From Dust
Demo técnica.
El mundo de los videojuegos es muy curioso. Puedes tener un título de éxito y pasar desapercibido el resto de tu vida, o puedes tener un título de éxito y pasar a ser leyenda a pesar de que no vuelvas hacer nada minimamente decente o celebre. Puedes llamarte Tito Moulineux y quedar marcado por tu bocaza a pesar de hacer títulos decentillos, o puedes llamarte Eric Chahi, hacer medianías y esperar que la gente aplauda, que lo harán.
Porque sí, el señor Chahi se marco un golazo con Another World, juegazo en su día. Pero después ha ido viviendo de rentas, porque a pesar de un mediocre -para algunos- Heart of Darkness, el resto de su trabajo en la industria tan solo ha sido ir reeditando Another World para distintas plataformas, o hacerle un remozado para PC y sacarse unos dineros.
Y cuando se anuncia From Dust a la gente se le mojan los bajos, vete a saber el porqué. Bueno, sí se sabe: por la excelente campaña de marketing, por enseñar lo que debía en los tráilers, y por ser uno de los juegos estrella del Summer of Arcade de Microsoft. Que coño, si hasta a mi me atraía la idea.
Pero por alguna razón los títulos endiosados del catalogo del XBLA destacan más por su aspecto que por su jugabilidad. Aún recuerdo Limbo, que aparte de su apartado artístico, poco más tenía. O recientemente Bastion, que sí, muy bonito y poético todo pero que jugablemente es un más de lo mismo en cuanto a Action RPG´s.
Y llegamos a From Dust. Resumiendo, y puesto como cita, que le da empaque a un análisis que tengo que estirar porque el juego no da para mucho:
¿Vale lo que cuesta? NO. ¿Es bonito? Pues nostamal oiga. ¿También se apoya en el apartado gráfico? NO, se apoya en un motor.
¿Vale lo que cuesta? NO. ¿Es bonito? Pues nostamal oiga. ¿También se apoya en el apartado gráfico? NO, se apoya en un motor.
Y es que From Dust no es un juego, es un motor. Un motor increíble, no voy a negar que ver como se crea un volcán de la nada, añadiendo capa a capa sedimentos, es impresionante. Hipnótico. Pero se queda ahí, en un gran motor con una pésima idea. Bueno, no hay pésima idea, de facto hay idea. Hay escenarios para sacar partido a ese motor y unos monigotes que harán de seguidores puestos ahí a última hora con una IA paupérrima. Y punto.
El juego (no excesivamente largo) nos lleva constantemente de la mano: cada pantalla es un tutorial, muy básico, donde nos enseñan un "nuevo"1 concepto. Un tutorial tras otro, hasta que a las pocas horas aparecen 2 pantallas combinando todo lo aprendido y añaden algo de dificultad al título, aunque no demasiada. Y ahí se acaba el juego. Fin. Nada más. Bueno, sí, una pantalla "libre" en la que podemos hacer lo que queramos. Libertad absoluta, modo Dios, para... pues para nada, la verdad, dura unos 5 minutos y punto: aparecen los títulos de crédito. No voy a negar que durante los primeros compases estuve enganchado y maravillado por ese motor, pero es que no hay más. Y cuando te das cuenta de eso pierde toda la magia. Y claro, descubrir eso sale caro.