Análisis de Football Manager 2017
Fútbol es fútbol.
Sports Interactive no parecen ser de los que juegan a los dados. Football Manager, su única y veterana obra, es de esos juegos medidos a la perfección, con una cantidad de datos y variables casi inabarcable que, aunque mirado con ojos inexpertos puede parecer un galimatías, esconde un trabajo que rivaliza con el de los mejores clubes de fútbol. Football Manager 2017 parte de las mismas reglas, pero la fórmula de la Coca-Cola que llevan años explotando empieza a perder gas, y si ya en ocasiones anteriores advertimos del peligro que supone tener que innovar año tras año para satisfacer las demandas del público más veterano antes y del recién llegado ahora, por primera vez quizás en la historia de la franquicia es momento de que demos un paso atrás y nos preguntemos hasta qué punto puede ser tolerable la inmutabilidad en un proyecto tan longevo.
Huelga decir que la base sigue siendo exactamente la misma. Como buen mánager de fútbol, la pantalla principal -en este caso nuestra bandeja de correo- es nuestra base de operaciones, el punto donde se reúne nuestro avatar, ahora totalmente personalizable con un sistema que reconoce nuestra cara en fotos de manera lo bastante razonable como para no crear un engendro del averno, con el resto de nuestro equipo técnico. Y, aunque no es especialmente distinto a lo que hemos visto con anterioridad -frase que se puede aplicar al 99% de las novedades disponibles-, los principales cambios de esta entrega se encuentran aquí, ya sea mostrando información de manera más visual que antes o sugiriéndonos cambios o movimientos que, aunque todavía lejos de la presencia de un "Mono" Burgos gritándote a la cara, sí son mucho más útiles de lo que podían serlo en un pasado.
El principal problema de Football Manager siempre ha sido ser el más listo de la clase sin molestarse en comprobar que todos los demás compañeros o incluso el profesor están siguiendo su razonamiento. Rara vez la saga no es arisca con el recién llegado, y querer añadir más y más variables para justificar la salida de una entrega anual han acabado por complicar aún más lo que de por sí ofrecía una cantidad de opciones prácticamente infinita. Por suerte, si algo bueno se puede decir este año, es que la IA piensa mucho más en la persona detrás de la pantalla, ofreciendo consejos constantemente, mostrándonos distintas ayudas fácilmente accesibles por todo el menú y dejándonos activar directamente desde nuestra bandeja de entrada las sugerencias del segundo entrenador, de nuestro ojeador o del preparador físico. Es una mejora clara, sobre todo si lo comparamos con la enorme cantidad de acciones que teníamos que realizar antes para cambiar la rutina de entrenamiento o negociar con un jugador, pero -y es un pero enorme- que esto no nos engañe, porque seguiremos encontrándonos con innumerables situaciones en las cuales no tendremos muy claro en qué hemos influido o si es posible obtener un desenlace distinto al que la máquina ha planteado, algo problemático en un juego en el que pasas la mayor parte del tiempo navegando entre menús y con un feedback limitado.
Decía Xavi en su análisis de la edición de hace dos años que Football Manager gestiona mal el tiempo, y aunque el esfuerzo para que esa impresión de tener que prestar atención a cosas irrelevantes sea menor es notable, su otro gran error es la desconexión que existe entre determinadas tareas y nuestra participación en el juego. ¿Qué sentido tiene dar distintas estadísticas a nuestra representación virtual antes siquiera de empezar, cuando todavía no sabemos en qué influye o cómo queremos afrontar la temporada? ¿Para qué meter un menú dedicado a las redes sociales si solo lo dedicas a mostrar mensajes de alegría cuando ganas y de tristeza cuando pierdes en vez de, y es un ejemplo, cuestionar positiva o negativamente tu labor como mánager? ¿Por qué el Fantasy Draft, esa suerte de Comunio virtual operativo incluso sin necesitar a otros amigos, está tan completamente aislado del juego principal que es casi como un juego aparte? Pueden parecer detalles tontos, pero se hacen especialmente sangrantes porque muchos de ellos ni siquiera son nuevos y llevan ya dos o incluso tres años presentes.
El resto de ese tiempo en que no estamos mirando una sucesión de palabras y números se reparte, cómo no podía ser de otro modo, dentro del terreno de juego, donde también nos encontramos con mejoras estéticas. Las animaciones, tanto en el verde como en los menús, son mucho más fluidas, y aunque visualmente seguimos lejos de un FIFA o un PES, los muñecos de futbolín han dejado paso a modelos lo bastante competentes como para que dejar de lado las tareas de mánager y tomar el papel de espectador no se sienta como viajar al pasado. También los pequeños detalles, como el spray para los lanzamientos de faltas o los distintos ángulos de la cámara, ayudan a dar un toque de verosimilitud mínimo pero necesario. Lo demás, un poco lo de siempre: Gestionar las tácticas, mover el banquillo y, como principal novedad, un análisis estadístico que, mediante mapas de calor, nos ayuda a entender los puntos fuertes de nuestro equipo y saber en qué zonas necesitamos reforzar o cambiar nuestro plan.
Sports Interactive parece muy segura de que su obra es casi perfecta, y posiblemente no le falte razón, pero lo meramente cosmético de las novedades de este año son más un trabajo de chapa y pintura que la evolución de un modelo. Al final, y aún cuando vemos cosas verdaderamente notorias como la influencia de las ligas chinas/rusas/asiáticas en el mercado de fichajes o cómo puede afectar el Brexit al desarrollo de las ligas extranjeras en detrimento de la inglesa, cuesta encontrar elementos que pasen de la anécdota y generen un discurso distinto al "solo importan los datos", lo que hace que nos enfrentemos a la pregunta de hasta qué punto llevamos escuchando una y otra vez lo mismo porque funciona, ha funcionado y posiblemente volverá a funcionar.
Conviene por tanto, antes de pitar el final del encuentro, hacer una reflexión sobre la franquicia. No cabe duda de que FM2017 sigue siendo una opción increíblemente atractiva para todos aquellos que se acerquen por primera vez al juego. Como mánager de fútbol, ausencia de oposición aparte, toca todos los palos que debe tocar y alguno que no tendría ni por qué. Aún a riesgo de hacerme repetitivo, y pese a que la versión que hemos probado no contiene los nombres reales de los equipos españoles, he de insistir en que el nivel de documentación y detalle es delirante. Suena simplista, pero que un equipo de desarrollo británico se tome la molestia de buscar el nombre del ojeador del equipo más pequeño de La Liga o el organigrama de su cantera habla a gritos del nivel de compromiso de esta gente. El problema, como casi siempre en estos casos, es justificar el paso a una nueva entrega; una decisión aparentemente fácil teniendo en cuenta lo único de la propuesta en todos los sentidos de la palabra y que, aún así, nos hace entender cada vez más a David Beckham cuando, preguntado por la labor en los banquillos de Sir Alex Ferguson, afirmó que: "Es el mejor entrenador que he tenido nunca a este nivel. Bueno, es el único entrenador que he tenido a este nivel. Pero es el mejor entrenador que he tenido".