Eurogamer: Lo mejor de 2023
Los miembros de la redacción escogen sus juegos favoritos del año.
Ahora que estamos a punto de dejar atrás 2023, otro año memorable en el que hemos jugado a montones de grandes videojuegos, abarcando desde grandes producciones triple A hasta intimistas proyectos independientes, los miembros de la redacción de Eurogamer.es nos hemos reunido para escoger nuestros tres títulos favoritos del año.
A continuación podéis leer las listas de cada redactor, junto con un breve texto en el que explicamos el porqué de nuestra decisión. Os invitamos, además, a que en los comentarios nos contéis cuales han sido los juegos que más os han gustado este año, y cual es vuestro juego favorito de 2023. ¡Feliz año a todos!
Josep Maria Sempere (@kr3at0r)
Menciones de honor: Cocoon, Hi-Fi Rush, System Shock Remake, The Cosmic Wheel Sisterhood.
Bronce: Alan Wake 2
Es difícil explicar qué hace tan grande a Alan Wake 2 sin caer en el empantanado terreno de los spoilers y sin reventar más de una sorpresa que todo jugador debería descubrir por si mismo. Lo que sí puedo decir abiertamente es que lo que sobre el papel parecía otro survival horror más se destapa como uno de los juegos más ambiciosos de 2023, una auténtica obra de autor capaz de subvertir todo tipo de expectativas y de hacer cosas impensables. Remedy, un estudio que quizás nunca hemos valorado como se merece, eleva con Alan Wake 2 la narrativa del videojuego hasta un nuevo nivel y firma su obra más personal e importante hasta la fecha.
Plata: Super Mario Bros. Wonder
Y si Alan Wake 2 es un prodigio de la narrativa, Super Mario Bros. Wonder lo es de la otra característica fundamental en un videojuego: la jugabilidad. El nuevo Mario, uno que apareció cuando menos se esperaba, recupera a esa Nintendo juguetona y traviesa, que deja todos los complejos de lado y se lanza a experimentar como si no existiese un mañana. Una Nintendo que, quizás, no habíamos visto desde Super Mario Galaxy 2. El resultado es el Mario más brillante de los últimos años, y sin ningún tipo de duda el Mario de scroll lateral más redondo y memorable desde Super Mario World. Un juego, además, tan valiente y experimental que es capaz de lograr que una fórmula con casi cuatro décadas a sus espaldas se sientan tan fresca como el primer día.
Oro: Baldur's Gate 3
Y, finalmente, junta ambos componentes - una excelsa narrativa y una jugabilidad impecable - y tienes el GOTY. 2023 es el año de Baldur's Gate 3, el año del milagro de Larian. De un juego que todos esperábamos que estuviese bien (porque el nombre de la saga de BioWare y Black Isle Studios sigue pesando mucho), pero que seguramente nadie esperaba que se convirtiese en semejante fenómeno de crítica y público. Un portento a nivel narrativo escrito con una pluma extraordinaria, con una profundidad y brillantez en sus sistemas jugables al alcance de muy pocos, valiente incluso a la hora de hacer suyas, a su manera, las reglas de Dungeons & Dragons. Baldur's Gate 3 es, además, el resurgir del cRPG, un sub-género que no puede decirse que estuviese muerto (ahí estaban, de hecho, Pillars of Eternity, Disco Elysium o los Divinity: Original Sin de la propia Larian), pero que ahora vuelve a tener una atención por parte del gran público de la cual no gozaba desde la década de los noventa. Es posible que nunca veamos otro Baldur's Gate 3, porque las conjunciones astrales tienen ese punto de rareza, pero desde luego su influencia a la hora de señalar el camino a seguir para todos los juegos de rol que estén actualmente en desarrollo es algo que nos traerá muchas alegrías dentro de unos años.
Enrique Alonso (@chicocartera)
Menciones de honor: Armored Core 6, Venba, Cocoon.
Bronce: Super Mario Bros. Wonder
Hay algo reconfortante en volver a Mario. Vivimos tiempos convulsos en la industria y fuera de ella, y en lo personal me ayuda encontrar asideros que funcionan hoy igual que lo hacían hace décadas, que comprendo y que me hacen sentir en casa. Supongo que también hay una parte de nostalgia pura, porque Mario, su iconografía, sus melodías, su silueta misma, siempre me han provocado una descarga de felicidad elemental y absoluta, una reacción casi pavloviana que solo puedo relacionar con la infancia. Super Mario Wonder, y en general cualquier nueva entrega de las aventuras del fontanero, sabe que juega con estas cartas y que tiene el partido de cara de antemano, pero sería injusto reducirlo a eso.
Sería tramposo hablar de un juego que baja los brazos y se limita a vivir de las rentas cuando lo que se esconde bajo su aparente clasicismo es precisamente un desafío a sus reglas mismas, las más establecidas y a priori sagradas de la historia de nuestro medio. Super Mario Wonder es un juego rupturista, experimental, furiosamente valiente, es el diseño de videojuegos puro demostrando que no hace falta reinventar nada, y que ni siquiera hemos empezado a vislumbrar los límites de una idea que va camino de cumplir los cuarenta años. Mario es inagotable, es infinito, y lo seguirá siendo mientras su premisa no cambie: que pasen los años que pasen, siempre se sienta como la primera vez.
Plata: Baldur's Gate 3
Pero Super Mario Wonder no es el único juego que ha apostado por el exceso y la exhuberancia para acabar conquistando territorios ya conocidos: Baldur’s Gate 3, la sensación del año y una de las historias más bonitas que nos ha dejado 2023, tampoco inventa nada, pero simplemente ha elegido hacerlo todo mejor que los que vinieron antes. No era fácil poner en el mapa el juego de rol occidental de corte clásico e inspiración isométrica con semejante contundencia, pero si algo debió enseñarnos esa tormenta de fuego que fueron las ventas de Elden Ring en el ya lejano febrero de 2022 es que los juegos de nicho no existen.
Existen la calidad y la pereza, los moldes y los proyectos que se atreven a romperlos, y sobre todo existen un montón de reglas que supuestamente gobiernan todo este tinglado, y que sin embargo jamás han conseguido predecir con éxito el impacto de los juegos que simplemente intentan ser excelentes. Baldur’s Gate 3, con su acceso anticipado, su lanzamiento en verano, su presencia escalonada en diferentes plataformas o su negativa a dejar de pulir el código hasta el último minuto para facilitar la realización de reviews, se las saltó todas. Y eso es lo bonito de la historia. Que ganó. Y que lo hizo pensando en una sola cosa: los jugadores.
Oro: The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom
Y por eso es natural ponerse de su lado; por eso ha arrasado allá donde ha ido y por eso su victoria en prácticamente todas las listas se celebra como un triunfo de todos. Y a mi me encantaría unirme a la fiesta, pero mi corazón ya tenía dueño antes. Su propietario era el señor Eiji Aonuma, un tipo que pasó los dos últimos años pidiendo perdón con una humildad que a mi me hubiera costado fingir teniendo algo así entre manos. Tears of the Kingdom tardó en llegar, pero ya sabéis aquello que dicen sobre los juegos que se retrasan y los que simplemente son malos para siempre. Tomándose su tiempo, entendiendo la responsabilidad que implicaba servir de continuación a la obra más revolucionaria e influyente de los últimos veinte años, una Nintendo con las prioridades clarísimas y el corazón en su sitio supo entregar una obra maestra que no solo estaba a la altura: quizá lo más prodigioso de Tears of the Kingdom sea su manera de convertir en algo trivial a una barbaridad como Breath of the Wild. De hacerlo, de algún modo, predecible.
Tears of the Kingdom es más grande, más complejo y mucho más ambicioso, pero su verdadero mérito no hay que buscarlo en las grandes cifras, sino en esa idea fundacional que ahora explota del todo, en la semilla que plantó el juego de 2017 y que ha necesitado seis años para germinar: Tears of the Kingdom no es un videojuego. Tears of the Kingdom es un juguete. Es un artefacto infinitamente complejo y la colisión de mil sistemas funcionando al unísono, pero a la vez es tan universal, y tan eterno, como un palo atado a una piedra, porque su verdadero motor es el mismo: la curiosidad. La creatividad, el ingenio, y esa pulsión tan humana de modificar el mundo con nuestras manos y sentarse a ver lo que pasa. Es un canto al hecho mismo de jugar, y una idea de una pureza que me emociona.
Jaime San Simón (@eslinchis)
Menciones de honor: Alan Wake 2, The Cosmic Wheel Sisterhood.
Bronce: Void Stranger
Void Stranger es el segundo juego de System Erasure, un estudio finlandés formado por Eero Lahtinen y Antti Ukkola. Tras sorprender con el shoot’em up ZeroRanger en 2018, este juego de puzzles sokoban es una demostración de que aquello no fue un espejismo ni una casualidad. Void Stranger es, para empezar, un magnífico juego de puzzles sokoban, un género construido en torno a las limitaciones del movimiento y a la capacidad del jugador de anticipar el efecto de sus movimientos a varios turnos vista.
El sokoban sirve como punto de partida a un mundo de secretos que van haciéndose más complejos a medida que el jugador se adentra en su universo y descubre que prácticamente todo lo que aparece en pantalla se puede romper con un poco de ingenio. La narrativa se entrelaza con las pruebas y ambas van ganando en capas de complejidad a medida que uno se sumerge en un agujero de gusano que a ratos parece no tener fondo. Solo entendiendo la historia con la misma certeza con que resolvemos los puzzles podemos alcanzar a comprender todo lo que tiene que ofrecernos System Erasure.
Plata: The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom
El equipo de Tears of the Kingdom ha logrado algo realmente meritorio que parecía imposible cuando se anunció: un juego con tantas posibilidades como Breath of the Wild parece ahora solo un test preliminar. Quizá el factor sorpresa sea menor que en 2017, pero Tears of the Kingdom sigue siendo el modelo al que todo sandbox debería aspirar, con sorpresas continuas que ofrecerte si estás dispuesto a dedicar tiempo a experimentar con sus sistemas.
El mapa de este Zelda ha crecido en vertical con el subsuelo y el cielo, pero lo especial de este título es cómo las mecánicas se han expandido en todas las direcciones posibles. Si el anterior título tenía trazas claras de immersive sim, en este Zelda las nuevas mecánicas (en particular la Ultramano) proporcionan un potencial creativo casi ilimitado para el jugador y le dejan acometer cada problema de decenas de maneras diferentes.
Oro: Baldur's Gate 3
Meses después de su lanzamiento Baldur’s Gate 3 me sigue pareciendo un milagro, pero quizá esta sea una manera pobre de resumir años de grandísimo trabajo de profesionales de distintos campos: escritores que nos han dado líneas memorables, actores que han dado vida a compañeros que se han convertido en amigos, diseñadores que han planificado posibilidades más allá de los límites imaginables, programadores que han trazado un sistema propio de un immersive sim que aguanta todo lo que le echen, QA que han vigilado que de alguna manera todo esto no colapse bajo su propio peso, traductores que han permitido que todo esto llegue a ún más gente y por supuesto decenas de otros puestos que me dejo por el camino; si los enumerara todos podría salir alguien a pedirme que fuese terminando.
Todo este trabajo titánico ha servido para que Larian firme un cRPG memorable, al mismo tiempo digno heredero de los clásicos y punta de lanza para el futuro del género. El estudio ha sabido moverse con habilidad entre el registro humorístico y el dramático, poniendo tanto cuidado en las pequeñas interacciones fáciles de perderse como la trama principal, y nos ha dado la ocasión de irnos de aventuras con uno de los mejores planteles de compañeros de un RPG en mucho tiempo.
Paula García (@cecilos)
Menciones de honor: Paranormasight, The Cosmic Wheel Sisterhood, A Space for the Unbound.
Bronce: Alan Wake 2
Me flipa el Alan Wake original pero, incluso así, siempre he sentido en cierta medida que es un juego que me gusta mucho más por lo que podría ser que por lo que es. Lo que podría ser Alan Wake es exactamente lo que Alan Wake 2 es: un juego infinitamente original, infinitamente cuidado en su propuesta, pero sin miedo a experimentar con los límites del propio género de terror y de la historia, ya de por sí metanarrativa, que quiere contar. Detalles como el capítulo musical o el hecho de que el juego haga una mecánica del hecho de que el pobre Alan, siempre víctima de bloqueos creativos constantes, no es el mejor escritor del mundo son más que suficientes para destacarlo por encima de casi todo lo que he jugado este año. Supongo que era bastante evidente que una fan de las novelas de detectives y del género negro, en general, iba a prendarse de este título en concreto, pero es que creo que es la prueba definitiva de que Remedy es uno de los estudios que está haciendo uno de los trabajos más interesantes actualmente. No es que sienta que acierte todos los dardos que lanza - sigue sin encantarme el combate, o algunas fases más convencionalmente de acción, un poco enrevesadas - pero aprecio que apueste por ello de la manera en la que lo hace.
Plata: Armored Core 6
No es que yo fuese la mayor conocedora de la saga Armored Core antes del anuncio de esta sexta parte, pero sé que tras este juego no me perderé ni una de las futuras entregas. Creo que la manera sencilla de enfocar esta explicación sería centrarse en sus sistemas: en la manera en la que te insta constantemente a experimentar con las piezas y las construcciones de los robots, en lo sobrehumano que te sientes cuando empiezas a ser capaz de pensar en cuatro dimensiones, en lo ágil y preciso de su movimiento, en los bullet hell infernales que te hacen olvidarte casi de respirar o en el puñetero Balteus. Pero en realidad, y quizás lo sabéis tan bien como yo si lo habéis jugado, todo esto sería una pantomima. Me flipa Armored Core 6 con el estómago, con el corazón; esta es una fascinación que se ha cocinado muy lento, que ha ido goteando día a día, detalle a detalle, minuto a minuto de juego. Es inevitable enamorarse del juego más maduro de From Software, que entiende que lo único que se puede hacer después de sublimar su propia fórmula en Elden Ring es deconstruirla; es imposible no sentir cariño hacia las voces, expresiones, y pequeños iconos crípticos que conforman a los personajes que nos acompañarán en esta aventura. Abandoné el juego tres meses porque no me sentía capaz de enfrentarme en combate a un personaje concreto al que le había cogido cariño infinito; quizás uno de los mayores impactos emocionales que jamás haya conseguido en mí en un videojuego, sin necesidad de apoyarse en absolutamente ningún elemento visual, sólo a través de una actuación de voz magistral y una narrativa sublime.
Oro: Pikmin 4
Tú eres muy pequeñito y el mundo es muy grande. Esto es verdad, supongo, tanto en la vida real como en Pikmin; pero en esta saga, nuestra pequeñez tiene un significado especial. Nos hace mirar las cosas desde otro ángulo. Y esta cuarta entrega, que podía haber salido mal de tantísimas maneras, y que forma parte de una de las sagas más de nicho dentro del catálogo de Nintendo, es también el juego que mejor representa el espíritu de la desarrolladora japonesa este año. Si me hubieses preguntado a principios de año, estaría segura de que estaría escribiendo estas líneas sobre Zelda, pero aunque Tears of the Kingdom me ha encantado, en cierta manera siento que Pikmin es más puro. Absolutamente sencillo de manejar, increíblemente inteligente en su progreso, más amplio que nunca y también más bello, cada pequeño detalle de su universo está puesto allí por algo, quiere generar una sensación en nosotros. He echado de menos este juego cada día desde el mismo momento en el que acabé la partida, y sólo puedo esperar que quienes nunca hayáis prestado atención a esta saga os sintáis, quizás, un poco inspirados por este primer puesto para echarle un vistazo a un juego genuino, bonito, gracioso, dulce y brillante que, simplemente, lo hace todo bien.
Álvaro Arbonés (@alvaromortem)
Menciones de honor: Void Stranger, Pizza Tower, Lunacid.
Bronce: Armored Core 6
Si un videojuego pretende ser lo más puro posible, debe hacer que todo en él se destile a través de su propio lenguaje. Eso es algo que ningún otro juego de este año consigue como Armored Core 6. Un juego brillante en cómo asume todo lo que es Armored Core y lo refina a partir de lo aprendido a lo largo de los años y los Soulslike. Narrativamente es delicioso, artísticamente es espectacular, pero todo funciona de un modo imposible fuera de un videojuego. Armored Core 6 son conceptos propios del medio destilados hasta su esencia más pura. La perfección de lo que es From Software.
Plata: Baldur's Gate 3
Avisamos de que Baldur's Gate 3 podría ser lo que es, porque hay algo en lo que siempre hemos creído: los CRPG nunca han estado muertos. Sólo necesitaban dejarles el espacio para demostrar lo que pueden ser. Porque Baldur's Gate 3 es profundo y complejo, pero como todos los grandes RPG, tiene unos personajes tan interesantes y un mundo tan florido que mucha gente ha decidido confrontar sus fricciones. Que no son pocas. Es un juego denso, complejo y que no siempre se comunica bien. Pero es un juego excelentemente escrito y diseñado y eso, cuando se le da el espacio para florecer, es algo que el público sabe apreciar.
Oro: Alan Wake 2
Existe virtud en la pureza, pero también en la bastardización; el videojuego tiene una especial facilidad para beber de otros medios, y por eso algunos juegos buscan convertirse en una ópera total. Ninguna ha estado tan cerca, si es que acaso no lo ha conseguido, como Alan Wake 2. Mezcla medios, formas, ideas. Es un genial survival horror que podría ajustarse mecánicamente para ser excepcional, pero mejora ampliamente el primero, mientras arrasa con todo a su paso en lo narrativo, lo artístico y lo textual. No existe un juego este año más ambicioso y más triunfal en sus ambiciones que este. Toda una demostración aspiracional de lo que los videojuegos pueden llegar a ser.
Pablo Casado (@PabCasado)
Menciones de honor: Metroid Prime Remastered, Warhammer 40,000: Boltgun, El Paso, Elsewhere, Ghostrunner 2.
Bronce: Turbo Overkill
A estas alturas del campeonato, podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que el sub-género de los FPS conocido como “boomer shooter” no es una moda pasajera. Todos los años tenemos nuevas propuestas que nos reconcilian con los tiros, el strafing y el exceso porque sí, porque en los videojuegos se puede. Turbo Overkill es todo eso y mucho más en una propuesta pasadísima de rosca que combina sin mirar atrás polígonos más afilados que las garras del Predator, neones y un ritmo vertiginoso comandado por un protagonista cuya carta de presentación es deslizarse a toda hostia por el suelo mientras parte por la mitad a sus enemigos con la motosierra que lleva instalada en la pierna. Así es Johnny Turbo, damas y caballeros, un ministro de la muerte que acompaña a semejantes credenciales una ristra casi inagotable de armas y mejoras, todas ellas enfocadas a que nos divirtamos de lo lindo mientras escupimos plomo, explosiones y venganza a lo largo de sus espectaculares niveles. Qué más se le puede pedir a un FPS. No, en serio.
Plata: Dead Space Remake
Con la mano en el corazón: a falta de completar varios títulos (no es el primer año que me pasa y sospecho, con pruebas fundadas en la experiencia, que no será el último), el oro y la plata de este 2023 son intercambiables. Una suerte de ex aequo, si os place. Y es que gran parte de los argumentos que sirven para las aventuras peninsulares de Leon Kennedy pueden aplicarse a la epopeya espacial de Isaac Clarke. Si bien es cierto que la USG Ishimura, repleta de angostos corredores y salas colmadas de maquinaria pesada, luce mejor que nunca, dicha bendición técnica y artística es, en última instancia, terreno abonado para el terror. Un asalto constante a los sentidos lleno de iluminación engañosa, cacofonías ensordecedoras y lugares que prometen emboscadas de unos necromorfos más duros que nunca. Si a esto le sumamos unas mecánicas que aportan ideas frescas -tener que seccionar las capas de epidermis necromorfa es un triunfo jugable- o implementan aciertos de las secuelas del original, tenemos frente a nosotros un remake que no podría ser más redondo. Ni más terrorífico.
Oro: Resident Evil 4 Remake
Pese a que ya nos hemos acostumbrado a que los remasters, remakes y reboots sean moneda de cambio habitual en esta industria, no todos los años se revisita una de las entregas más carismáticas de una saga tan seminal como es Resident Evil. Ni tampoco se suele hacer así de bien. Imponente en lo artístico y lo técnico, este remake de Resident Evil 4 no se limita a desplegar filigranas visuales - como deslumbrarnos con el pelazo de Leon - sino que acumula no pocos aciertos jugables. Un movimiento mucho menos pesado que el original - aunque no tanto como aquellos que nos recuerdan, cada dos por tres, que en el clásico de Game Cube no puedes moverte y disparar al mismo tiempo -, parrys o accesos rápidos al armamento son sólo unos pequeños ejemplos que encuentran un perfecto reflejo en unos combates tensos y adrenalínicos contra unos ganados de íbero origen, macarrónica expresión y pésima actitud. El resultado, como no podía ser de otra manera, es un remake impecable que transmite, al mismo tiempo, personalidad y familiaridad, elevando la obra original y emparentándose con los esfuerzos recientes de la actual Capcom.
José Luís Ortega (@jl0rtega)
Menciones de honor: Hi-Fi Rush, Marvel's Spider-Man 2, Jusant, Super Mario Bros. Wonder.
Bronce: Cocoon
He de reconocer que tenía más esperanzas en el Sommervile de Dino Patti que en este Cocoon de Jeppe Carlsen; ambos co-creadores de Limbo e Inside. Es lo bonito de lo inesperado, que te golpea con más fuerza. Cocoon lo hace. Y vaya cómo lo hace. Toma lo abstracto como punto de partida para llevarnos por un mundo de ingenio en el que tomamos el control de una suerte de escarabajo pelotero que tiene que avanzar por escenarios estricta y genialmente diseñados. Para avanzar en sus entornos oníricos y efectistas, tenemos que transportar una suerte de pelotas en las que se transportan mundos y escenarios enteros que debemos combinar para resolver los sesudos rompecabezas que nos propone. Puzles que resultan un ejercicio de diseño y talento que rozan la excelencia, empujándonos a constantes ejercicios de creatividad, que tienen también su presencia en originales batallas contra jefes finales en las que no está permitido errar. Su contrapunto quizás sea lo abstracto de su narración ambiental. Si obviamos eso, porque aquí hemos venido a ponernos a prueba y no a vivir una excelsa narrativa, son unas cinco horas redondas que se harán un hueco en nuestra memoria.
Plata: Sea of Stars
En los RPG no sé, pero en la vida real, la nostalgia es el arma que más fuerte puede golpear. Sea of Stars llegaba con ese propósito, y vaya si lo ha cumplido. El de homenajear a joyas noventeras del género como Chrono Trigger, con la versatilidad que aportan los tiempos actuales. Y, por supuesto, el talento de Sabotage Studios, quienes ya venían de sentar cátedra pixelera con The Messenger. Sea of Stars no solo tiene ese sabor a bocadillo de mantequilla con azúcar, que bien podría considerarse un recurso fácil desde una perspectiva superficial, pero basta con adentrarnos unos segundos en su mundo de fantasía para quedarnos absortos con su belleza, tanto visual, como sobre todo, poética. Pocos juegos desprenden tanto carisma en todos sus poros como este. Principalmente, por unos personajes inolvidables (cocinero guerrero, te quiero mucho) y un dibujo narrativo que acompaña en todo momento para ser mucho más allá que otra batalla entre buenos y malos. Con mensajes entre líneas sobre la fraternidad, la lealtad o el amor. Con mucho cariño y, como no podía ser de otra manera, con más de un giro de guion que deja con la boca abierta. Sea of Stars es pureza.
Oro: Alan Wake 2
La de Alan Wake 2 es una historia de supervivencia. No solo porque haya que enfrentarse a criaturas oscuras que acechan en cada esquina, sino que ejemplifica lo difícil que resulta sobrevivir en un sector como el del videojuego incluso aunque ya te hayas hecho un nombre. Tres millones de copias vendidas no fueron suficientes para que se confiara en una secuela de Alan Wake, y hemos tenido que esperar trece años hasta que pudiera suceder. Hasta que ese camino largo y oscuro por fin viera algo de luz. Una luz que se arroja por la linterna de los protagonistas. Pluralizo porque una de las más valientes, y principales novedades de esta secuela es la inclusión de Saga Anderson, quien por momentos arrebata el protagonismo al escritor que da nombre al juego. Sus historias se entrelazan de forma magistral, y Remedy da un golpe sobre la mesa, y pocos impactos tan virulentos como la fuerza que desprende la narrativa de esta aventura, que va más allá de ser una obra de terror o de tomar prestados elementos de la obra de David Lynch. En Alan Wake 2, el alumno supera al maestro y aporta una metodología que, a buen seguro, va a ser estudiada y tomada como referencia en un futuro cercano. Una obra tremendamente valiente que tal vez necesitaba este tiempo de ausencia para ser comprendida. Un compendio constante de sorpresas que es mejor que descubráis sin que nadie os lo cuente.