Gran Turismo 5
El sueño de Yamauchi.
Pero por muchos detalles que tenga, la auténtica experiencia es tras el volante. Estamos ante lo más cercano a un simulador que creo que puede haber en consola, incluso mejor que Forza 3 si me permitís la osadía, la epítome de una saga entera creada a imagen y semejanza de la de Polyphony Digital. Y eso sólo se incrementa si disponemos de cualquier volante compatible con PlayStation 3 y que también soporta Gran Turismo 5. El comportamiento de los vehículos conduciendo solo es bastante cercano al real (salvando las distancias), pero en grupo no soy tan optimista. La IA ha mejorado mucho desde sus primeras entregas, pero a pesar de unos bots que ya son conscientes de correr en grupo y que efectúan maniobras muy dinámicas para adelantarse, sigue habiendo esa sensación de que el "hueco" del jugador no acaba de verse integrado en el conjunto, sensación sólo incrementada por la forma demasiado conservadora de conducir de los mismos bots. Es demasiado fácil adelantarlos en apuradas de frenada e incluso hay que tener cuidado en no chocar contra ellos porque frenan demasiado temprano.
Es entonces cuando apreciamos lo que ahora podemos observar sobre la carrocería de nuestro bólido. Los modelos se deforman tras los accidentes de forma realista a partir del nivel 40, un modo de evitar frustraciones precoces para los recién llegados. Hasta entonces ya puede uno estampar su Pagani Zonda contra el muro de los boxes que sólo podrá apreciar una abolladura más propia de los juguetes de hojalata que de una máquina con un motor de combustión en su interior. La verdad es que destrozar sus preciados y mimados hijos no está entre las prioridades de Yamauchi.
Si ya he mencionado el largo retraso del juego, es en el modo online donde realmente se aprecia, y es que al entrar en él me ha venido esa sensación nostálgica de los juegos en línea de esa época y antes. Crear o unirse a partidas, pequeños grupos de jugadores, ir mirando el estado de la latencia... Ahora que nos hemos acostumbrado a los MMO y a escenarios plagados de personajes jugadores, el hecho de elegir un grupito de 16 jugadores o menos parece algo sacado de un museo. En ese aspecto Polyphony no se ha puesto al día... parece que tenían muchas cosas por hacer.
También encuentro importante citar el mal llamado "editor de circuitos", ya que más que editarlos, lo que hacemos es diseñarlos. El artículo específico de Digital Foundry para este punto es excelente y no voy a repetirme aquí. Tan sólo hay que añadir que es un ejemplo perfecto de alta eficiencia. Por lo simple y fácil de usar que es, proporciona una variedad y una elección asombrosas. El gran punto en contra es que no podemos decidir el trazado ni otros detalles de "aquí hay esto", pero eso haría aumentar exponencialmente su complejidad, algo que estoy seguro no hace falta que insista en que no haría sacarle un buen partido.
Como último acto de amor a los coches, sólo citar lo que normalmente se llaman los extras, que en este caso es el llamado Museo, con documentos gráficos relacionados con algunos de los fabricantes disponibles. Hay imágenes tan variadas desde una foto del Ford A hasta una portada de la revista oficial de Citroën, y desde una foto de Jujiro Matsuda, fundador de Mazda, hasta una de Graham Hill en su Lotus 49b con el que ganó el campeonato de F1 de 1968. Por otro lado, podemos ir a GT-TV y ver qué videos nos ofrece Polyphony con la intención de que paguemos por ellos algo que, en principio y en el mejor caso, creo que me lo pensaré para otra ocasión.
Hay algo en lo que no quiero engañar a nadie. Como ya he expuesto previamente, a pesar de mi falta de entusiasmo hacia los simuladores actuales, tras este Gran Turismo 5 subyace una idea clarísima. Si os compráis todos los juegos de carreras, éste es vuestra prioridad, un must have. Algunos puntos son, ciertamente, mejorables, como el anticuado modo online de un juego soñado hace seis años y publicado hoy, o los puntos más polémicos como los coches estándar y los daños. Pero la gran amplitud, la gran belleza gráfica y sobre todo el hecho de que éste sea el acto de amor más grande al mundo del motor que jamás he visto lo hacen el mejor en su género. No siempre acaban siendo como uno quisiera, pero los sueños pueden hacerse realidad.