Enslaved: Odyssey to the West
Belleza automatizada.
Los jugadores enfermizo-profesionales que desbloquearon a Ryu Hayabusa en tanga en Ninja Gaiden jugando en dificultad Soy-el-Puto-Amo seguramente dirán que esto de Enslaved es una broma de mal gusto, y algo de razón tendrán, pero es que de verdad no creo que deba considerarse este automatismo en el control como algo rematadamente negativo. Ahora mismo, un espectáculo a nivel visual como el que nos ofrece Enslaved requiere de este tipo de control semi-guiado.
Por si no había quedado claro, salvo sorpresas de última hora en lo que me queda para pasarme el juego, solamente controlamos a Monkey. Trip nos acompaña y la hemos de proteger, pero también nos ayudará a sobrevivir con sus habilidades. Además de poder piratearlo todo y abrir cualquier puerta, se encargará de indicarnos los peligros de cada zona mediante una libélula robótica que la acompaña, y por si esto fuera poco, también podrá llamar la atención de los enemigos para despistarlos un rato. Tranquilos, Trip no es como la niña del Resident Evil 4, lo que me recuerda que sí vuelvo a oír otro ¡Leon, help! cometeré un crimen atroz.
Es más, Trip es tan manitas que también se encargará de mejorar nuestras habilidades. Podremos hacerlo cuando queramos y previo pago de los orbes que iremos recogiendo durante la aventura, ya sea derrotando a los enemigos o buscándolos como posesos por todos los rincones.
De hecho, mejorar nuestro ataque, defensa y técnicas especiales es fundamental para afrontar con garantías los combates. No es un juego excesivamente difícil en este sentido, al menos en modo Normal, pero ayuda. Para combatir disponemos además de nuestros desproporcionados puños de un bastón mágico como el de Son Gokuh que estamparemos sobre los cuerpos de chatarra de los enemigos. Hay dos tipos de golpes, un movimiento de evasión y un escudo muy resultón. Combinando botones, contraatacando y escapando cuando la situación lo requiera seremos testigos de unos combates muy espectaculares, donde los golpes son realmente contundentes. En definitiva, un sistema de combate que funciona y que nos sorprenderá con algunos derribos a cámara lenta que despertarán la bestia parda que lleváis dentro.
Y qué mejor para amenizar estos combates que los tambores rituales que ha preparado el compositor inglés Nithin Sawhney. La partitura que este afamado artista de la música electrónica ha preparado para Enslaved le va como un guante a la historia que Ninja Theory pretende contar. A veces juguetona, otras transcendental y melancólica, la banda sonora dota de una emoción especial a todas las escenas y en conjunción con el aspecto visual explota en forma de fuegos artificiales.
Y para acabar retomo el tema gráfico, que es la quintaesencia de este Enslaved: Odyssey to the West. El juego es puro color, es como tener el televisor con el Gamma al máximo. La llegada a la ciudad de Nueva York durante el primer tramo del juego es pura dinamita. Los takedown de Monkey acaban con un acercamiento a cámara lenta mientras el personaje grita con su último golpe espectacular tambiñen. ¡Y qué decir de las animaciones! Ver al protagonista deslizarse entre vigas, columnas y enredaderas con esa elegancia animal es algo bruto.
Y sí, seguramente pensaréis que me he emocionado mucho con este juego, pero es que realmente me está encantando. Toco madera para que lo que me queda siga igual de bien y espero que además de los gráficos el juego logre sorprenderme un poco más a nivel jugable. ¿Sabrán explotar la química entre los personajes? ¿Podrán plantear más situaciones diferentes? De ello dependerá que Enslaved acabe siendo un muy buen juego o una obra maestra.
Enslaved: Odyssey to the West saldrá a la venta para Xbox 360 y PlayStation 3 el próximo 8 de octubre.