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Forza Horizon

Por un puñado de pulseras.

De cualquier modo, el simple hecho de recorrer libremente las carreteras del juego ya debería ser motivo de peso para su disfrute. Y sí, es posible que algunos echen en falta la posibilidad de optimizar a su gusto los reglajes del coche, ya que si bien contamos con todo tipo de mejoras mecánicas, personalizadas o automáticas, en Horizon todo es mucho más directo, y aunque la esencia Motorsport siga latente bajo el capó, la idea de PlayGround Games es claramente la de agilizar y suavizar el acercamiento a éste para cualquier tipo de público. En todo momento han mantenido el estilo inconfundible de la obra de Turn 10, por lo que cualquier seguidor de la franquicia -como quien suscribe estas palabras- estará completamente familiarizado con él, pero a su vez la física de conducción ha sido ligeramente alterada para que la curva de aprendizaje sea algo más liviana -eliminando también los daños mecánicos-, logrando que quien busque una experiencia más acorde con la única apetencia de subirse en el coche de sus sueños y sacarlo a pasear encuentre en Forza Horizon el juego idóneo para ello.

Correr contra una IA homicida está muy bien, pero la verdadera cara de Forza Motorsport, allí donde realmente se disfruta de todo cuanto pone a nuestra disposición se halla en las modalidades multijugador, y aunque Horizon se basta y se sobra para hacernos disfrutar durante un buen número de horas en solitario sin que la cosa se vuelva soporífera, a la hora de competir nada como batirse contra rivales humanos. Lo primero que observamos es que los diferentes eventos han sido divididos de forma predefinida según niveles de dificultad. Desde los primeros y básicos, donde podremos participar con todas las ayudas de conducción activadas y coches al azar, hasta los más avanzados, en los que somos libres de seleccionar vehículo y asistencias.

Otra forma de llegar a esto es participar en eventos de cooperación a través del escenario principal, llevando a cabo tareas específicas como por ejemplo llegar de un punto a otro en el menor tiempo posible, o atravesar un radar a una velocidad determinada con pocos segundos de diferencia entre compañeros, algo bastante complicado puesto que debemos ponernos de acuerdo con el resto de jugadores que nos acompañan. Luego está la zona de recreo, por llamarlo de algún modo, en la que participamos en los modos de Infección, Rey o el típico Gato y Ratón. Una variante de lo tradicional simple pero eficaz que estira aun más la vida del título, lo cual está genial. No obstante, en este sentido Forza Horizon también resulta una tremenda oportunidad perdida por no haber aprovechado la idea original de Eden Games y su Test Drive: Unlimited, el que tras conectar nuestra consola a Xbox Live se transformaba automáticamente en un arcade de conducción multijugador masivo. PlayGround Games simula esto con un cooperativo bastante decente, pero que no alcanza para compensar las sensaciones que teníamos al comprender que de la nada habíamos pasado a formar parte de un mundo persistente en el que cualquier cosa podía ocurrir.

Tratándose de un festival donde la música es casi tan protagonista como el rugir de los motores, no resulta extraño que su banda sonora sea uno de los elementos más cuidados del todo el título. Microsoft ha adquirido la licencia de numerosos grupos de distintos estilos con los que se ha elaborado una increíble lista de temas comprendida en tres emisoras temáticas: Horizon Rocks, Horizon Pulse y Horizon Bass Arena, en las que bandas como Black Keys o Arctic Monkeys; grupos indie como Two Door Cinema Club o Passion Pit, o temas electrónicos de Skrillex o New Order que junto a los tres diferentes DJ y sus chascarrillos intentan amenizar los largos trayectos. Ahora bien, a la hora de competir, que no pasear, a servidor lo que le pone es escuchar cuando los bramidos de mi Volkswagen Corrado de 1995 me exigen cambiar de marcha.

Un aspecto que de verdad me molesta de Forza Horizon es el tiempo y los recursos que éste emplea en recordarme una y otra vez que puedo -y casi debo- comprar contenido adicional. En todas partes, casi en cada ruta, incluso en los tiempos de carga, alguien tuvo la genial idea de introducir mensajes para atormentar al jugador con publicidad de los infinitos DLC para adquirir puntos de prestigio extra -un absurdo como una casa- o coches exclusivos -por si no fueran poco 127. Incluso una especie de bonos para comprar los propios vehículos ya existentes en el juego en lugar de hacerlo con la moneda del propio juego -permítanme que me ría mucho y muy fuerte. Comprendo que un título de las características de Forza Horizon -como ya ocurriera con Forza Motorsport 4 y otros tantos- se presta a contenido de este tipo fácilmente, pero por el amor de Seogorath, ¿me queréis dejar que avance en el juego por mis propios medios? ¿Es necesario este comportamiento casi intrusivo?

Al menos todo esto tampoco implica que la experiencia con el juego se resienta, ya que una cosa no quita la otra, y el trabajo de PlayGround Games es solo la semilla de -espero- algo mucho mayor. Es muy posible que desde RalliSport Challenge 2 y Project Gotham Racing 4 una consola de Microsoft no tuviera en exclusiva un arcade de velocidad tan tremendamente robusto, grande y redondo como éste. Y de hecho así es. Pero Forza Horizon tampoco es solo un spin-off de la serie Motorsport, sino que ha llegado para quedarse y haciendo mucho, mucho ruido. Forza Horizon es ese niño educado y tremendamente aplicado en los estudios que un buen día decide liarse a tortas con toda su clase e insultar a los profesores. Gavin Raeburn, Ralph Fulton y todo su equipo se han colado de noche en casa de Xabi Alonso, violando no solo su intimidad sino también su elegancia, para enfundarle una sudadera rosa bien cantosa, zapatillas de deporte y llevarlo a la fiesta de cumpleaños de Bill Murray; al día siguiente sigue siendo el mismo, igual de sexy y elegante, solo que ahora es más molón. Mucho más..

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