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Análisis de Gran Turismo 7 - El regreso por todo lo alto de una saga emblemática

El plan.

Eurogamer.es - Imprescindible sello
La séptima entrega numerada de Gran Turismo devuelve la franquicia al lugar que merece, con un simulador generoso, complejo y fascinante.

He rebajado mi último tiempo en el segundo sector del circuito de Suzuka, tras trazar perfectamente la curva Degner, pero el cabrón sigue ahí detrás. Puedo verlo por el retrovisor, sin duda maquinando en qué momento atacar, pero ahora mismo no es eso lo que más me preocupa. El HUD marca que los neumáticos blandos están ardiendo y desgastándose rápidamente. Y, paralelamente, no quito ojo del radar metereológico a la derecha de la pantalla, porque ese cielo encapotado no presagia nada bueno. Si empieza a llover, lo más probable es que mi GT-R Nismo acabe derrapando sin control en la curva doce y pierda la posición. Quedan dos vueltas. El maldito Audi R8 no da tregua. Una vuelta. El coche no se agarra demasiado bien al asfalto, pero puede aguantar hasta el final. Por favor, que no llueva. Acelero a fondo en la vertiginosa recta de ochocientos cincuenta metros tras la curva catorce. Hago la chicane Casio perfecta. Línea de meta. La cruzo en primer lugar, menos de un segundo por delante del Audi.

Resoplo aliviado. Ha sido emocionante. Incluso un poco épico, me atrevería a decir. Ha sido otra carrera más en Gran Turismo 7.

Si os soy totalmente sincero, el primer sorprendido de lo bien que ha salido el nuevo simulador de conducción deportiva de Polyphony Digital soy yo mismo. Todavía mantengo el regusto agridulce que me dejó Gran Turismo Sport hace cuatro años y medio, pero Gran Turismo 7 no tarda en despejar las dudas y mostrar sus credenciales: tras una emotiva cinemática que homenajea tanto al mundo del motor (una constante en la franquicia) como a la propia evolución tecnológica general alcanzada por la raza humana durante el último siglo, el juego te sitúa en un mapa que ejerce de hub central de toda la experiencia, y en el que se empieza a apreciar que es un título mucho más generoso en su contenido. No solo deja atrás el criticado y obtuso enfoque en los esports de su antecesor, recuperando la campaña individual y un puñado de funciones destinadas a alargar su vida en solitario, sino que también empieza a escupir números que llaman a la calma: treinta y cuatro circuitos (quince en Europa, diez en América y nueve en Asia/Oceanía), la gran mayoría con diversas variantes hasta alcanzar los noventa trazados, y un garaje con más de cuatrocientos veinte coches, con una variada selección que abarca todo tipo de gamas y épocas (y que no dudo se ampliará, como es tradición, con futuras actualizaciones de contenido). Empezamos bien.

Pero más allá de las frías cifras, lo que realmente siempre ha definido a Gran Turismo es la calidad de su simulación y las sensaciones que es capaz de transmitir en el pilotaje. Gran Turismo 7 hace honor más que nunca a ese subtítulo ('The Real Driving Simulator') que acompaña a la franquicia desde su estreno en 1997, con un excepcional modelo de conducción y un envidiable motor de físicas, elementos que, combinados, ofrecen una experiencia fantástica, apoyada en la vibración háptica del mando Dual Sense. No importa si estás al volante de un pequeño turismo híbrido o de un potente deportivo preparado para competir en Le Mans, el juego siempre traslada una sensación única ligada de forma individual a cada vehículo, con matices únicos para cada uno de ellos, y el comportamiento sobre el asfalto es tremendamente realista si te atreves a desactivar las distintas opciones de asistencia. Gran Turismo 7, en cualquier caso, permite ajustar la experiencia y la complejidad de la simulación a diferentes tipos de usuario con diferentes niveles de habilidad, no dejando a nadie atrás en el camino y permitiendo alterar, también, el nivel de dificultad de la IA (en este sentido será también muy interesante ver su evolución en unos meses, cuando se implemente esa nueva Sophy que se anunció a principios de febrero).

Se me hace harto complicado explicar hasta qué punto me han fascinado algunos de los sistemas implementados por Polyphony Digital en este nuevo Gran Turismo, pero sin duda destacaría especialmente uno de ellos: la simulación de los neumáticos, incluido su desgaste, la influencia de su temperatura o el agarre a la calzada según su composición. He jugado durante más de cincuenta y ocho horas durante los últimos seis días, y un número de ellas más alto del que me gustaría reconocer ha sido obsesionado comprobando como el coche se comportaba de forma muy distinta en función del tipo de neumático que montaba (blando, duro, intermedio o de tierra... porque sí, en Gran Turismo 7 también hay carreras en circuitos de tierra, con un modelo de conducción tipo rally muy exigente), de si estaban más o menos calientes o de su progresivo desgaste durante la carrera, haciendo que vayan perdiendo fiabilidad y la conducción sea cada vez más ingobernable. No es algo que sea totalmente nuevo, porque Sport ya destacó en este apartado, pero aquí ha mejorado notablemente y se lleva todavía más lejos.

Esto es así, también, porque Gran Turismo 7 implementa un nuevo y complejo sistema de climatología dinámica. No era baladí que hablase del radar de lluvia en el primer párrafo de este análisis, porque una carrera puede comenzar en seco y dar un giro de ciento ochenta grados si empieza a llover tras unas vueltas, con charcos que van aumentando a medida que pasa el tiempo. O empezar en mojado y que tras unos minutos salga el sol y se vaya secando el asfalto, aumentando el ancho de la trazada ideal. Incluso en un circuito largo como Nürburgring (uno de mis favoritos, sin duda) puede haber un tramo con lluvia y otro sin, con el sol asomándose entre las nubes. Todo esto tiene una influencia (muy) importante en la simulación (especialmente de los neumáticos - menos mal que esta última semana la he pasado aislado, porque hubiese sido insoportable tenerme al lado hablando sin parar de ello), e introduce un elemento de adaptación al vuelo que no solo hace más interesante la competición, sino que también la convierte en algo mucho más realista. Si queréis probar de primera mano hasta qué punto es espectacular la simulación en este aspecto, podéis hacerlo en la décima prueba de la Superlicencia. Os va a dejar a cuadros ver cómo puede variar la situación en función de si conduces por la parte seca de la carretera o por la parte mojada de los extremos, de verdad.

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En un menú que adopta el formato de un mapa y que, pese a haber evolucionado beneficiándose en el camino de las mejoras en los tiempos de carga que permite el SSD, ineludiblemente conserva el lenguaje de diseño que ha caracterizado a Gran Turismo desde su origen, se puede acceder a las distintas opciones y modos. Tenemos el tradicional Centro de Licencias, con cinco carnés y diez lecciones en cada uno que enseñan aspectos básicos y avanzados de técnicas de conducción en diferentes situaciones. Circuitos del mundo es donde podemos acceder a las treinta y cuatro pistas y diez campeonatos, también con el modo arcade de toda la vida, pruebas contrarreloj, pruebas de derrape y carreras personalizadas (con una ingente de parámetros que podemos alterar, desde la climatología variable hasta el desgaste de los neumáticos, pasando por el consumo de combustible o las penalizaciones por infringir varias reglas). En ese menú también se puede acceder a la opción de Experiencia en Circuitos, que en cierto modo me parece una extensión del Centro de Licencias; aquí se nos explica la forma óptima de afrontar la trazada de los distintos sectores de cada pista, con el objetivo de dominarlos y obtener los mejores tiempos posibles.

En un punto separado del mapa se encuentra el modo Misiones, con cuarenta y ocho pruebas divididas en seis grupos de dificultad creciente. Son retos que nos piden cumplir diferentes objetivos, que pueden ir desde realizar varios adelantamientos a marcar una vuelta rápida, pasando por alcanzar una determinada velocidad aprovechando el rebufo, derribar un número de conos en el menor tiempo posible o alcanzar la meta administrando una cantidad de combustible muy limitada. Otros puntos interesantes del mapa son los tres concesionarios (uno de coches de segunda mano, uno con todos los vehículos nuevos a partir del año 2001 y uno, el de Legendarios, con coches de lujo y precios desorbitados) o el garaje, donde podemos gestionar nuestra colección de coches, administrar las piezas, cambiar sus hojas de ajustes o ver vídeos para deleitarnos con sus diseños.

Pero lo que brilla con especial intensidad, el detalle en el que creo que el equipo de Yamauchi ha encontrado verdadero petróleo, es el Café. Este modo, que de forma nada casual se encuentra en el centro del mapa, es el eje alrededor del que orbita la campaña individual, y con una inusitada sencillez se desvela como el método de progresión perfecto para la experiencia que propone Gran Turismo 7. La idea es que el dueño de una cafetería nos va entregando unos menús con misiones, que pueden variar entre coleccionar coches de un determinado tipo o marca (los cuales se consiguen como premio al terminar entre las tres primeras posiciones de un evento concreto), superar un permiso de conducción concreto o participar en un campeonato compuesto por varias carreras. Tras completar los objetivos de menú, se nos entrega un vale para una ruleta (con premios como créditos in-game, coches o piezas) y asistimos a una pequeña - pero siempre interesante - explicación por parte de Luca con curiosidades sobre la temática correspondiente, a veces incluso con ingenieros y diseñadores como invitados de excepción, mientras se nos muestran los coches con todo lujo de detalles. Es didáctico, pero también muy satisfactorio a medida que haces crecer tu garaje y vas notando como crece tu habilidad al volante. Y es un sistema tremendamente adictivo, también; me sorprendió gratamente como de forma sibilina te empuja a hacer otra prueba más, a ganar otro coche, a conocer otro dato que explica por qué el mundo del motor es algo tan apasionante. En un evento preview celebrado hace unas semanas Kazunori Yamauchi se mostraba especialmente entusiasmado con el Café, y es fácil entender la razón: es su forma de compartir, de una forma efectiva y contagiosa, su amor por los coches y todo lo que los rodea.

Un amor que se desata del todo con las opciones de tuning. El juego exuda por sus poros de forma constante la adoración por el metal y la gasolina, pero es aquí donde Yamauchi y los suyos muestran un conocimiento casi enciclopédico de lo que los rodea, poniendo en manos del usuario un amplio abanico de posibilidades para personalizar hasta el más mínimo detalle los coches. La hoja de modificación no solo ofrece un control total sobre una larga lista de parámetros y piezas - que afectan de forma individual y notoria a la simulación en pista - sino que también explica con muchísimo detalle qué hace cada cosa. Oh, y para rizar el rizo: también hay un centro de automoción, GT Auto, donde lavar el coche, hacer una puesta a punto o cambiar el aceite (sí, el mantenimiento del vehículo también se ha tenido en cuenta), montar piezas decorativas, cambiar las llantas de las ruedas o transformar el diseño con un nuevo editor, todavía más completo que el de anteriores entregas, en el que aplicar pintura o vinilos.

Scapes, el principal modo foto de Gran Turismo 7, también merece una mención especial, por encima incluso de unas repeticiones que siguen siendo espectaculares y que ahora incluso cuentan con la delicatessen de un sistema que las sincroniza con el acompañamiento musical. Con él podemos realizar instantáneas de cualquiera de los coches de nuestro garaje en casi dos mil quinientas ubicaciones repartidas por todo el planeta. Si sois de los que pasáis horas haciendo fotos en vuestros videojuegos, aquí os lo vais a pasar en grande; no solo los resultados son impresionantes hasta hacer en ocasiones que te preguntes si lo que tienes delante es real o virtual, sino que hay un puñado de opciones avanzadas que permiten controlar hasta el más mínimo detalle del resultado final. Un resultado final que, para más inri, incluso se renderiza en alta resolución y con HDR, pudiendo compartirse de diferentes formas. No os engaño ni un poquito si os digo que estoy ansioso por ver qué hace la comunidad con Scapes a partir del 4 de marzo.

Una comunidad importante, por cierto. Todo lo que he comentado hasta ahora está dedicado casi exclusivamente a la experiencia en solitario, pero Polyphony Digital no ha olvidado tampoco la experiencia online. El multijugador estándar, con carreras que se pueden configurar con distintos parámetros, dará vidilla a Gran Turismo 7 durante los próximos meses y años, e incluso se puede disfrutar de forma local en un modo a pantalla partida (que, intuyo, tendrá un uso minoritario, pero se agradece que no lo hayan sacrificado). Y, de forma previsible, también vuelve el modo Sport con su oda a la competición y con la experiencia más exigente, en la que se concentrarán los mejores pilotos, consistente en eventos periódicos y una adherencia a la etiqueta de conducción, penalizando los comportamientos antideportivos.

Estos días tampoco he podido evitar pensar en lo estéril de ciertas discusiones, y en cómo las redes sociales e internet convierten en dogmas opiniones sin ningún tipo de fundamento. Me refiero, claro, a los gráficos; no sé en qué momento empezó a tomar tracción la idea de que Gran Turismo 7 es mediocre en este aspecto (ya ni entro en el universo paralelo en el que viven los que afirmaron que parece un juego de PS3), porque lo cierto es que en PlayStation 5 es un verdadero espectáculo. Uno de estilo sobrio, que alejado del brilli-brilli puede llevar a confusión, pero tremendamente anclado en la realidad y con el objetivo de representar de la forma más fidedigna posible tanto los coches - modelados con un nivel de detalle enfermizo interna y externamente - como los circuitos. Se mueve, además, con una fluidez envidiable, a 60FPS estables excepto en alguna situación muy concreta - consistencia que se puede sacrificar, si lo deseamos, con un modo fidelidad que añade ray-tracing a las repeticiones, el modo Scapes y algunas cinemáticas. El sonido, que tiempo atrás era uno de los aspectos más criticados en Gran Turismo, especialmente en lo que respecta a los motores, también raya a gran altura, potenciado gracias a un 3D Audio que enfatiza el posicionamiento y la distinción de los distintos efectos.

El verdadero punto de fricción y donde creo que se centrará la polémica de la semana™ es el limitadísimo sistema de colisiones, del cual estoy seguro que incluso veremos algunos vídeos en los próximos días sacándolo de contexto o tratando de hacer pasar por bugs alguna incongruencia de las físicas. No vamos a andarnos con paños calientes ni a adornar la situación: Gran Turismo 7 sigue a rajatabla la tradición de la saga Gran Turismo de dejar los choques en un segundo plano, con unas colisiones simples y poco realistas. Intuyo que el motivo está íntimamente relacionado con el hecho de que los daños en la carrocería son siempre muy leves a nivel estético y no consideran un aspecto esencial como es la absorción del impacto y la deformación posterior; una imposición en las licencias, seguro, por parte de los fabricantes. Más allá de un par de carreras en tierra en las que un choque a gran velocidad acabó generando una pirueta exagerada, esto a mí no me parece tan problemático o molesto como, seguro, algunos agoreros exclamarán a los cuatro vientos para azuzar una discusión con motivos mucho más oscuros. Si para vosotros las colisiones son un factor vital o algo de suma importancia, rebajad mentalmente el sello que encabeza el análisis a Recomendado y aquí paz y después gloria, pero personalmente creo que el juego no se resiente y sigue siendo sobresaliente.

Aun con eso, con alguna característica algo frívola que podría haber dado más de sí (me refiero específicamente al modo Rally de Música, interesante en su concepción pero que ahora mismo no pasa de ser una mera curiosidad al contar únicamente con seis canciones, pero también a que la climatología dinámica no esté implementada en todos los circuitos), con la ausencia - de momento - del modo B-Spec y con algún vicio adquirido, como esa tendencia al grindeo excesivo a la hora de obtener créditos (la única microtransacción en el juego es la opción de comprarlos con moneda real, si queremos ahorrarnos horas de carreras para acumular dinero y completar nuestro garaje), a Gran Turismo 7 no le cuesta demasiado trabajo erigirse como la mejor y más sólida entrega de la saga hasta la fecha. Es el pináculo de la obra de Kazunori Yamauchi y Polyphony Digital, una carta de amor (casi) definitiva al mundo del motor y un simulador de conducción excelso. Un videojuego absorbente y entretenido a rabiar, con múltiples opciones bajo el capó haciendo rugir un montón de piezas que trabajan al unísono para conformar una experiencia inmersiva y plenamente satisfactoria. El rey de los juegos de coches dentro del mundo PlayStation ha vuelto. Larga vida al rey.

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