Avance de FIFA 18
"From Stamford Bridge, he's bigger than the fridge".
El pasado 8 de agosto, en el estadio Filip II de Skopie, Macedonia, tuvo lugar la Supercopa de Europa referente a los campeones en competiciones europeas de la temporada pasada, enfrentando a un Real Madrid colmado de poder contra un Manchester United en plena reconstrucción. Muchos eran los detalles a tener en cuenta en este partido, pero uno de los más destacables era el debut oficial de Romelu Lukaku con el conjunto inglés. Lukaku es un jugador peculiar con unas características físicas magníficas, y el equipo que quiera integrarlo en su juego debe conocerlas bien: es fuerte, alto y su cuerpo es robusto, pero lo más importante es la forma en la que lo utiliza. Es fantástico para recibir cualquier balón de espaldas a la portería y ofrecer un segundo pase al jugador que venga de cara, para después irse a su lugar natural, el área. Una vez allí es letal, y pese a su corpulencia tiene una habilidad tremenda para rematar todo tipo de balones y que la gran mayoría de sus oportunidades acaben en gol de una manera u otra. Esa noche de Supercopa, el Manchester United no supo utilizar a su nueva punta de lanza, y en parte él tampoco supo adaptarse bien al juego del equipo, aún caótico y desordenado. Sin embargo, cinco días después, en el primer partido de liga, demostraron lo contrario y Lukaku anotó dos de los cuatro goles encajados por el West Ham.
Mientras jugaba los primeros partidos, y más adelante jugando con el propio Manchester United, los cambios que trae FIFA 18 me recordaban constantemente a estos dos partidos y a este jugador. Ambos encuentros fueron ejemplo de como se debe o no usar a un jugador de esas características y esto es algo en lo que ahora debemos pensar permanentemente con el juego. ¿Como se mueve este jugador? ¿Es explosivo y tiene arrancada? ¿Es lento y torpe? ¿Va bien con las dos piernas? Estas preguntas, ahora más que nunca, se van a repetir muchas veces en nuestra cabeza, desde la configuración de las alineaciones hasta en situaciones de partido a tiempo real. Al igual que Lukaku es un experto protegiendo el balón con su cuerpo para recibir de cara a sus compañeros, Modric tiene una capacidad extraordinaria para hacer giros bruscos con el balón controlado, Kanté es capaz de ocupar parcelas de terreno exageradamente amplias, y Fellaini de... bueno, de ser Fellaini. Estos jugadores se comportan y mueven sobre el césped de una manera determinada, y sus avatares en el juego lo harán igual.
Todos estos cambios que poco a poco EA va implementando en la fórmula jugable responden a una tendencia muy clara hacia el realismo, hacia una simulación más fiel del deporte real que intenta imitar. FIFA cada vez se parece menos a si mismo, frenético y agil, decantándose por parecerse a la influencia real: el fútbol de verdad. De este modo, este nuevo sistema de animaciones cambia el juego completamente y da un paso más en el camino de la autenticidad frente al de la gamificación, haciendo de la forma de jugar más lenta, más técnica, y sobretodo más táctica. Podría parecer que esas animaciones, ese afán por lograr que los jugadores se muevan como sus modelos reales, es un detalle puramente estético, pero tiene un impacto directo tremendo a la hora de jugar.
Tal y como ocurre en la realidad con los propios jugadores, la toma de decisiones en el campo es un factor esencial para el juego: es una virtud indispensable saber analizar la situación e identificar rápidamente cual es la mejor decisión a tomar. A la hora de hacer un regate, una carrera, un pase o un tiro, habrá que tener en cuenta más que nunca la disposición del jugador y su colocación, y en función de eso el movimiento será más o menos preciso. Un pase corto para realizar una pared al primer toque con alguien de espaldas casi siempre acabará mal, porque, a diferencia de antes, ahora esas limitaciones físicas están más presentes. Los jugadores tienen más dificultades para hacer acrobacias imposibles solo porque les corresponde hacerlas en ese momento para que el jugador pueda terminar su jugada, y esto ya no sucede precisamente porque en la realidad no lo hace.
Por esa misma razón hay que prestar igual atención, o incluso más por la falta de costumbre, no solo al emisor del pase sino también a los receptores. Estos, dependiendo de la colocación de sus piernas, de como venga el pase, y de su predisposición natural a ese tipo de movimiento concreto, recibirán la pelota de una manera u otra, unas veces acabando en éxito, otras en fracaso, muchas en algo entre medias: quizá un pase bien recibido pero que ha costado controlar, o un pase perfecto que caba en pérdida por un estúpido tropiezo. Para los que nos gusta más el juego asociativo frente a la verticalidad, estas nuevas variantes se notan muy rápido, pues cambian mucho el juego: a menudo trazamos jugadas y mantenemos mucho la posesión gracias a pases sencillos al primer o segundo toque, algo que ahora será mucho más complicado, teniendo en cuenta cuanto tenemos que vigilar a los jugadores receptores de los pases y si están o no en buena posición para recibirlo.
Al igual que Mourinho y el propio Manchester United aprendieron en pocas semanas como integrar a un jugador como Lukaku en su juego (habrá que ver si esto se mantiene de aquí a final de temporada, claro), haciendo algunas variaciones, el jugador de FIFA deberá hacer lo mismo con todos, además de tener en cuenta muchos otros estímulos a tiempo real. Ahora en FIFA también es importante conocer al jugador de verdad, saber como juega de ver partidos cada fin de semana, y ese conocimiento probablemente te ayude en el juego, más que nunca. En Anfield se escucha el You'll Never Walk Alone al unísono y en el Bernabéu te pitan si vas perdiendo, por lo que todo parece encajar con la realidad. Excepto la mente brillante detrás del fichaje del patán de Kyle Walker por cincuenta millones de libras, con el cual parece haber sucedido al revés: este tipo se cree que está jugando al FIFA.