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Análisis de FIFA 17

Nuevo motor. Mismo liderazgo.

Eurogamer.es - Recomendado sello
FIFA 17 cambia de corazón, pero se muestra continuista en el mejor sentido de la palabra, manteniendo su posición de liderazgo en el género.

Siempre me ha fascinado la teoría del puente aéreo. Puede que el nivel de los comentaristas deportivos españoles, con tipos como el inefable Pedrerol o los Manolos al frente, no sea especialmente brillante salvo contadísimas excepciones, pero hay que reconocer que acertaron de pleno al acuñar la teoría del puente aéreo, esa que dicta que las crisis en el Bernabéu coinciden con los momentos más pletóricos del Barça, y viceversa. Me fascina porque es también aplicable a los videojuegos de fútbol, donde los mejores estados de forma de FIFA se producen justamente cuando PES pierde su rumbo. En tiempos recientes EA Sports ha mostrado su nivel más alto mientras Konami trataba de recuperar el brillo de antaño, pero con un Pro Evolution Soccer que esta temporada por fin recobra su identidad… ¿dónde queda un FIFA 17 que, sobre el papel, presenta algunas de las reestructuraciones más profundas de los últimos años?

Empecemos por el mayor cambio de FIFA 17, la tan cacareada introducción del motor Frostbite. La lógica dicta que implementar la misma tecnología que mueve portentos visuales como Battlefield 1 o Star Wars Battlefront conllevaría un enorme salto gráfico respecto al viejo Ignite, pero en realidad es bastante más moderado; si bien las mejoras en términos de iluminación y detalle de los jugadores (en las caras o la ropa, sin ir más lejos) son más que evidentes, en general, y especialmente cuando juegas un partido, FIFA 17 no es tan diferente de su antecesor, muy probablemente debido a la alejada situación de la cámara. El caso es que EA Sports resuelve la situación con notable solvencia: en mayor o menor medida FIFA 17 es gráficamente superior a lo visto hasta ahora, se mantienen la robustez y esos necesarios 60FPS que garantizan la fluidez y buena respuesta de los controles y, lo más importante, no se aprecia una transición tan problemática como la que sufrió, por ejemplo, Pro Evolution Soccer cuando Konami decidió apostar por el Fox Engine. Ni siquiera las físicas, que ya no dependen de scripts predefinidos, muestran defectos graves, salvo alguna que otra reacción extraña en las colisiones (algo que, en honor a la verdad, también ocurría a veces con el motor antiguo) en ocasiones aisladas.

Curiosamente es El Camino, el nuevo modo historia y otra de las grandes novedades de FIFA 17, el que más se beneficia del uso de Frostbite. Inspirado en el modo MiCarrera de los NBA 2K o en la propia historia de otro juego de EA, Fight Night Champion, en El Camino nos ponemos en la piel de un joven británico, Alex Hunter, para guiarlo desde su eclosión como profesional hasta convertirse en una estrella de la Premier League. Evidentemente, no esperéis de este modo grandes piruetas narrativas ni un guión plagado de sorpresas, porque en realidad las situaciones son previsibles y todos los clichés imaginables están ahí. Lo importante no es eso; es la sensación de ser un joven que empieza su carrera y que debe tomar decisiones para alcanzar su sueño de codearse con los más grandes.

En ese sentido cumple: es fácil establecer un vínculo con Alex, identificarte con sus acciones y tener como actores secundarios a gente del calibre de Marco Reus o James Rodríguez hace mucho en favor de hacer la experiencia más creíble. A medida que avanza la campaña participas en los entrenamientos, juegas los partidos (cumpliendo objetivos de puntuación, goles y asistencias), tomas alguna que otra decisión sobre tu carrera profesional (cambios de equipo, obtención de sponsors) y te relacionas con tus compañeros de equipo o con la prensa. A la hora de hacer declaraciones puedes contestar en plan chulesco como Cristiano Ronaldo, humilde -falsamente o no- como Xavi Hernández u optar por una posición neutra, y tu postura tiene implicaciones: ser incendiario te labrará una legión mayor de fans, pero con humildad ganarás puntos con el entrenador. No es muy complejo, realmente: lo que es la historia se resuelve principalmente como si fuesen diálogos de Mass Effect, y el resto de la experiencia es un popurrí de partidos y de los diferentes ejercicios del modo práctica. Esto me hace pensar en El Camino como en un tutorial más digerible, en una forma más entretenida de irte familiarizando con FIFA 17 mientras una historia se desenvuelve ante ti. Si moderas tus expectativas, este modo puede sorprenderte para bien.

La historia, en cualquier caso, es cuestión de dos o tres tardes, con lo cual el peso de la longevidad de FIFA 17 a lo largo del resto de la temporada recae en el resto de modos. Y ahí, como no podía ser de otra forma, entra en juego FUT. Este auténtico pozo sin fondo de horas (y, para nuestra desgracia, también de dinero) no sufre grandes cambios respecto a la edición anterior, pero sí incluye alguna novedad destacable. Si el año pasado se estrenaba FUT Draft, en esta ocasión lo hace FUT Champions, un torneo de eliminación directa con clasificatorios para los fines de semana y diferentes premios según el número de partidos ganados, que apunta a los eSports y, a la larga, parece que concentrará la mayor actividad de los aficionados a FUT. Con menos lustre, pero resultando igualmente interesante, llega también la opción de los Desafíos de Plantilla, donde no se juegan partidos per se y la experiencia gira alrededor de los malabarismos con las cartas (tipo "crea una plantilla de oro con dos únicos, jugadores de cinco ligas, química mayor a 70 y una puntuación global de 75"), para cumplir los objetivos marcados y, una vez más, conseguir premios en forma de sobres que permitan ir mejorando nuestro club.

Otros modos, como los Torneos o las Temporadas, no sufren cambios importantes, siendo quizás Clubes Pro el que incluye más novedades. En él nos juntamos con otros diez amigos para formar un equipo, cada uno adoptando un rol y una posición concreta, escalando en la clasificación y subiendo de división. La diferencia es que mientras antes había que cumplir objetivos concretos, ahora se evalúa la actuación de cada partido, aumentando nuestra media al realizar pases con éxito pero bajando si somos chupones, por ejemplo. El sistema incentiva con éxito el juego en equipo más que no las acciones individuales para mejorar de forma egoísta las stats de nuestro jugador, y también se incluye un nuevo editor para crear camisetas y escudos personalizados para nuestro equipo, en vez de depender de los predefinidos.

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Tecnología, modos y esa tragaperras con cartas que es FUT; todo esto está muy bien, pero al final el éxito o fracaso de un juego de fútbol se mide en el campo. Sobre el césped FIFA 17 es mucho más continuista que revolucionario, aunque como era de esperar retoca ciertas mecánicas e introduce algunas novedades significativas, empezando por un ritmo general un poco más lento. Es en el ataque donde diría que se aprecian más los cambios, indirectamente en una IA que lee mejor el juego y va más allá del simple desmarque, haciendo que las jugadas sean más naturales y ofreciendo más posibilidades, y directamente con mejores pases normales y un pase al hueco que inicialmente parece el mismo de siempre, pero que apretando el botón superior izquierdo se convierte en un pase entre líneas más rápido. También parece que se han intentado hacer más realistas los chuts lejanos desde fuera del área, pero aquí EA se ha quedado a medio camino porque siguen resultando demasiado efectivos en muchas ocasiones, especialmente si usas el tiro de calidad.

Resultan más convincentes, por ejemplo, la nueva mecánica para cubrir el balón, que por fin resulta indudablemente útil y si se combina bien con los pases ofrece un gran abanico de posibilidades, o todo lo relacionado con las jugadas a balón parado. En las faltas la gran novedad es la posibilidad de alterar la posición del lanzador o usar dos jugadores de apoyo más, y los saques de esquina y libres indirectos cambian de forma radical, situando una retícula en el lugar deseado para el pase. Donde EA no ha acertado es en los penaltis; resulta incomprensible que se renueven año tras año, especialmente si, como es el caso, el nuevo sistema es inferior al antiguo.

Los tiros desde los once metros no son el único aspecto donde FIFA parece haber sufrido una pequeña regresión. Los porteros, que precisamente mejoraron notablemente el año pasado, vuelven a dar un pequeño paso atrás y, pese a tener más animaciones, se muestran ahora un poco más inseguros, tomando ciertas decisiones cuestionables. En general funcionan bien y se comportan de forma solvente, pero ya os aviso que habrá momentos concretos -afortunadamente no muchos- en los que os acordaréis de todo su árbol genealógico cuando hagan una cantada propia del Casillas más despistado.

Pero en términos generales, aún con sus pequeños defectos, a nivel jugable se aprecia un paso adelante, y FIFA 17 suele resultar profundo, satisfactorio y divertido, alcanzando un equilibrio bastante acertado entre el simulador y el arcade. Es quizás en la IA como grupo donde creo que deberían concentrarse los esfuerzos de cara al año que viene, porque en los niveles altos de dificultad los equipos siguen siendo clónicos y optan siempre por la máxima posesión del balón a lo Guardiola, en vez de variar la táctica para cerrarse y sorprender al contragolpe o apoyarse en un delantero tipo Ibrahimović que sea hábil jugando de espaldas a la portería y cree segundas jugadas. No desaparece tampoco del todo esa sensación de estar jugando en Leyenda y que la CPU sea prácticamente Skynet, anticipándose a todos tus movimientos con una calculadora frialdad, pero al menos esto se puede solucionar trasteando con los sliders del menú de opciones para adaptarlo más a un comportamiento realista.

Respecto a licencias, este año la situación es un tanto extraña si, como un servidor, eres hincha de Barça y Juventus, porque el Camp Nou se lo queda Konami y la Serie A no aparece como tal (pese a todos los equipos italianos están licenciados). Pero filias y fobias personales, es innegable que la ventaja de FIFA respecto a PES es cada vez más amplia en este sentido, sumando novedades como la Meiji Yasuda J1 League, y en España especialmente notaremos y mucho que LaLiga Santander la tiene en exclusiva Electronic Arts. Repite, por cierto, la opción de jugar con selecciones femeninas, las cuales incluso tienen un torneo propio, la Copa Internacional Femenina, y en todo lo demás, los valores de producción de FIFA (música, comentarios, grafismos, etc.) siguen siendo los propios de un juego de EA: excelentes. El online, de momento, es bastante ejemplar, con un buen matchmaking y partidos sin lag ni desconexiones extrañas.

Cuando EA anunció el cambio de motor en FIFA 17 muchos nos temimos lo peor, porque alterar los cimientos de un juego tan complejo es una operación realmente arriesgada en la que muchas cosas pueden salir mal. La realidad, afortunadamente, es distinta, e incluso sorprendente: puede que las cosas hayan cambiado radicalmente a nivel interno, pero externamente FIFA 17 es mucho más continuista de lo que esperas, y gracias a ello logra mantener el buen nivel de las últimas ediciones. Esta nueva entrega es sólida como una medular dirigida por Busquets o Modrić, y sigue a rajatabla la dirección que hemos visto en la franquicia desde FIFA 12; quien espere una revolución no la encontrará aquí, pero lo cierto es que, a veces, es mejor no tocar demasiado algo que ya funciona bien. FIFA 17 es un buen ejemplo de ello.

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