Guitar Hero On Tour: Modern Hits
Concierto discotequero.
La tercera entrega de Guitar Hero On Tour para la portátil de Nintendo sigue mejorando pasito a pasito la fórmula que los chicos de Vicarious Visions ya estrenaron hace exactamente un año, cuando la saga desembarcó por primera vez en DS. En este sentido, este Modern Hits sigue ofreciendo prácticamente lo mismo que ya nos vimos en los dos juegos anteriores, pero con ligeros retoques que lo convierten en un mejor producto. Como es lógico, la principal diferencia radica en su lista de canciones, que en esta ocasión en lugar de ofrecer un catálogo con temas de distintas épocas se centra –y muy acertadamente– en los grandes éxitos rockeros de los últimos 5 años.
Para aquellos que han vivido aislados de la sociedad los últimos cinco años y todavía no conozcan este popular estilo de juegos musicales, podríamos resumirlos brevemente diciendo que su objetivo es que el jugador siga el ritmo de una canción mediante la pulsación en el momento adecuado de unos botones de colores que representan las notas. Así, mientras que en las versiones para consolas de sobremesa el clásico mando se sustituye por accesorios con forma de instrumentos de verdad (guitarras, baterías o hasta bajos) en el caso de la DS se juega de un modo peculiar: por un lado rasgueando las notas sobre la pantalla táctil y por el otro pulsando los cuatro botones de colores del accesorio Guitar Grip (incluido en el juego). Efectivamente, la sensación de que estamos tocando un instrumento de verdad no es tan grande en esta versión diminuta de Guitar Hero como sí que lo es en las versiones para máquinas de sobremesa –de hecho, más que tocar la guitarra en DS parece que estemos subrayando compulsivamente un librito– pero hay que reconocer que dentro de las limitaciones de la portátil, la mecánica del título original ha sido bien portada a DS, y esto es algo que se mantiene en esta tercera entrega.
Siguiendo con la filosofía propia de un juego para consola portátil, podemos decir que este Modern Hits es un título ideal para hacer partidas breves de entre 10 y 20 minutos. En este tiempo, tanto podemos demostrar nuestras dotes rítmicas en el modo “Partida Rápida”, con el que podemos acceder a sus 28 canciones y tocarlas sobre cuatro modos de dificultad; como optar por el modo “Carrera”, en el que debemos crearnos un grupo e ir tocando en diferentes locales para conseguir fans y convertirnos en un grupo legendario. Decimos lo de que es ideal para partidas breves porque aunque el control está bien depurado y el accesorio responde bien, jugarlo demasiado rato puede ser algo incomodo (sobre todo, para aquellos que tengan las manos más grandes). Además, así como sus versiones para sus hermanas mayores son eminentemente un juego social y enfocado para jugarlo en grupo, al tratarse de una consola portátil el juego se torna una experiencia más bien solitaria, pese a sus abundantes –y sobresalientes– opciones multijugador, de las que hablaremos un poco más adelante.
Precisamente una de las novedades más importantes que encontramos en Modern Hits tiene una gran importancia en lo que respecta las partidas en solitario, y es que el Modo Carrera haga ganado un poquito más en cuanto a inmersión respecto a las dos anteriores entregas. Acompañados por nuestra agente tenemos que ir superando las canciones primero como teloneros y luego como cabezas de cartel alrededor de cinco salas de concierto distintas, pero además se incorporan las peticiones de los fans, unos pequeños retos que nos obligan a cumplir determinados requisitos sobre canciones que ya hemos tocado. Esto último nos obliga a tocar varias veces la misma canción para poder avanzar, algo normal si tenemos en cuenta que el juego no llega a la treintena de canciones pero que de todas maneras no resulta tan pesado como podríamos pensar. Una de las peticiones que siempre nos encontramos es la de tocar la canción en el llamado modo Duelo, un enfrentamiento de guitarras entre dos guitarristas que se lanzan ítems para hacer trampas y que resulta tremendamente divertido. Nos incendiarán la guitarra, para lo que tendremos que soplar para apagarla; nos pedirán que firmemos autógrafos mientras tocamos; nos harán fotos que nos deslumbrarán; deberemos tensar las cuerdas sin dejar de tocar. En definitiva una locura de modalidad que funciona muy bien.