Análisis de GoldenEye 007: Reloaded
Mezclado y agitado.
Puede parecer el comienzo de un chiste -la remasterización en alta definición de un remake para Wii de la adaptación para Nintendo 64 de una película de Hollywood; tratad de decirlo rápido-, pero la verdad es que GoldenEye Reloaded no tiene demasiada gracia porque no pasa de ser un entretenido pero genérico shooter que claramente se aprovecha del factor nostalgia para tratar de hacer caja.
Lo primero que debe quedarte claro es que del clásico de Rare tiene entre poco y nada: el argumento de la película y algún dejà vú en el diseño de los niveles. Todo lo demás se ha modernizado, desde el protagonista (Daniel Craig sustituyendo a Pierce Brosnan) hasta la propia mecánica de juego, mucho más cercana a los FPS clónicos modernos, Modern Warfare a la cabeza. También resulta decepcionante la forma en que se infrautilizan los tradicionales gadgets de 007: en Reloaded Bond echa mano de poco más que un teléfono móvil para practicar hacking y hacer alguna foto. Desde aquí puedo escuchar el llanto de Q.
Pero también tiene buenas ideas. El enfoque de los desarrolladores respecto a los niveles de dificultad, por ejemplo, está particularmente inspirado: aparte de lanzarnos oleadas con más enemigos de mayor resistencia y limitar nuestra capacidad de encajar balazos, si aumentas la dificultad se añaden a la misión objetivos adicionales cuyo cumplimiento es obligatorio. Un planteamiento simple, pero francamente efectivo.
El gran problema de Reloaded es que, por desgracia, no tiene clara su personalidad y se mueve continuamente entre dos aguas. En ocasiones quiere ser un juego de sigilo e infiltración, pero a los pocos segundos se transforma en un Call of Duty casi sin previo aviso. Una variación bien dosificada habría resultado interesante, pero su caótica dualidad resulta confusa y poco convincente.
Tampoco ayuda que no funcione a la perfección ni como lo uno ni como lo otro. Las partes de sigilo, por ejemplo, se ven lastradas por una ejecución errática: a veces corres despreocupadamente hacia un enemigo y éste no se entera, pero en cambio luego intentas acechar con extremo cuidado a otro y te descubre a quince metros de distancia. A eso hay que sumarle un diseño de niveles tremendamente lineal que no hace sino empeorar la situación al limitar la libertad de acción.
"En ningún momento sorprende, pero es una campaña resultona y metódica que no llega a aburrir, en parte porque no se puede calificar como precisamente larga."
Es un sistema que exige autoconvencerte sobre cómo deben hacerse las cosas. Eliminar sigilosamente a los enemigos es divertido, desde luego, pero es una regla que debe imponerse el propio jugador. En el nivel de Severnaya me di cuenta de lo rota que estaba la mecánica, porque podías moverte como Rambo con la ametralladora con silenciador. Con ráfagas de al menos cuatro disparos era innecesario moverte de forma lenta, apuntar con precisión a la cabeza o tratar de pasar desapercibido; los enemigos cercanos tampoco escuchaban el grito ahogado de sus compañeros al morir, con lo cual para qué vas a preocuparte en ser sutil.
Las partes de acción más directa también ofrecen luces y sombras. Se copian, tal cual, mecánicas de Call of Duty como el apuntado magnético en los enemigos, las infiltraciones en habitaciones a cámara lenta, los momentos cinemáticos y los tiroteos emocionantes, pero a las armas les falta atractivo, el combate cuerpo a cuerpo no tiene fuerza, las coberturas están mal implementadas (puedes asomarte por encima, pero no por las esquinas) y la IA de los enemigos es extremadamente simple y, a menudo, estúpida.
Sé que puede sonar muy negativo, aunque debo reconocer que aún así funciona, a su manera. En ningún momento sorprende, pero es una campaña resultona y metódica que no llega a aburrir, en parte porque no se puede calificar como precisamente larga. ¿Recuerdas cuando te presentabas a un examen habiendo estudiado lo justo para tener el aprobado asegurado? Pues por ahí van los tiros.
El exitoso juego de Activision vuelve a salir a la palestra, una vez más, cuando juegas a las Operaciones MI6, un modo claramente basado en las Spec Ops. Con una relativa variedad de objetivos (que van desde la infiltración a la defensa de posiciones) y un ritmo menos equilibrado que el de los niveles de la campaña, el gran error aquí es la omisión de la posibilidad de jugar en cooperativo, algo que habría beneficiado mucho un modo que, por lo demás, es bastante insulso.
Por suerte eso no es aplicable al multijugador, quizás el apartado donde Reloaded destaca más. La influencia de Call of Duty se nota en el modo online, con niveles de experiencia que permiten desbloquar gadgets - que en realidad son simples perks - y ampliaciones para las armas. Con partidas de hasta 16 jugadores (en Wii estaban limitadas a ocho por razones técnicas) y una ingente variedad de modos de juego, Eurocom muestra su mejor cara en arenas de tamaño reducido y acción intensa. No arrasará en la PlayStation Network o en Xbox Live porque no deja de ser más de lo mismo (otro CoD, esta vez ambientado en el universo Bond), pero al menos deja un buen sabor de boca.
Lo mejor, en todo caso, es el multi a pantalla partida para cuatro jugadores, poco habitual en los últimos tiempos y que en Reloaded resulta muy divertido si consigues reunir a tres amigos para una tarde de sofá, consola y cervezas. La posibilidad de aplicar modificadores para generar modos de juego personalizados es un gran acierto, y te permite crear partidas perfectamente adaptadas a los gustos y estilos de los diferentes jugadores. Hay uno, por ejemplo, perfecto para evitar la actitud de 'camper', ya que mata al jugador que esté más de tres segundos quieto.
La influencia de Modern Warfare no se limita únicamente al plano jugable, sino que se traslada también al técnico. El uso de la ya anticuada versión 3.0 del motor de Infinity Ward le permite moverse a sesenta frames por segundo (aunque hay algunos tirones considerables cuando la pantalla se llena de explosiones o efectos completos), pero también deja un regusto de tecnología anticuada, acrecentada por personajes y escenarios que no esconden su origen en Wii. Tiene momentos visualmente muy correctos, pero luego los tira por la borda con otros extremadamente sencillos o reciclando animaciones de Modern Warfare.
Un aspecto francamente curioso es el doblaje al castellano. Pese a que los personajes más icónicos de la saga cinematográfica, como Bond, M o Tanner, cuentan con la voz de sus homólogos en la gran pantalla, los demás tienen un acento, digamos, extraño. 006, un espía británico al servicio de su graciosa majestad, habla como si fuera un ruso de la estepa siberiana. La sargento García, en Barcelona, también parece extraditada de Moscú. Y la policía de la capital catalana asedia una discoteca advirtiendo por el megáfono "¡le habla la 'polisía'! ¡el 'edifisio' está rodeado!". Muy estrafalario todo, la verdad.
"¿Recuerdas cuando estudiabas lo justo para obtener el aprobado seguro en un examen? Esa es la actitud de 007 Reloaded."
Es sólo uno de los muchos detalles que acaban de confirmar que Reloaded probablemente no tuvo un proceso de producción muy atinado. Quizás con más tiempo y presupuesto las cosas le habrían salido diferentes a Eurocom, pero da la sensación de que el mayor problema es que alguien de Activision les obligó a meter con calzador la fórmula de Call of Duty en un juego que grita por liberarse del corsé desarrollado por Infinity Ward.
GoldenEye 007: Reloaded es ese típico videojuego más o menos competente que te mantiene entretenido unas pocas tardes, pero que después olvidas en una estantería para no volverlo a tocar nunca más. Puede que esto bastase en Wii para destacar sobre la competencia (con cosas como The Conduit, en el fondo, tampoco era difícil), pero en Xbox 360 y PlayStation 3 palidece dentro de un género que presenta una competencia brutal. No es un desastre absoluto, desde luego, pero sí un título del que esperábamos mucho más y que se ha quedado en un simple FPS que pasará desapercibido entre los muchos que abarrotan el mercado.