Análisis de Far Cry: New Dawn
Apocalipsis rosita.
Al comenzar Far Cry 5, en una de sus primeras escenas, vemos una estatua de Joseph Seed. Conocemos poco de él: que es el líder de una secta y que dicha secta se dedica a torturar, secuestrar y matar. En Far Cry: New Dawn, lo primero que sabemos es que el mundo ha llegado a su fin pero que, aun así, la vida sigue.
Far Cry: New Dawn es un spin-off de Far Cry 5 que nos lleva de vuelta al condado de Hope, en Montana, diecisiete años después de que la profecía del Padre se hiciese realidad. En esta ocasión, sin embargo, nos enfrentamos a las gemelas Mickey y Lou, quienes están al mando de los Salteadores, una banda que se dedica a lo que te esperas que se dedique una banda de malos en pleno post-apocalipsis. Roban, saquean, matan, les gustan los coches, aterrorizan a los locales y cosas así.
Lo primero que destaca en este retorno a Hope es el color, porque estamos acostumbrados a que las imágenes del post-apocalipsis sean de destrucción y muerte, no de vida exuberante. A decir verdad visualmente New Dawn a veces me ha recordado a escenas de la película Annihilation, si bien no tienen nada que ver una obra con la otra. Hope combina zonas más desérticas con otras llenas de color y vegetación, con una fauna mutada en mayor o menor medida, y las zonas habitadas por personas son estructuras nuevas, a veces en los restos de la civilización, pero la naturaleza va ocupando y tomando control. Incluso la orografía del terreno ha cambiado.
Pero los cambios no son meramente estéticos. Muchos nos preguntábamos si Far Cry: New Dawn sería lo suficientemente distinto como para considerarlo un juego aparte, y en mi opinión al final así es. Para empezar, porque a nivel mecánico hay novedades. Las armas, por ejemplo, ahora tienen rangos y para crearlas deberemos conseguir recursos. Hacernos con ellos, de hecho, será esencial para poder tener no sólo mejores armas sino mejoras para nuestra base.
El juego además nos propone una forma de dificultad escalonada dentro de la propia partida. En la anterior entrega nos guiaban de forma sutil para que empezáramos en una zona concreta, pero al final podíamos ir a donde quisiéramos. En New Dawn han planteado la dificultad de otra manera: a través de rangos. Las armas, los enemigos, la misiones y los puestos tienen rangos de dificultad. Esto hace que para conseguir más recursos y, por tanto, mejoras y armas, sea necesario rejugar de nuevo ciertas partes, añadiendo dificultad cada vez.
Con o sin rangos, Far Cry: New Dawn sigue siendo muy divertido de jugar. Quizás esta entrega tiene un mapa más pequeño y una gama de vehículos menor, pero las armas y el combate siguen siendo satisfactorios. Lo que más he notado ha sido cómo la inteligencia artificial ha cambiado con respecto a la anterior entrega; ahora los enemigos se mueven más, son más perceptivos y tienes que estar más atento a los animales salvajes que antes. Esto, unido al escalonado de dificultad, hace que la experiencia esté más centrada en el reto.
Como ya hemos visto, esta entrega cuenta también con la novedad de las expediciones, misiones fuera del mapa principal que sirven para conseguir recursos necesarios para ciertas mejoras. Son entretenidas, aunque he tenido un poco la sensación de que vienen a sustituir el modo Arcade del anterior juego, el cual New Dawn no tiene. De nuevo, la dificultad irá escalando conforme las hagamos, y aunque se repitan mapas, la disposición de los enemigos y objetivos varía lo suficiente como para no acomodarnos.
Además, volvemos a contar con una serie de compañeros cuyos estilos de lucha casarán más o menos con los nuestros. Quizás he echado en falta que haya más interacción con ellos, que podamos conocerlos mejor. Por otro lado, volvemos a tener la oportunidad de pasarnos el juego acompañados por un amigo, por si no nos gusta jugar solos.
A nivel narrativo Far Cry: New Dawn continúa dándonos personajes carismáticos, con una historia que a veces se centra en la violencia, pero otras en la familia. Sigue habiendo momentos que no parecen casar muy bien con la seriedad que nos quieren vender, pero, por otro lado, tampoco son muchos y ser un poco irreverente tampoco le sienta mal. La violencia es un tema que los juegos de Far Cry tratan a menudo, sobre todo la que ejerce nuestro protagonista (que, como en la anterior entrega, es uno silencioso). Far Cry: New Dawn hace hincapié además en los lazos familiares desde varias perspectivas, pero especialmente en las relaciones paternofiliales, y es aquí donde más interesante me ha parecido el juego, aunque no ahonde en ello todo lo que me gustaría.
Sin embargo, Far Cry: New Dawn también se siente un poco superfluo, con una trama sencilla. Mi principal problema en este apartado es que crea personajes carismáticos con los que me gustaría poder interactuar más, especialmente los compañeros, pero el juego no da espacio para ello. Por supuesto, el ritmo de Far Cry no pide que nos paremos a charlar, y al final los antagonistas se me antojan mejor desarrollados e interesantes que los propios aliados, precisamente porque acabamos relacionándonos más con ellos.
Volver a Hope ha sido una experiencia interesante. Para empezar porque al visitar de nuevo lugares que ya vimos en Far Cry 5 he recordado recorridos, pasillos, cómo me había pasado este escenario, cómo me había sentido y a dónde me había llevado la historia. Ya no es sólo la sensación de nostalgia, sino de que en cierto modo casi creía que iban a salirme fantasmas para hablarme del pasado, porque aunque yo supiera lo que había sucedido, mi personaje no. Mi personaje no tiene ni idea de lo mal o bien que lo pasé en ciertos escenarios ahora desiertos o llenos de enemigos que han modificado todavía más el terreno. No ha dejado de fascinarme esa sensación, y al mismo tiempo sí que quería que el juego se parara un poco más a reflexionar sobre lo pasado.
Cuando pienso en qué sello poner a este juego, me entra la duda. Por un lado, Ubisoft ofrece contenido nuevo que puede ser una señal de por dónde quiere ir la saga. Por otro, este spin-off se antoja a veces demasiado breve, como si no terminaran de querer arriesgarse a proponer algo nuevo, como si testearan las aguas. Y, sin embargo, me lo he pasado genial con él. Como diría una compañera, estéticamente no tiene problemas. Su mecánica de disparos sigue siendo satisfactoria y me gustan las nuevas armas. Incluso me gusta el tener que buscar recursos, recorrerme de nuevo el territorio, pasarme varias veces el mismo puesto y tratar de averiguar qué ha sido de quienes conocí en la anterior entrega. Sus personajes, aunque no me dejen interactuar mucho con ellos, son carismáticos y es muy divertido ir con algunos de los nuevos compañeros. Así que este sello de Recomendado se lo estoy dando porque a quién quiero engañar: resulta que me gusta mucho Far Cry: New Dawn. Y, además, sigue molando mil abrir las puertas a patadas.