Análisis de Grand Slam Tennis 2
"EA just came to say hello".
Que el número al final del título no te engañe, porque Grand Slam Tennis 2 tiene poco (o nada) que ver con el juego de Wii publicado a mediados de 2009. En lo que parece ser un reboot en toda regla, los gráficos cartoon y la jugabilidad puramente arcade dejan paso a un título de corte un poco más realista, a medio camino entre Top Spin y Virtua Tennis. 2K y SEGA no pueden relajarse: EA Sports llega casi de la nada, dice 'hola' sin complejos y demuestra ir muy en serio con un título mucho más sólido de lo que cabría esperar en su primera iteración.
Los valores de producción habituales de Electronic Arts están muy presentes nada más cargar el juego: una interfaz limpia y estilizada, muy en la linea de los FIFA, la licencia y grafismo de la cadena ESPN para dar la sensación de que estamos ante una retransmisión televisiva y algo novedoso en el género: comentarios durante los partidos. Dos leyendas de la raqueta, Pat Cash y John McEnroe, son los encargados de narrar - en perfecto inglés - lo que sucede en la pista, explicando los entresijos del deporte y aportando datos interesantes, aunque defrauda la exagerada repetición de determinados comentarios, como el de McEnroe hablando de los puntos en contra del juego de fondo (spoiler: 'ninguno') o las mofas de Cash en un mal saque.
Es evidente que no se ha escatimado nada a nivel de presupuesto. Grand Slam Tennis es el único juego que cuenta con los derechos de los cuatro grandes torneos (El US Open, Wimbledon, Roland Garros y el Open de Australia), pero también cuenta licencia de un montón de marcas de equipamiento (Adidas, Nike, Dunlop, Prince, Babolat o Wilson, entre otras) y de destacados jugadores de la ATP y la WTA. Entre los actuales destacan Federer, Djokovic, Nadal, Roddick, Sharapova, Ivanovic o las hermanas Williams, mientras que entre los clásicos hay leyendas como McEnroe, Sampras, Becker, Navratilova o Davenport. La selección es atractiva, aunque se echa en falta más equilibrio y gente como Agassi, Steffi Graf, Ferrer o Wozniacki.
Su representación virtual es bastante correcta, aunque con altibajos. El uso del motor de Fight Night permite ofrecer un apartado visual atractivo, especialmente a nivel de modelados, aunque las carreras y las transiciones chirrían en ciertas ocasiones y sorprende negativamente que no haya siquiera una animación para el golpe cortado. Tampoco acaba de convencer demasiado la física de la pelota, cuya flotación no es precisamente muy realista.
Aunque puedes jugar con el tradicional esquema arcade de botones (uno para el golpe plano, otro para el cortado, un tercero para el liftado y los gatillos como modificadores para hacer globos y dejadas), la gran baza de EA Canada con Grand Slam Tennis 2 es lo que denominan Total Racquet Control. Si has probado antes Skate o Fight Night entenderás sin problemas su funcionamiento: básicamente se trata de intentar mapear todos los golpes en el stick derecho, usando gestos que recuerden ligeramente a la acción que harías con una raqueta de verdad. Es un sistema que puede resultar algo complejo en las primeras partidas, pero que una vez dominas sorprende por su naturalidad y por ofrecer mucha más precisión de la que esperas.
"La gran baza de EA con Grand Slam Tennis 2 es el Total Racquet Control, un interesante sistema de control que recuerda a Skate y Fight Night."
Quizás por ello lo más recomendable al empezar es pasar por la Escuela de Tenis, en la que un irascible y estricto John McEnroe te enseña los diferentes golpes y la forma de realizarlos con el nuevo esquema de control, así como la mecánica para los saques (cuyo hud peca de cierta imprecisión). No tiene la profundidad ni es tan completa como la Academia Top Spin, pero cumple perfectamente su función y McEnroe da algún que otro consejo bastante útil. También tienes a tu disposición la Pista de Entrenamiento, en el que una maquina lanzapelotas te permite practicar todo lo aprendido en la Escuela. Simple, pero efectivo.
Una vez preparado, ya puedes lanzarte a competir en los tradicionales modos de exhibición y torneo - offline y online -, aunque el grueso de la experiencia está en la Carrera y en los Clásicos ESPN Grand Slam. En la Carrera el objetivo es llevar a nuestro tenista (creado a través de un sencillo editor en el que incluso puedes poner tu propia cara con la tecnología Game Face) hasta el número uno del ranking durante diez temporadas, cumpliendo pequeños objetivos en cada partido y otros más complejos cada año. Aunque sobre el papel suena bien, es bastante repetitivo y limitado: compites en cuatro torneos menores (y sin licencia) como antesala de los Grand Slams, realizas partidos de exhibición para desbloquear el equipamiento (raquetas y zapatillas) de la tienda y practicas en pequeños entrenamientos con McEnroe para mejorar tu juego, un ciclo que pronto se vuelve algo cansino. En este sentido Top Spin 4 gana por goleada, con detalles como los sponsors, una trayectoria que representa mejor el desarrollo de la carrera de un tenista profesional y, sobretodo, una mejor gestión de la evolución de los niveles de experiencia.
"Ahora mismo Grand Slam Tennis está todavía lejos de Top Spin 4, pero apunta maneras y con un par de iteraciones más podría llegar a mirar de tú a tú al juego de 2K."
El modo de Clásicos ESPN Grand Slam, en cambio, resulta mucho más convincente por lo sólido de su planteamiento: recrear (¡o reescribir!) partidos clásicos de los 80, 90 y 2000 poniéndonos en la piel de tenistas famosos. Así, podemos rememorar la final de Wimbledon de 1995 entre Pete Sampras y Boris Becker, la del Open USA de 1980 entre John McEnroe y Bjorn Borg o el fraternal duelo entre las hermanas Williams en la final del Open de Australia de 2003. Como bonus hay cinco partidos de fantasía que enfrentan a jugadores clásicos con actuales, como por ejemplo a McEnroe y Federer en Flushing Meadows, un what if bastante atractivo y curioso.
El problema, independientemente del modo, es que el juego tiende a ser demasiado fácil. En la configuración que viene por defecto es demasiado efectivo usar la táctica del saque y volea, y ni siquiera rivales de entidad como Sampras o Federer son capaces de readaptar su juego en concordancia. Pasar al nivel de dificultad Pro mejora un poco la situación, pero tampoco la soluciona por completo: la IA sigue siendo poco efectiva, abusa del juego en red y la CPU reacciona de forma extraña a algunos golpes, dejando pasar pelotas que podría devolver fácilmente al estar casi siempre perfectamente colocado.
El comportamiento de los jugadores que controla la máquina, de hecho, es uno de los aspectos más criticables de Grand Slam Tennis 2. Aunque hay alguna animación aislada propia (como el típico estirón en el pantalón que hace Nadal), parece que los desarrolladores han usado la misma plantilla genérica para todos, sin plasmar las particularidades de cada uno. Para quien no siga con regularidad este deporte puede pasar desapercibido, pero para el que lo hace es francamente extraño ver a Djokovic haciendo el revés con una sola mano, a Nadal subiendo a la red con tanta frecuencia o a McEnroe fallar un punto muy claro sin explotar en un monumental cabreo.
Son detalles que empañan y dejan a medio camino lo que, por lo demás, es un estreno sorprendentemente prometedor y divertido. Ahora mismo Grand Slam Tennis está todavía muy lejos de Top Spin 4, pero para ser (no lo olvidemos) el primer paso apunta maneras y con un par de iteraciones (bi)anuales más podría llegar a mirar de tú a tú al juego de 2K. EA Sports tiene buenas ideas, como el Total Racquet Control, tiene las licencias y su filosofía es, además, muy inteligente: situándose a medio camino entre la simulación de Top Spin y el arcade de Virtua Tennis se diferencia lo suficiente de ellos como para erigirse en un complemento bastante recomendable sea cual sea tu estilo de preferencia.