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Avance de Gods Will Be Watching

Dioses y monstruos.

Las primeras cuatro misiones de Gods Will Be Watching son, de lejos, lo más cerca que he estado de volver a aquellos tiempos ya lejanos en los que un único juego duraba semanas, una partida podía llevarte horas y nuestra paciencia duraba lo justo para no tirar el mando contra la pared. Digo esto no solo por su apartado artístico, un pixel art carismático y bien entendido que opta por el color en escenarios futuristas que beben de distintas fuentes, sino porque es, en términos de dificultad, lo más frustrante que he experimentado en mucho tiempo.

Ya había avisado Deconstructeam de esta inexistente curva de dificultad con la demo que desarrollaron en su momento para el Ludum Dare, la competición trimestral en la que los participantes deben crear sus obras en 48 horas con un tema previamente impuesto, que en su caso fue el minimalismo. Ambos conceptos, el de la dificultad endiablada y el del presentar -y representar- más con menos, se daban la mano en aquella demo en la que debíamos de gestionar nuestros recursos para intentar que nuestra tripulación sobreviviese en un planeta hostil, y vuelven a hacerlo ahora en esta versión extendida que añade muchas más situaciones extremas a la anterior.

Tras ver los primeros capítulos, en los que no entraré en detalle puesto que creo que es importante preservar la sensación de curiosidad que los precede, uno se da cuenta del esfuerzo que han puesto los creadores por intentar expandir una idea en apariencia tan sobria y limitada como la ya vista sin por ello traicionar la sencillez del original. Las acciones que podemos realizar para salvar la situación varían de una simple orden como hablar a cuestiones más complejas como elegir qué personaje tiene más posibilidades de sobrevivir si optas por ese camino, pero en el uso único del ratón se percibe el esfuerzo por iniciar su escalada desde una base jugable sólida y desprovista de adornos innecesarios.

Intentar avanzar en la historia, mucho más rica y cohesiva de lo que se intuía en aquel esfuerzo previo por parte del equipo valenciano, es el objetivo principal del juego, pero aunque los objetivos de cada misión son prácticamente inmutables, sí varían la forma en la que lo conseguimos. Como el dios que proclama el título, nuestro deber es el de observar e ir tomando decisiones con respecto a cada uno de los personajes según lo requieran las circunstancias, sabiendo que cada mínimo cambio puede costarle la vida a uno, varios o todos los miembros de nuestro equipo. No se trata solamente de gestionar bien nuestros recursos y optar por un equilibrio perfecto, sino que podemos elegir además diferentes aproximaciones que acarrean sus correspondientes consecuencias.

Gods Will Be Watching se postula como serio candidato a formar parte de esa lista de juegos a los que amar y odiar al mismo tiempo.

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Estas aproximaciones, basadas en el carácter moral de nuestras decisiones, no están implícitas en las mecánicas del juego, pero sí lo están en la valoración final que este hace de nuestras acciones y en la valoración que nosotros mismos hacemos. Decía uno de sus responsables, Jordi de Paco, en una entrevista para los compañeros de Anaitgames que «hay algo bonito en esto de ser seres humanos que hace que ese camino no sea tan satisfactorio como salvar a todo el mundo», y es cierto que aunque el juego no siempre nos obliga a tomar el camino presumiblemente bueno, sacrificar a otros seres humanos o incluso a compañeros puede dejarnos con una sensación de fracaso ridícula si tenemos en cuenta lo que cuesta llegar al final del capítulo, pero entendible sobre todo al ver, de manera similar a lo que hacía Telltale Games en juegos como The Walking Dead, el porcentaje de personas que han tomado otras decisiones y que aun así han conseguido el mismo objetivo que nosotros.

Puede parecer exagerado, pero este énfasis en la dificultad del que soy plenamente consciente es algo que incluso los creadores parecen percibir y abrazar con total honestidad. El modo original, cuyo subtítulo nos anima a probar por ser lo más cercano a la idea inicial del estudio, es considerablemente más difícil que un modo fácil que ya de por sí limita nuestras posibilidades de éxito a uno o dos clicks desafortunados. No serán pocos los que, asustados, opten por ir directamente a por el modo más sencillo y luego vuelvan al original con una idea más certera de cómo manejar la situación, pero aun así habrá que ver hasta qué punto la historia y la originalidad de cada propuesta consiguen mantenernos enganchados como para volver a intentar una escena en la que el más mínimo error conduce a un reintento que se olvida de todo lo que habíamos hecho hasta entonces en ese capítulo.

Todavía es pronto para valorar una de las propuestas patrias más interesantes dentro del panorama indie de los últimos tiempos, pero me atrevería a decir que no será una experiencia para todo el mundo. Que no se me malinterprete, porque lejos de ser negativo, demuestra que maneja unos recursos y un estilo propio que los aleja de otras propuestas de puzles, incluso de aquellas que ya han coqueteado con la moralidad de nuestros actos. A falta de ver si las constantes zancadillas que pone al jugador hacen que queramos levantarnos una y otra vez, atraídos por la necesidad de hacer lo correcto y la curiosidad por saber qué nos espera al inicio de cada episodio, Gods Will Be Watching se postula como serio candidato a formar parte de esa lista de juegos a los que amar y odiar al mismo tiempo.

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