Análisis de House of the Dead: Overkill Extended Cut
En los límites del buen gusto.
House of the Dead: Overkill seguramente no pasará a los anales de la historia como uno de los mejores juegos de Wii, pero creo sin duda que es uno de los que más he disfrutado en la consola de Nintendo. Dentro de su particular género, el de puntería, era uno de los títulos más destacables de los últimos años, pero lo que de verdad lo hacía especial era su estética grindhouse, heredera de la estupenda Planet Terror de Robert Rodríguez, y una actitud desvergonzada y gamberra sin ningún tipo de autocensura, que con frecuencia sobrepasaba los límites de lo políticamente aceptable.
Extended Cut, la versión para PlayStation 3 con Move (aunque puede "jugarse" también con el Dual Shock), recupera todo eso, mejora la precisión gracias al uso del periférico de control gestual de Sony, añade algún extra y le da un poquito más de brillo. Vendría a ser algo así como la remasterización en Blu-ray de un título de catálogo de una productora de Hollywood: no va a lucir tan bien como un estreno actual, pero sí supone un salto de magnitud considerable respecto al DVD a nivel audiovisual.
El enfoque es poco ambicioso, pero es que realmente el juego original tampoco mostraba demasiadas pretensiones. Como lo que es, una macabra y alocada glorificación de un género en decadencia, funciona estupendamente: idealiza los pases dobles de cine de serie B y recupera la esencia de los salones recreativos de antaño, en los que triunfaron títulos como Operation Wolf, Virtua Cop, Time Crisis o el House of the Dead original.
Es curioso, además, su contraste entre modernidad y arcaísmo. Esto queda patente, por ejemplo, en una de las grandes novedades de esta versión, la implementación de las tres dimensiones: por un lado hay soporte para los actuales televisores con 3D estereoscópico, pero también para el anticuado sistema anaglífico, ese que gozó de cierta popularidad en los 70 y 80 y que usaba las míticas gafas de cartón con filtros de color rojo y azul.
Haciendo honor al subtítulo del juego, Extended Cut, la versión para la consola de Sony también añade un par de nuevos niveles con los personajes femeninos (Varla Guns y Candi Stryper) como protagonistas: Naked Terror, ambientado en un decadente local de striptease, y Creeping Flesh, en un sórdido matadero. Son un pelín más fáciles que los de la campaña, pero valen la pena porque sacan a relucir más que nunca la influencia del exploitation y tienen algunos momentos verdaderamente demenciales, ya sea por los desagradables jefes finales o por los delirantes dialogos entre las voluptuosas protagonistas.
Es una pena que el mal endémico del género, la duración, siga estando presente en este port. Sí, cuando lo terminas se desbloquean el modo Director's Cut y varios minijuegos, pero a Overkill probablemente no vas a dedicarle más de un fin de semana y no es un título que invite mucho a la rejugabilidad por culpa de un nivel de dificultad relativamente bajo. El apartado gráfico, además, es bastante discreto: la alta definición y la mayor consistencia en el frame-rate son evidentes, pero también lo son sus inequívocos orígenes para una consola técnicamente muy inferior.
Si ya jugaste a Overkill en Wii probablemente no merece la pena que vuelvas a hacerlo en PlayStation 3, pero para todos aquellos que no lo probaron en su momento es una excelente oportunidad de disfrutar uno de los juegos más gamberros, irreverentes y transgresores de los últimos años. Es, en el fondo, grindhouse puro y duro: un título vacuo y superfluo, pero tremendamente divertido.