Análisis Final Fantasy X / X-2 HD Remaster
De vuelta a Spira.
Los personajes permanecen quietos en el escenario, pensativos y con la vista perdida en el horizonte, como si estuvieran reflexionando hacia sus adentros, cada uno en su lugar, como actores que esperan el momento de decir su frase. El tiempo y la historia están completamente paralizados, solo avanzan si el jugador hace que avance. Como una película que se detiene cuando el espectador cierra los ojos, Final Fantasy X espera estático, con un ritmo de otro tiempo, a que el jugador, en el papel de Tidus, hable con todos los personajes para dar paso a la siguiente cinemática y presentarnos la siguiente batalla.
El mundo acuático-futurista de Spira sigue siendo un escenario original y refrescante, pero no es lo mismo verlo sentado en platea, como lo veíamos en 2001, que tras las bambalinas, como lo vemos hoy en día, más viejos y más viajados. Casi quince años después de su lanzamiento original en PS2, el jugador al cual va dirigido Final Fantasy X/X-2 HD Remaster viene de vivir otras muchas experiencias, regresa con la complicidad de quien visita a unos antiguos amigos. Desde el backstage se le ven las costuras al juego, se perciben más los defectos. Sigue ahí la gran epopeya sobre lo romántico, lo adolescente y lo épico que fue la despedida de Hironobu Sakaguchi de Final Fantasy, pero es muy difícil pasar por alto que los personajes son de cartón y los escenarios fondos pintados: un teatrillo, una opereta de otra época, una suerte de zarzuela del ocio electrónico para treintagenarios que quieren evadirse por un momento con las batallitas de sus tiempos mozos.
Aún con todo, entramos en el juego y somos capaces de reconocer y aplaudir los méritos de los dos juegos incluidos en este título recopilatorio, especialmente de Final Fantasy X. Fue una de las entregas más ambiciosas de la saga, el capítulo que dio el salto a las 3D, el que introdujo voces para sus protagonistas. No escatimó esfuerzos a la hora crear un mundo y unos personajes con carácter y personalidad. También destacó en lo técnico, pero especialmente en lo artístico gracias a un imaginario visual memorable liderado por Yusuke Naora y el siempre excelente acompañamiento musical del maestro Uematsu. También fue el Final Fantasy de la transición, el primero en contar con la batuta de Yoshinori Kitase, el que introdujo las segundas entregas, el que se rindió al J-POP y al cosplay más extremo, pero también el que quiso romper con la tradición de un protagonista principal masculino.
Todos estos factores convierten a FFX en uno de los capítulos más importantes de la serie, uno al que esta remasterización rinde tributo de forma adecuada. La actualización del aspecto gráfico con texturas nuevas para escenarios, nuevos modelados para los personajes principales y CGIs convenientemente reescaladas consiguen que hoy en día se converse de forma estupendo en lo visual. El resultado es apartado gráfico colorista, cálido y muy pulido que se muestra muy sólido tanto en PS3 como en Vita, pero cuyo remozado visual destaca especialmente en la sobremesa. Al mismo tiempo, lo HD no tan solo afecta al apartado visual, sino también a la banda sonora gracias a que algunas pistas han sido sustituidas por versiones orquestales y arreglos más nítidos. Juega también en favor de este Remaster el hecho deque la versión PAL que nos llegó aquí en su momento sufrió especialmente el traumático cambio de formatos de la época (menor framerate, proporciones del formato de imagen deformadas), algo que soluciona esta versión HD para el consuelo de los sufridos jugadores europeos.
En cuanto a lo estrictamente jugable, FFX se beneficia de la incorporación de la esfera de habilidades avanzada que venía con la International Version del juego que no vimos por aquí, un sistema de progresión de personajes que aún hoy destaca por lograr traducir de manera muy visual la especialización de cada uno de ellos. El resto se mantiene intacto; tanto para lo bueno, como un sistema de combates algo pausado para los estándares actuales pero sólido al fin y al cabo; y para lo malo, como las insufribles mazmorras con esferas que ni funcionaban entonces ni funcionan hoy en día.
Final Fantasy X-2 se beneficia de algo más de contenido gracias también a los extras de la versión internacional que solamente estuvo disponible en Japón, como "Last Mission", que es un modo de juego separado en el que las tres heroínas han de avanzar a lo largo de una torre llena de enemigos finales para conseguir objetos especiales, el Creador de Criaturas -que constituye un juego por sí solo como el famoso minijuego de Blitzball en FFX- y la Arena de Batalla.
A nadie se le escapa que la décima entrega de Final Fantasy y su secuela eran las más "fáciles" de adaptar a los tiempos que corren, cosa que no quita que el trabajo de Square Enix con esta remasterización sea más que notable. Sin embargo, por mucho empeño que se ponga en actualizar texturas y modelados, siempre es difícil combatir el paso del tiempo, y para según que géneros como el JRPG, todavía lo es más. Aún con todo, los dos juegos incluidos en Final Fantasy X / X-2 HD Remaster - especialmente el primero - se siguen disfrutando hoy en día. Y aunque sí que es cierto que sus personajes y el mundo de Spira siguen esperando estáticos al jugador, y que muchas de sus convenciones han quedado hoy en día anticuadas, la generosa cantidad de contenidos, la pureza de su propuesta jugable y lo entrañable de su historia adolescente siguen valiendo la pena.