excepción. Y es una lástima porque la integración de las cinemáticas con la narración en off junto con algunos ritmos de percusión conocidos podían dar mucho de sí, de no ser por estas (y otras) carencias gráficas difíciles de obviar.
A la mezcla hay que añadir un modo multijugador de hasta 16 jugadores no exento de problemas de conexión. Los tipos de juego existentes son los de siempre: combate a muerte, combate a muerte por equipos, capturar territorios y capturar la bandera (en este caso el Anillo). Las partidas, a menos que se jueguen con amigos, son un caótico despropósito de clases luchando aquí y allá. Así que nada nuevo bajo el Sol. Otra opción a tener en cuenta si te decides a comprar el juego.
En definitiva, ESDLA: Conquista no tiene nada de exclusivo. El escenario es conocido, la ambientación es conocida y los personajes también. Incluso la mecánica es lo mismo de siempre. Tal vez para aquellos usuarios que sólo buscan un título con el que matar unos cuantos píxeles gruñones junto a un amigo sea una opción a tener en cuenta, incluso recomendable. Pero el público más exigente sólo encontrará una propuesta que se sustenta en el armazón levantado por una trilogía literaria y cinematográfica, sin ningún atisbo de evolución y una puesta en práctica modesta, con algunas ideas con potencial desaprovechado.
Si Tolkien levantara la cabeza...