F.E.A.R. 2: Project Origin
El regreso de Alma.
Quizás por su planteamiento atmosférico y ambiental pudiera parecer que F.E.A.R.2 es un título pensado con la campaña para un jugador como principal objetivo pero conviene recordar que, como valor añadido de rejugabilidad, ofrece modos multijugador online repletos de logros y, si bien los tipos de juego resultan los habituales en estos casos, la experiencia del anterior F.E.A.R. nos hace presagiar buenos ratos de desenfreno y tiroteos de alto calibre ante completos desconocidos allende las líneas telefónicas y -¿por qué no?- también con nuestros más allegados.
F.E.A.R.2 es, en resumen y por lo expuesto, un buen ejemplo de FPS bien hecho: gráficamente correcto (aunque sin alardes de grandeza), eficientemente diseñado, con un buen ritmo y lo suficientemente variado e interesante como para impulsarnos a seguir hasta el final si la trama de su argumento nos despierta siquiera la mínima de las curiosidades.
… is fear itself.
Y, sin embargo, queda algo importante que decir acerca de F.E.A.R.2 Project Origin: todo lo anterior se aplicaría perfectamente y letra a letra a un retroanálisis del primer F.E.A.R. Porque, salvo una puesta al día gráfica y de ciertos elementos actualizados y mínimamente pulidos –porque ya eran sobresalientes en la primera entrega de la saga-, no encontraremos nada relevantemente nuevo en F.E.A.R.2. Esto, que no tendría porqué resultar en absoluto negativo (F.E.A.R. es un muy buen juego), sí termina por perjudicar a la secuela a cierto nivel: es un juego basado en una fórmula excepcionalmente cerrada.
Por exigencias de su propio motor narrativo, se trata de un título que corre a buen ritmo, pero sobre rieles muy estrechos; con un diseño que hemos tildado de eficiente –sin duda- pero innegablemente pasillero y predeterminado, predecible por momentos. Tratando de huir de ciertos clichés del género cae, por el camino, en la repetición de los mismos elementos del primer F.E.A.R. hasta el punto de dar menos la apariencia de ser padre e hijo que la de ser hermanos gemelos con distinto peinado. Así, toda una importante parte de la experiencia de F.E.A.R.2 –la que viene sugerida por su título- prácticamente desaparece porque los sobresaltos no terminan de sobresaltar, las visiones no terminan de perturbar y los horrores no acaban de horrorizarnos. Este hecho, en un título cuyo negocio es -también- mantenernos al borde de nuestros asientos, es una falta de relativa importancia. En vez de presenciar una profundización en los modos y maneras apuntados por el primer F.E.A.R., tenemos siempre la sensación de hallarnos ante una mera variación lateral con respecto a una receta ya probada. F.E.A.R. era un sabroso y chispeante daiquiri de piña y F.E.A.R.2 Project Origin es un sabroso pero ligeramente aguado daiquiri de fresa.
Nos encontramos, pues, ante un título notable y digno de ser jugado que sabrá ganarse los afectos de quien disfrutase con el primer F.E.A.R. y de los amantes de los shooters en general pero que, aun siendo un juego sólido y entretenido, peca de complacencia y de una excesiva autorreferencialidad. La combinación está bien, pero necesita renovación si quiere mantenerse fresca. Todos sabemos lo duro que es el mercado de los shooters, pero es mayor el peligro que a la franquicia le llega de su propio éxito que de la competencia exterior: el mayor enemigo de este F.E.A.R.2 Project Origin es vivir de los réditos pasados sin lanzarse a alcanzar una personalidad propia… Y todos sabemos que la chica más guapa rara vez bebe más de dos veces el mismo combinado.