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From Dust

Polvo somos.

Una vez tenemos los asentamientos listos, en todos ellos se desbloquea una puerta que nos lleva a los siguientes mundos y que también representa una especie de purificación espiritual progresiva en el viaje de la tribu hacia la luz. El carácter estratégico que ofrece todo esto se plasma y se aprovecha sorprendentemente bien a lo largo de los niveles, con una dificultad que va en alza, y el aspecto que puede tener un nivel una vez superado puede ser muy distinto al de inicio. Eso da una agradable sensación de “destrucción constructiva” también acentuada por el crecimiento de la vegetación a medida que creamos el terreno, uno de los objetivos secundarios a los que te reta el juego.

No es que los escenarios sean muy grandes ni que sea tremendamente complicado conseguir que crezca el 100% de vegetación en cada uno de ellos, pero que sientas la omnipotencia, uno de sus factores clave, hace que se sienta a su vez inmenso.

Gráficamente nos encontramos ante diseños inspirados, mágicos y muy variados, con niveles dispares y una gran ambientación que hace que sea coser y cantar sumergirse y dejarse llevar por ese mundo. De hecho es muy fácil relajarse ante From Dust y empezar a jugar con la arena, probar construcciones imposibles, y observar durante un buen rato cómo evoluciona el paisaje porque es todo remarcablemente bonito.

Sin embargo también hay pegas: el control no responde todo lo bien que debería por culpa de lo brusca que puede resultar la cámara en algún momento y porque es un poco engorroso repartir material de forma uniforme con la poca precisión que ofrece el stick, (menos mal que podemos cambiar la perspectiva) por lo que más de una vez terminaremos quemando lo que acabamos de construir sin saber por qué y los aldeanos correrán a salvar sus vidas. Si es que son lo suficientemente listos como para sortear el pequeño charco que tienen delante, claro.

En realidad, en un juego en el que representa que tú tienes el control sobre los acontecimientos, exigir una inteligencia artificial portentosa está fuera de lugar. Son muchas las ocasiones en que estos pequeños seres tienen problemas, y también muchas las veces que te preguntas por qué tardan tanto en llegar hasta los destinos o por qué no pueden avanzar por ese modesto montoncito de tierra que llevas arreglando un cuarto de hora, pero tampoco es algo que estropee la experiencia.

Como digo, From Dust está realizado con un alto nivel de creatividad y permite, aunque no exige, que esa misma creatividad le sea devuelta por parte del jugador, por lo que ese aspecto no influye negativamente ya que lo que de verdad quiere es remarcar el carácter “divino” del jugador.

A estas alturas no debería sorprender que su estrategia juegue con la dinámica de fluidos y las modificaciones de terreno en tiempo real de forma tan acertada, bonita y funcional, pero lo hace; realmente da la sensación de que estás haciendo algo, de que estás ayudando a unos personajes, de que tienes un terreno a tu disposición.

Tus acciones sirven de algo, por lo que tampoco quieres superar los niveles fugazmente, sería como abandonar a esas gentes a su suerte, como si asumieran tu riesgo, por lo que llegas a implicarte y retarte a ti mismo.

Resulta algo desalentador que no veamos juegos tan especiales como From Dust más asiduamente. No se hace repetitivo, es divertido y representa de forma excelente cómo la posesión de un gran poder, al fin y al cabo, suele desencadenar consecuencias imprevisibles. Y en este caso, más que nunca, es un título que trata sobre jugar con ese factor en mente y con la responsabilidad de las consecuencias de lo que ya has creado.

From Dust ya está disponible en XBLA Y sale para PC el 17 de agosto. En PSN saldrá un poco más tarde.

9 / 10

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