Grand Theft Auto IV
Life is complicated.
El hecho de que se invierta una gran cantidad de dinero en el desarrollo de un videojuego no hace que este sea un mejor título. Pero ayuda. De este modo, que Grand Theft Auto IV sea un gran juego es algo bastante lógico si se tiene en cuenta que hasta el día de hoy es el título más caro de la historia. Así lo ha afirmado su productor Leslie Benzies: ni más ni menos que 100 millones de dólares. Una cifra que incluso supera los 70 que costó Shenmue en las postreras del pasado siglo XX. Y es inevitable seguir hablando de cifras, ya que a la par que su presupuesto multimillonario, GTA IV también ha asombrado a medio mundo por sus colosales cifras de ventas. Ni más ni menos que 600 millones de dólares en su primera semana a la venta y el récord de ser el producto audiovisual que más dinero ha generado en su estreno. Ahí queda.
Aunque las expectativas creadas por su poderosa campaña viral y el denominado "hype" acostumbran a hacer más mal que bien en estos tiempos que corren, la verdad es que estaba cantado que el juego desarrollado por los escoceses de Rockstar North no podría acabar siendo un tiro por la culata. De esta manera, a falta de un inesperado milagro tecno-lúdico, la odisea criminal protagonizada por Niko Bellic es la mejor aventura de acción de este 2008. Y lo es por varios motivos: por ofrecer al jugador una ciudad llena de posibilidades, por tener un guión a la altura de las mejores relatos del género mafioso, por su deslumbrante acabado técnico, o simplemente por contar con uno de los protagonistas más interesantes y carismáticos que ha dado la industria del ocio electrónico en los últimos tiempos.
Como sus predecesores, GTA IV es un juego de acción que pone al jugador en la piel de un hombre atrapado en un espiral de crimen, a punto de perder el equilibrio sobre una cuerda floja entre la supervivencia y las ansias de poder. ¿Pero es un vulgar juego de acción al uso? En absoluto. Para aquellas personas que no estén familiarizadas con la saga, en el camino que conducirá al protagonista de ser un "don nadie" a convertirse en auténtico capo del crimen, el juego adquiere una estructura de "sandbox", es decir, ofrece al jugador la opción de tomar diferentes caminos para llegar al final y así huir de una estructura lineal clásica de superación de niveles. Total libertad dentro de lo que muchos han definido como un simulador criminal. Aunque claro está, cuanto mayor es la libertad de acción mayor es también la polémica que se genera a su alrededor.
Sin entrar en lo referente a la polémica -por ser un terreno estéril y manido en el caso de GTA- una de las conocidas bromas de la cultura freak que rodea a Chuck Norris afirma que el ultra-conservador Ranger de Texas dispone de dos velocidades: caminar y matar. El protagonista de GTA IV comparte una de ellas, la segunda. No obstante, a diferencia de caminar, Niko Bellic básicamente se desplaza en coche. Este es un punto importante si no se está familiarizado con esta serie de juegos, pues intentar conquistar la ciudad de Liberty City a pie es tan descabellado como no dejarse seducir por el placer de quemar el asfalto con los coches, motocicletas y camiones del juego o de llegar a nuestro destino en barco o helicóptero. Y es que el hecho de robar vehículos, tan fácil como acercarse a la presa y apretar un botón, es la marca de identidad más clásica de la saga, y que aquí obviamente no podía faltar.
El sueño americano
Tal como ya se ha comentado, el argumento de GTA IV gira de forma casi totalitaria alrededor de un pobre diablo llamado Niko Bellic. Conocer su historia es la mejor forma de abrirse paso a través del brillante guión escrito por Dan Houser y Rupert Humphries. El juego empieza con la llegada del susodicho a la ciudad de Liberty City, metrópolis a imagen y semejanza de la Nueva York actual y que de nuevo repite como escenario en la saga. Serbio, en la treintena y ex-luchador en la sangrienta Guerra de Bosnia, el héroe de esta historia emprende un viaje de no-retorno alentado por los lujos y las comodidades que le promete su primo Roman, afincado en la ciudad desde antes de la contienda. Arrastrando con él todo el cinismo generado por un conflicto que acabó con casi todo lo que quería, llega a la ciudad de los rascacielos con el objetivo de cumplir su particular "Sueño Americano" y encontrar a un viejo conocido. No tardará mucho en darse cuenta que el paraíso que había soñado no es más que una jungla salvaje poblada por personajes sin escrúpulos.