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Análisis de Forza Horizon 5 - El mejor juego de carreras tiene ahora también el mejor escenario posible

México lindo y querido.

Eurogamer.es - Imprescindible sello
Un juego de carreras superlativo, tan impresionante en lo técnico como generoso en su contenido.

Forza Horizon 5, desde luego, no toma atajos. A los pocos segundos, nada más empezar la partida, te suelta desde un avión en un Ford Bronco sobre la cima de una montaña nevada con un volcán en erupción, para a continuación pedirte que corras ladera abajo a toda velocidad. Acto seguido, todavía sin haber podido recuperar la respiración tras ver el enorme mapa a la lejanía, saltas al volante de un Chevrolet Corvette C8 Stingray que serpentea por una carretera de montaña hasta alcanzar una imponente tormenta de arena que tiñe de naranja la pantalla mientras la visibilidad se reduce al mínimo. Pienso, durante un breve instante, en una secuencia muy concreta de Mad Max Fury Road, pero no hay mucho tiempo para ensoñaciones: otro salto al vacío, en esta ocasión con el mítico Porsche 964 Desert Flyer batallando en la jungla con el fango y los charcos. Y para cerrar la introducción y entrar por todo lo alto en el festival Horizon, que en esta ocasión se traslada a México, piso el acelerador a fondo por una carretera por el desierto en el impresionante Mercedes AMG Project One.

Todo esto ocurre en un lapso de pocos minutos, pero es una auténtica declaración de intenciones por parte de Playground Games, un estudio británico que, me atrevería a decir, es ahora mismo el más en forma dentro de Xbox Games Studios. Una declaración que sin duda funciona con la precisión de un reloj suizo como testamento de esa inmediatez y espectacularidad que siempre ha caracterizado a este spin-off arcade de Forza y como aperitivo de todo un portento audiovisual, aunque también como una perfecta carta de presentación del gran protagonista de esta nueva entrega. Pero a eso volveremos más tarde.

Una nueva entrega que, siendo sinceros, no me esperaba para este año. La lógica dictaba que ahora le tocaba a Turn 10 volver con Motorsport, pero los caminos post-pandemia son inescrutables; en su lugar tenemos un nuevo Horizon que, a falta de Halo Infinite, se encuentra no solo ante la tesitura de ser ese exclusivo que demuestre las bondades de Xbox Series X/S, sino también de salir al escenario a tocar después de un Forza Horizon 4 que ya dejaba la sensación de ser perfecto e inmejorable, de erigirse como una entrega en la que se tocaba techo y ya solo se podía ir hacia abajo. Es una de esas situaciones que a otros se le harían una montaña, pero Playground parece incluso sentirse cómoda ante el juego de la presión y las expectativas.

Imagino que gran parte de esa confianza se sustenta en saberse en posesión de una infalible fórmula que, a estas alturas, ya tiene poco margen de mejora. Forza Horizon, entrega tras entrega, ha ido puliendo un estilo que siempre ha sabido combinar la accesibilidad de la conducción arcade con la variedad de los distintos tipos de pruebas y eventos, el porno para el devoto del automóvil (representado en esa ocasión por un garaje con más de quinientos coches, desde híbridos eléctricos a motores V8, desde carísimos prototipos a turismos cotidianos, desde veloces deportivos a versátiles todoterrenos) con la amplitud de miras de ser 'el juego de carreras para quien no le gusten los juegos de carreras' o la cultura del motor con la escena urbana y musical. Y Horizon sabe, como pocos, animarte a participar en una carrera más, a encontrar otro coche abandonado en un granero, a batir el récord de un radar de velocidad, a retar a otro jugador, a completar alguno de los cientos de galardones, a encadenar más combos para superar tu puntuación máxima (heredera del sistema de kudos de los Project Gotham Racing), a tunear tu coche para extraer de él un poco más de potencia o a recorrer una carretera por la que todavía no te habías adentrado. Es un juego con un bucle jugable diabólicamente adictivo, con recompensas constantes y una cantidad de contenido que puede resultar incluso abrumadora, donde tras la primera decena de horas apenas has comenzado a rascar la superficie... y eso jugando en solitario. En el multijugador, o en el editor, prácticamente no hay límite.

Si bien esa fórmula es la que es, y desde luego Forza Horizon 5 no pretende en ningún momento alterarla en exceso, sí hay pequeños cambios e iteraciones que mejoran lo visto en la cuarta entrega. Para empezar, ahora hay un nivel mayor de personalización, tanto a nivel de avatar como de control, con opciones que tratan de acercarse más a la exigencia de la simulación (aunque no os voy a engañar, siempre desde el prisma del arcade y de anteponer la diversión al realismo; Forza Horizon 5 no tiene nada de simulador y jamás lo pretende). Y que, pese a ser relativamente sutiles, los fans de la franquicia reconocerán de forma inmediata. La interfaz y, especialmente, la estructura de la progresión es más ordenada y clara. También hay una nueva forma de hacer avanzar la historia (ligera, pero la hay: el objetivo es expandir el festival por todo el territorio) mediante las Expediciones, unos eventos especiales que nos permiten descubrir nuevas zonas con la compañía de Ramiro (quizás mi única pega con FH5, porque el chico, la verdad, es un poco pesado y no calla ni debajo del agua). Y un puñado de nuevos modos, destacando un desenfadado Forza Arcade que aglutina algunas pruebas tan divertidas como traviesas.

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Pero la gran novedad y el gran protagonista de Forza Horizon 5 es México, porque el cambio de ubicación es el factor fundamental que realmente marca la diferencia y logra que esta nueva entrega se muestre tan brillante. El país norteamericano abre un enorme abanico de posibilidades - muchas más de las que tenía el Reino Unido de Horizon 4 - a unos diseñadores que dan rienda suelta a su creatividad con hasta once biomas que aportan una ingente variedad de escenarios y dotan al juego de muchísima personalidad. Hay húmedas selvas, hay montañas rodeadas por zigzagueantes carreteras, hay playas con aguas cristalinas, hay pueblos con calles estrechas, hay frondosos bosques, hay áridos desiertos, hay templos y ruinas aztecas, hay extensos campos de cultivo e incluso hay un volcán. Forza Horizon 5 siempre tiene algo nuevo que mostrarte, siempre se guarda en la manga un recóndito lugar al que puedes ir a competir o simplemente a admirar las vistas (o a capturar espectaculares instantáneas con un modo foto que hará las delicias de los fans de la fotografía virtual). Lo hace, además, empapándose de la cultura mexicana, dándole el protagonismo y el cariño que merece.

Con tantas posibilidades no es de extrañar que el mapa de Forza Horizon 5 sea el más grande hasta la fecha dentro de la saga, y ese tamaño del escenario va acompañado de un número de pruebas acorde. Ya sean competiciones en asfalto, carreras campo a través, acrobacias, eventos de exhibición o retos en el Forzathon, por poner algunos ejemplos, el juego tiene algo para todo el mundo y para mantenernos enganchados durante meses. Y aunque no fuese así, eso se cumpliría igualmente: otra gran novedad en Forza Horizon 5 es el EventLab, un editor de eventos que deja en pañales al Super7 de Horizon 4 y que permite modificar desde trazados hasta características de los coches, pasando por los propios modos. La pelota está ahora en manos de la comunidad y veremos hasta qué punto se aprovecha, pero las posibilidades son casi infinitas. Repite, además, el sistema de estaciones de la anterior entrega, con eventos específicos y condiciones climatológicas que replican las del terreno real, otra excusa perfecta para volver cada pocos días a ver qué nuevas recompensas podemos obtener y en qué eventos participar.

Horizon siempre se ha caracterizado por lo completo de su propuesta multijugador, y esta quinta entrega no es una excepción. El pilar básico, las carreras con otros jugadores, funciona a la perfección, y se ve acompañado por montones de opciones adicionales, desde la de compartir creaciones (no solo del EventLab, sino también diseños para los coches o configuraciones y tuneos complejos) o la de formar o unirse a clubes, pasando por las caravanas con amigos, los piques con las clasificaciones y tiempos en el modo Rivales o incluso un peculiar battle royale en el Eliminator. Me gusta, además, que Forza Horizon 5 haya entendido tan bien cómo implementar la faceta social del multijugador sin ser cansino. Posee un sistema de comunicación rápido y conciso, con frases cortas a las que se accede con el d-pad, y opciones bastante simpáticas como la de regalar coches a jugadores aleatorios o el sistema de prestigio. Horizon, de base, destila buen rollo, y Playground trata de fomentar lo mismo con un multijugador que genera comunidad y elimina las asperezas inherentes a este modo.

No me olvido de los gráficos, pero es que es quizás resulte demasiado complicado hacerles justicia con palabras. Simplemente mirad el tráiler que hay unos párrafos más arriba y asumid que el juego es así, cuando no mejor en determinados momentos (la distancia de dibujado, en concreto, es alucinante). Tal cual, sin trampa ni cartón; Forza Horizon 5 es un despliegue visual apabullante, de esos que resultan difíciles de creer, una representación fotorrealista de coches y escenarios que auspician la demo técnica perfecta de la nueva generación de Microsoft. Quedaos con eso. En Xbox Series X, el juego cuenta con un modo rendimiento a 60FPS y otro de calidad 30FPS, ambos con resolución 4K y HDR (en Xbox Series S repiten ambos modos, pero a 1080p). Honestamente, tras jugar al primero ya no concibo otra cosa que no sea la fluidez y sensación de velocidad que tiene Forza Horizon 5 a 60FPS, pero el de calidad se agradece para trastear con el modo foto y para admirar los coches en el ForzaVista con efectos de ray-tracing. Y un último apunte: aunque el apartado sonoro pueda pasar más desapercibido, también es digno de todo tipo de alabanzas. La banda sonora en sus distintas emisoras sigue resultando impecable (lo cual no sorprenderá a nadie, porque ya es marca de la casa), pero también lo son unos efectos - los del motor, principalmente - que han ganado varios enteros en espacialidad y realismo.

Forza Horizon 5, en mi opinión, representa como pocos videojuegos el hito de la superación. En una saga que jamás ha levantado el pie del acelerador y que nunca ha perdido posiciones en la carrera por la excelencia resulta poco menos que portentoso no solo mantener el nivel tras cinco entregas, sino volver a superarse una vez más, cuando parecía que ya se había tocado techo. Combinando una superlativa fórmula jugable con un escenario que se descubre como el patio de juegos perfecto, Forza Horizon 5 es, una vez más, ese título que te vende una Xbox (o una tarjeta gráfica nueva para tu PC) y que eleva el listón del género. Ese título que parece imposible superar. Hasta que llegue Forza Horizon 6, supongo.

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