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Final Fantasy XIII

La reivindicación de un género.

Un juego que entra por la vista y el oído

No hay duda de que si FFXIII fuera una película que compitiera en la gala de los Oscars sería esa típica que se lleva todos los premios técnicos. Visualmente estamos ante un juego soberbio en todos los sentidos, una verdadera delicia para la vista. Como hemos dicho, gran parte de esto lo debemos a la propia estructura lineal del título, algo que ha permitido a sus creadores inventarse el mundo más fantástico e imaginativo que un humilde servidor ha visto jamás en un videojuego. El barroquismo y la belleza de sus escenarios naturales, la arquitectura de sus ciudades de fantasía, el diseño orgánico de todas las naves, robots y de los vehículos. Todo esta cuidado al detalle, hasta el punto de que no hay un solo plano del juego que no pueda ser casi una postal. No es extraño verse a uno mismo girando la cámara para no perderse detalle de este mundo.

Igual de sublime es el trabajo en los personajes, de los que destaca tanto el modelado como la expresión facial. Viéndolos uno pone en duda aquella creencia de que los estudios japoneses no pueden equiparse a los occidentales en lo que se refiere a gráficos, ya que FFXIII es uno de los exponentes más potentes que tenemos hoy en día desde el punto de vista técnico. Prueba de ello es que la confusión entre las escenas in-game y las propias cinemáticas es prácticamente una constante. Tal como nos decía nuestro compañero Miguel Ángel, estamos ante un auténtico trabajo de artesanía.

Finalmente, dentro del apartado sonoro existía cierto temor por la ausencia por segunda vez consecutiva del clásico compositor de la saga, Nobuo Uematsu, pero lo cierto es que la partitura de Masashi Hamauzu ha superado todas las expectativas. Musicalmente el juego muestra unas composiciones que sin alejarse de lo que hemos visto en anteriores Final Fantasy sí que muestran elementos distintivos, como la importancia que cobra el piano en muchas composiciones o la introducción de estilos que nunca antes habíamos visto en la saga como el blues o el jazz. Asimismo, la partitura brilla con especial contundencia en las canciones de combate, épicas hasta rabiar y que nos animan a darlo todo en estas batallas.

Como hemos dicho hasta ahora Final Fantasy XIII es la reivindicación de una manera muy particular de hacer las cosas y de ver el mundo de los videojuegos. Es posible que muchos lo tachen como un título anclado en el pasado y que no ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos, pero precisamente esa es también su principal virtud. Square Enix ha cogido todos los elementos que han funcionado en la saga y los ha potenciado hasta el extremo, todo ello sin avergonzarse de lo que es y mostrando mejor que nunca cual es la verdadera esencia este género. La historia en forma de culebrón épico y lineal, su genial sistema de combates y sobre todo su puesta en escena van en la misma dirección: sumergir al jugador en ese tipo de odiseas hiperbólicas que solamente el género de los JRPG podría suministrarnos.

9 / 10

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