Análisis de Farpoint
Shooting simulator.
Puede que de crío la mayor parte de mis monedas de cinco duros acabasen en el cajetín de Demon's World, Shadow Dancer o Snow Bros, pero no puedo negar que siempre estaba mirando de reojo a Operation Wolf. Con esa imponente Uzi en el mueble y sus alucinantes tiroteos en Vietnam, el juego de Taito era la estrella del local y en el que se amontonaban alrededor más chavales, hasta el punto que la partida costaba dos monedas en vez de una, a diferencia el resto de máquinas. Eran otros tiempos, en los cuales las light guns eran el periférico más deseado y los juegos de tiros uno de los más populares y rentables. El género, sin embargo, murió casi de golpe tras la llegada de Doom y la explosión de los first person shooters; hubo algún que otro título, como Time Crisis o Virtua Cop, que trató de recuperarlo con cierto éxito, pero por lo general ese tipo de juegos quedó relegado al medio que los había visto nacer, los salones recreativos. Hasta ahora. Esas experiencias -viscerales, intuitivas y muy directas- se adaptan como un guante a la "nueva" tecnología de moda, la realidad virtual. Sony lo sabe, y nuevo gran lanzamiento exclusivo de PlayStation VR es un videojuego que, salvando las distancias, nos retrotrae a los tiempos de la mítica recreativa de Taito.
Farpoint empieza un poco en plan Gravity, con varios científicos estudiando un extraño fenómeno en la órbita de Júpiter. La situación no tarda mucho en descontrolarse, claro, y al final los astronautas son absorbidos por un agujero de gusano y trasladados a un extraño planeta plagado de criaturas alienígenas a la Starship Troopers, más preocupadas por clavar sus dientes en carne humana que por establecer un fructífero primer contacto. Sin ser la panacea ni plantear nada rompedor, la narrativa de Farpoint es muy efectiva a la hora de plantear la misión y objetivos del protagonista (encontrar a sus compañeros y buscar la forma de escapar del planeta) e incluye algún que otro giro y situación que está bastante bien.
En cierto modo, la ópera prima del estudio Impulse Gear recuerda un poco a los polémicos walking simulators, con la salvedad de que aquí, aparte de pasear por las set pieces y admirar las vistas, también disparas. Con el stick te mueves con libertad por los escenarios, pero su diseño es lineal y está pensado -con acierto, en mi opinión- para que vayas siempre de frente y no tengas que girar con frecuencia ciento ochenta grados, evitando los temidos mareos. Realmente tu función es ir avanzando por trazados predefinidos mientras despachas grupos de enemigos, escaneas hologramas para ir conociendo la historia de los otros supervivientes y, como mucho, de vez en cuando escoger entre dos bifurcaciones para proseguir tu camino, sin que esta elección tenga un peso real en el devenir de la trama.
Farpoint no busca reinventar la VR ni se muestra interesado en explorar las posibilidades que esta tecnología puede aportar en términos de narrativa o innovación. Su objetivo es muchísimo más sencillo y banal: quiere ser divertido y vistoso, y en ese sentido cumple con creces.
Hay aspectos en los que Farpoint va más justito, como en la variedad de armas o enemigos, pero otros están muy bien resueltos. El cambio de armas es uno de ellos, por ejemplo, realizándose con el simple y natural gesto de levantar el rifle por encima del hombro, como si fuésemos a colgarlo y coger otro de una mochila. En general, de hecho, todo el trabajo realizado para hacer que la aventura sea lo más inmersiva posible es más que correcto, porque lo que es la mecánica principal (los tiroteos) funciona a la perfección y se nota que estamos ante un título pensado de forma específica para la VR, no algo que se ha adaptado para aprovechar el tirón de esta nueva tecnología. El sistema de control, muy bien estudiado para evitar la fatiga y las náuseas, o un desarrollo adaptado a la propia idiosincrasia de la realidad virtual son pruebas palpables de ello.
Puesto que no hay alicientes para volver a la campaña una vez la hayamos terminado por primera vez (la duración oscila entre las cinco y las seis horas, dependiendo de vuestra habilidad), Impulse Gear ha incluido un par de modos extra diseñados para alargar la vida útil del juego. Por un lado tenemos un modo Cooperativo con cuatro niveles para dos jugadores, pero aunque es divertido intuimos que a las pocas semanas del lanzamiento será un páramo en el que costará encontrar a un compañero de fatigas. Mucho más interesante es el modo Desafío, una mezcla de horda y speed-run en el que vamos avanzando tramos de nivel eliminando lo más rápido a todos los enemigos presentes en el mismo, incrementando la puntuación y los multiplicadores, para así alcanzar el siguiente checkpoint y sumar más segundos al contador al contador decreciente que llevamos en la muñeca. Es aquí donde Farpoint saca a relucir su faceta más arcade y frenética, y realmente es la que le sienta mejor, ofreciendo un reto a la altura de una experiencia plenamente inmersiva.
Y lo es, en gran parte, gracias al Aim Controller, porque del mismo modo que no es lo mismo jugar a un juego de coches con un volante que con un pad, tampoco es lo mismo pegar tiros con una ametralladora que con un DualShock 4. No soy precisamente muy amigo de meter más periféricos de plástico en casa (hola, guitarras y baterías de Guitar Hero y Rock Band), pero hay que reconocer que el rifle de Sony funciona estupendamente bien y se convierte en una pieza central de la experiencia; es ergonómico y cómodo, tienes todos los sticks, botones y gatillos a mano y la detección 1:1 a través de la PlayStation Camera es mucho más precisa de lo que esperaba. Aunque se puede jugar a Farpoint sin el Aim Controller, mi recomendación es que os hagáis con él, especialmente al saber que ya se han confirmado un puñado de títulos que serán compatibles con él, como ROM: Extraction, The Brookhaven Experiment o Arizona Sunshine.
Farpoint no busca reinventar la realidad virtual ni se muestra interesado en explorar las posibilidades que esta tecnología puede aportar al videojuego en términos de narrativa o innovación. En realidad, su objetivo es muchísimo más sencillo y banal: quiere ser divertido y vistoso, como aquellas recreativas de antaño a las que evoca, y en ese sentido resulta innegable que cumple con creces. Farpoint quizás no sea el juego que merece PlayStation VR, pero seguramente sí el que necesita; una galería de tiro futurista, que no hace nada nuevo pero que a Sony le viene de perlas para vender al gran público las bondades de su casco de realidad virtual.