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Análisis de Greedfall

Buen aterrizaje.

Eurogamer.es - Recomendado sello
GreedFall nos presenta una aventura con una ambientación cuidada, un combate correcto y un apartado de rol que nos hace diplomáticos.

Desde hace unos meses se ha denominado a GreedFall, el nuevo juego de rol del estudio francés Spiders, un heredero espiritual de Dragon Age. En concreto, de Dragon Age: Origins. Pero las comparaciones son odiosas y, afortunadamente, GreedFall pronto muestra una personalidad propia que va más allá de las comparaciones.

GreedFall es un juego de rol de acción ambientado en un siglo XVIII fantástico, en el que encarnamos a De Sardet, sobrina o sobrino del príncipe de Orsay, y viajamos a una isla recientemente descubierta, Teer Fradee. Allí los nativos llevan años combatiendo con dos naciones colonizadoras, las cuales son aliadas nuestras pero rivales entre sí. De Sardet será el o la encargada de entablar relaciones con nuestros aliados y también con los nativos.

Esta ambientación seguramente nos resulte familiar. La inspiración en el siglo XVIII es algo que queda patente en un primer vistazo, así como la inspiración que toman para las distintas facciones del juego. Este realismo se manifiesta de varias maneras, no sólo nivel estético, sino también en el lenguaje y en las costumbres.

Pero donde GreedFall se diferencia más de otros juegos de rol de acción es en que no quiere enfocarse únicamente en el combate. Nuestro personaje se centrará sobre todo en mantener relaciones diplomáticas con las facciones del juego, por lo que el combate está sujeto a dicha narrativa y esto hace que determinados momentos que en otros juegos se solucionarían a espadazos, aquí se haga dialogando. De Sardet tiene personalidad propia, por lo que las opciones de diálogo no serán una simple elección de carácter, sino una toma de decisiones que afecta al mundo. Es uno de los grandes puntos positivos de GreedFall: cuando te hace decidir, te lo reconocen. Aunque a veces el resultado de tus decisiones sea el mismo, durante el juego otros personajes recordarán lo que has hecho. Además, otro punto positivo es que no solo hay decisiones en cuanto a diálogos, sino también sobre cómo desarrollar las propias misiones.

En no pocas veces nos dan opción de afrontarlas de distintas maneras: con sigilo o a combate abierto. También a veces nos pedirán que volvamos dentro de un tiempo, pero volver antes del plazo puede suponer una situación distinta. El juego se puede sentir a veces muy lineal, pero estas pequeñas variantes logran sacarnos de esa sensación aunque sea durante unos momentos. Que al ir a hablar con alguien su predisposición hacia mí estuviera influenciada por alguna acción anterior mía no deja de ser un detalle que aporta mucho al juego y a la inmersión.

El mundo de GreedFall es visualmente sorprendente. Pese a que a nivel de color predominan los otoñales, la simple arquitectura de las ciudades no sólo las distingue unas de otras, sino que también las dota de la personalidad de sus propias naciones. En total, tendremos cinco facciones además de la nuestra, y todas son claramente diferentes entre sí. Entre las tribus nativas también hay diferencias evidentes, ya que las pinturas que llevan los señalan como de un clan u otro e incluso los Naut, la facción de los marineros, llevan tatuajes en función de su significado.

La historia de GreedFall nos empuja a buscar en Teer Fradee una cura para el Malichor, una enfermad que diezma a la población de nuestro continente. De Sardet irá reuniendo por el camino a varios compañeros, representantes cada uno de las cinco facciones que hay en el juego; con ellos he notado un cierto problema de sobreexposición, ya que no nos dan muchas opciones de diálogo con ellos, por lo que las pocas que tenemos están cargadas de información. Y me ha dado pena, porque me han parecido compañeros muy interesantes sobre los que me hubiera gustado que el juego nos ofreciera implicarnos más con ellos. Por otro lado, tienden a aportar en las conversaciones con otros personajes, e incluso a influir en ellas llegado el caso.

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Esta falta de implicación no es sólo con los compañeros. Debido a que De Sardet tiene una misión diplomática, a menudo nos encontraremos con las manos atadas. Es por ello que, aunque haya una intención en el juego de ser crítico con ciertos temas, como es el del colonialismo, a la hora de dejarnos actuar nos veremos limitados por las necesidades narrativas de la trama central. GreedFall se esfuerza en darnos una visión realista y tratar varios temas desde distintas perspectivas, pero a la hora de la verdad las acciones de De Sardet serán circunstanciales, y somos nosotros como jugadores quienes sacaremos nuestras propias conclusiones.

Centrándonos en el combate, el juego nos permite construir a De Sardet en función a nuestro estilo de juego. Para empezar, tenemos las habilidades, que determinan las armas y el tipo de combate en las que vamos a enfocarnos. Al ser un sistema de puntos abierto, podremos combinar las habilidades como mejor veamos.

Por otro lado tenemos los atributos, que en esencia determinarán el tipo de armas y armaduras que podemos utilizar. Tanto aquí como en los talentos, que veremos a continuación, los puntos no nos darán todos los niveles, por lo que será importante pensarnos bien cómo queremos enfocar nuestro combate. Por suerte, si nos equivocamos contaremos con un objeto en el juego que permite volver reorganizar los puntos. Los talentos, por su parte, son las habilidades no de combate activas, y nos ayudarán fuera del combate a superar determinados obstáculos, como puede ser escalar determinados lugares, pasar por pasos estrechos e incluso activar opciones de diálogo nuevas o convencer mejor.

Este sistema puede parecer, sobre todo a la hora de combatir, escaso, pero conforme vayamos diversificando nuestras habilidades, más mejoras y opciones tendremos a nuestra disposición. En lo referente al combate, GreedFall ofrece una experiencia dispar: en niveles bajos y ambientes estrechos puede ser un reto debido a esta falta de habilidades tanto activas como pasivas, pero por lo general combatiremos en entornos abiertos.

Los tipos de enemigos son pocos, pero algunos sí supondrán un reto. El combate consiste en aprender a esquivar y golpear en el momento oportuno; cada criatura tendrá sus ataques, y podremos prever cuál usará contra nosotros. El margen de error es lo suficientemente amplio para que un jugador menos experimentado pueda disfrutar del combate sin sufrirlo, y las propia construcción de nuestro estilo de lucha puede hacer que el combate a distancia o con magia resulte, aunque más tedioso, más seguro. También contaremos con una opción para pausar el combate y realizar así acciones tácticas basadas en las habilidades que desbloqueemos.

Poco más me queda por decir de GreedFall. Su ambientación, como hemos dicho, no se centra sólo en lo estético, y nivel de audio posee una banda sonora que me ha gustado mucho, la cual ya está disponible en Spotify. También me ha sorprendido para bien el doblaje, y si bien las animaciones a veces resultan muy genéricas, cumplen. La versión jugada (PS4) no cuenta con bugs que me hayan dado problemas, si bien en algunas conversaciones la cámara choca contra alguna pared y no enfoca a uno de los interlocutores.

Por lo general, GreedFall es un juego de rol de acción que he disfrutado. Ofrece una ambientación nueva y atractiva, con un combate más que correcto. Pero voy a confesar, ahora que termino, que era muy difícil que no me gustara este juego: soy de las que se ponen todos los puntos en carisma.

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