Avance de Gato Roboto
Meowtroidvania.
Dice un conocido dicho que si parece un gato, maúlla como un gato, se mueve como un gato y escupe bolitas de pelo como un gato, probablemente sea un gato. Pero en el caso que nos ocupa, la verdad es que he tenido alguna duda: Gato Roboto parece un Metroid, se siente como un Metroid y se juega como un Metroid, pero sigue siendo un gato. Un gato montado en un meca que dispara misiles para escapar de un planeta desconocido, pero un gato, al fin y al cabo. El primer juego del estudio americano doinksoft, formado por tres personas, es un claro homenaje a los de la saga de Samus en 2D, tanto en estética como en estructura, aunque en este caso la protagonista se sustituye por la mascota felina de un piloto cuya nave se estrella en territorio inhóspito y resulta herido e inutilizado, por lo que no le queda otra que enviar a su gatita Kiki en misión de exploración para poder salir de ahí.
Como ya habréis podido deducir porque tampoco hace falta ser un genio para darse cuenta, Gato Roboto (que además de ser un juego es una banda de power pop barra space rock) destila sentido del humor, porque de sobras es conocido que en Devolver Digital no se andan con remilgos y que si algo saben es reírse de las cosas: este es un juego hijo de su tiempo que no existiría si no fuera por la época que nos ha tocado vivir, por internet y por los memes de gatos, el producto audiovisual que más conciliación ha aportado a la humanidad desde la aparición estelar de Chiquito de la Calzada en El Grand Prix. Pero al contrario de lo que podría sugerir, el humor de Gato Roboto no depende exclusivamente de la propia esencia del meme, ni se pasa el rato haciendo referencias a mininos que tocan el piano, sino que tiene valor propio. Y le da igual si no pillas el chiste. Es un juego sobre un gato.
El contraste entre lo absurdo de su propuesta y la solvencia con la que la materializa es lo realmente interesante de Gato Roboto, y la seguridad con que doinksoft ha emprendido el proyecto se transmite al ponerse a los mandos.
Y por supuesto Kiki no se anda con chiquitas, y tras la orden de su capitán y un miau que no sé muy bien si es de aceptación o de resignación pero al que acompaña siempre una sonrisa como estandarte, se adentra en un territorio alienígena monocromático y súper mono de píxeles como puños en el que un experimento parece haber salido muy mal. Es valiente, no cabe duda de eso, pero al fin y al cabo no deja de ser un adorable gatete y meterse en según qué lodazales con un pelaje tan sensible no es plato de buen gusto. Ahí entra el meca, la exoarmadura de Kiki que protege su piel atópica de los peligros y con la que puede disparar bolas de energía y misiles a todo quisqui. Pero, repito, estamos hablando de un gato. Y si los gatos hacen lo que quieren cuando quieren, también podemos, siempre que el ambiente sea propicio y no suponga un peligro, salir del meca cuando queramos, una alternancia que es un pilar fundamental de la estructura y una constante que resulta clave para la exploración de los escenarios y la resolución de los distintos puzles que vamos encontrando. Kiki puede correr, trepar muros y saltar (ocupa el papel de la morfosfera de Metroid), y su reducido tamaño es útil para adentrarse por lugares más estrechos y acceder a zonas secretas, pero sin su armadura muere de un solo golpe. Y no queremos eso.
Por supuesto los peligros crecen a medida que se avanza por las distintas zonas divididas por ascensores (¿de qué me suena eso?), y por eso es necesario encontrar los power-ups que mejoran el traje y las habilidades y que equipan, por ejemplo, con misiles (cohetes, para el juego) o con el doble salto con giro, llamado, con muy buen gusto, Saltogira. Gato Roboto no disimula en sus referencias porque vive precisamente de eso, pero no sería más que un escaparate, un chiste malo, si no pretendiera replicar también otras cualidades de más alto copete como el diseño de niveles y la jugabilidad. Lo que se dice un punto de risa un punto de serio. Y huelga decir que, si bien de la profundidad de su diseño todavía no puedo hablar, valga la redundancia, en profundidad, en lo que respecta a la jugabilidad el control es simple y sólido. Controlar a Kiki es un proceso tan ágil e inmediato como lo es controlar a Samus, y uno se puede valer de ciertas triquiñuelas como aprovechar el lanzamiento de un misil para recibir impulso y saltar un poco más alto, algo que descubrí, por cierto, por pura experimentación. El maravilloso diseño de sonido con música lo-fi le da cohesión al conjunto, porque encaja perfectamente con su estética y ayuda a que cada movimiento y evento en pantalla tenga mucha más personalidad.
También hay muros que en un principio parecen infranqueables y que descubres que puedes romper a medida que aumentas tu equipo, por lo que por supuesto el backtracking juega un papel esencial, pero su potencial dependerá, como decía, de la complejidad del diseño de los niveles. La opción del estilo visual monocromático podría llegar a limitar en cierto modo el desarrollo de la exploración, y es verdad que no ha sido un reto especialmente duro derrotar a los dos primeros jefes, dos malvados ratoncitos armados hasta los dientes. Pero teniendo en cuenta que en todo lo demás quiere parecerse a un Metroid y que, pues claro, son los dos primeros jefes, tengo la esperanza de que en lo que respecta a la dificultad la cosa no sea diferente. Los escenarios no solo ocultan mejoras para las armas o la salud del meca, por cierto, sino que también guardan distintos cartuchos que desbloquean filtros de colores para el juego por si nos apetece variar un poco del blanco y negro, por lo que Gato Roboto tampoco escapa de los coleccionables.
Puede que para algunos no tenga el apartado visual más llamativo del mundo (suficiente para mí, dicho sea de paso) y puede, está por ver, que acabe tirando un poco demasiado de la inspiración o el homenaje y deje a medio gas el desafío puro y duro, pero por lo visto hasta ahora se defiende por sí mismo con su estilo, su jugabilidad y unos diálogos ocurrentes y directos que contrastan con la sutil sensación de aislamiento que rodea a Kiki y el drama que sucede como telón de fondo, otra seña de identidad de los Metroid. Es de esos juegos a los que juegas con una sonrisa. Ese contraste entre lo absurdo de su propuesta y la solvencia con la que la materializa es lo realmente interesante de Gato Roboto, y la seguridad con que doinksoft ha emprendido el proyecto se transmite al ponerse a los mandos. Creen en su proyecto, pero en un campo tan disputado y con tantos reinados no es suficiente con hacerlo bien: hay que destacar. Contaba Joseph Bourgeois, uno de los responsables del estudio, en una entrevista, que estuvo a punto de llamar Jones a la gata, pero que terminó decidiéndose por Kiki porque es el nombre del gato que compartía con su ex, inmortalizándolo en el proceso en la que es su propia creación y gran pasión.
Si eso no es implicarse en las movidas, yo ya no sé.