Infame
Insustancial e invertebrado.
Insustancial e invertebrado. Así es Infamous. Una propuesta a vuelapluma, un juego que parece convencer al primer contacto, entretiene las primeras horas pero no es capaz de mantener el interés de un público medianamente exigente y observador pasado un tiempo prudencial. Los motivos además son bien visibles y podrían resumirse en una molesta repetitividad prácticamente a todos los niveles, y una ejecución muy descuidada en lo que respecta al apartado jugable. Y esto es algo que un juego que se engloba bajo una mecánica tan libre como la de un sandbox no se puede permitir. Quiero también ser honesta, y antes de empezar con argumentaciones y opiniones, tenéis que saber que no me he terminado el juego ni pienso hacerlo; con lo cual como lectores, y también críticos que sois, podéis tomar en consideración este artículo hasta el punto que veáis conveniente, o no hacerlo en absoluto y encomendaros a los textos de otras webs serias y profesionales. Esas que seguramente sí hayan completado el juego antes de elaborar sus respectivos análisis.
Infamous da la sensación de ser fruto de una lluvia de ideas improvisadas, y se aleja bastante del producto redondo que debiera resultar tras el largo proceso de maceración de esas ideas.
Infamous nos pone en la piel de un super héroe bastante arquetípico. Un terrible accidente de origen incierto otorga a Cole, el prota, espectaculares poderes que podremos usar para hacer el bien o para ser un hijo de puta. No faltará la agente del gobierno que nos echa un cable desde la sombra, ni la chica a la que hemos hecho daño pero cuyo corazón podremos ganarnos con nuestras buenas acciones, ni nuestro mejor amigo, un gordo cabrón y algo putero que pone la nota de... ¿humor? Ocurre que todo esto, todos estos clichés estarían muy bien si se hubiera empleado un mínimo de talento en urdir una trama medianamente atractiva para un receptor con un nivel de inteligencia medio. Está claro que nadie esperaba una profundidad narrativa y argumental "nivel Alan Moore", pero sí algo medianamente digerible y contado con algo de chispa, de nervio. Pero no. La historia es absolutamente inFumable, tan interesante como la cópula del caracol. Y esto es algo que me irrita particularmente; ocurre que en los videojuegos a menudo se usa el registro comiquero para justificar tramas y narrativas que, independientemente de su tono más o menos desenfadado, son una auténtica basura, demostrando con ello un desprecio infinito a un arte y medio de expresión que lleva más de medio siglo generando obras maestras. Todo esto no sería un problema si el propio juego relegara la trama a un segundo plano y cediera el protagonismo al apartado jugable, pero lamentablemente no es el caso.
Las carencias del título a nivel de diseño y planteamiento se empiezan a hacer evidentes en un momento muy temprano de la aventura. No hay cohesión, no hay tensión, el feeling es nulo. Infamous da la sensación de ser fruto de una lluvia de ideas improvisadas, y se aleja bastante del producto redondo que debiera resultar tras el largo proceso de maceración de esas ideas. Es un juego sobre el que se pasa de puntillas y del que apenas queda poso cuando ha pasado un tiempo prudencial, algo que se masca y se consume deprisa, un aperitivo precocinado, un blockbuster veraniego de palomitas y refresco, y no precisamente de los buenos. Este problema de conexión, que también lo es de inmersión, no tiene nada que ver con la ligereza de la trama ni con las aspiraciones del título. Hay juegos con argumentos deliberadamente lamentables y unas mecánicas de chichinabo totalmente orientadas a la pandilocura cuyas propuestas acaban siendo divertidísimas y sólidas como una roca, juegos con los que conseguimos conectar a pesar de su presunta intrascendencia, y cuyas buenas sensaciones iniciales acaban convirtiéndose en algo perdurable. Un ejemplo de esto es Crackdown, por citar un título equiparable en cuanto a mecánica e intenciones, aunque irónicamente unos cuantos años más antiguo. Crackdown, uno de los juegos que mejor ha entendido y exprimido el concepto de sandbox. Y uno de los más divertidos.
Posiblemente lo mejor de inFamous sea la acción, en un sentido primario del concepto, en tanto que está bien entendida y perfectamente contextualizada en el entorno. Las habilidades destructivas de Cole cobran especial sentido si aprovechamos los espacios urbanos en que se mueve. Sin embargo, el juego falla estrepitosamente a la hora de aplicar todas estas posibilidades a las diferentes situaciones jugables a las que tendremos que hacer frente. Misiones principales descontextualizadas, misiones secundarias repetidas ad aeternum, o enemigos de IA lamentable que siempre hacen lo mismo y en los mismos sitios son factores que no ayudan a que Infamous despliegue todo el potencial lúdico que debiera tener, ese que intuimos cuando nos dedicamos a hacer el burro en la ciudad por nuestra cuenta. El primer contacto con el juego no obstante es muy positivo y podemos llegar simpatizar bastante con su propuesta, pero conforme van pasando las horas y empezamos a ver elementos repetidos y reciclados hasta la nausea prácticamente a todos los niveles - desde la estructura de las misiones hasta el diseño de la propia ciudad - la diversión cede casi todo el espacio al sopor, para acabar convirtiéndose en algo ciertamente irritante.
Nada me gustaría más que pensar en Infamous como un error necesario. Me encantaría que todas las buenas ideas que aún de forma tan dispersa y dubitativa presenta se hayan trenzado con algo de sentido en su secuela.
El juego de Sucker Punch, un juego cuyas aspiraciones han sobrepasado con mucho las posibilidades y habilidades del estudio desarrollador, ostenta unas mecánicas descuidadas y un ritmo precario. El juego ofrece cosas, pero no profundiza en nada. Olvídate de sentir que estás dentro de una ciudad viva de la que puedes formar parte sin intentar hacer muchos destrozos, o ponerla patas arriba si prefieres ir de malote. Olvídate de sentir la más mínima empatía con las decisiones que llevarán a Cole por la senda del bien o del mal. Olvídate también de divertirte haciendo misiones secundarias, pues en vez de explotar la libertad de acción en una ciudad abierta se limitan a repetir los mismos y tediosos patrones. Acabaréis hasta los mismísimos cojones de perseguir mensajeros, desactivar micrófonos, recorrer alcantarillas y ver montones de gente en el suelo haciendo la croqueta. Para completar el pack, el juego presenta una optimización deficiente y una generosa colección de bugs, dentro de la cual destacan las paredes invisibles, que se nos presentan con mucha, muchísima más frecuencia de la que sería deseable. También merece la pena resaltar esa especie de imán que Cole parece tener en los pies y que nos pondrá las cosas bastante complicadas cuando queramos hacer saltos precisos, ya que nunca cae donde queremos, sino que "se pega" a otros objetos o plataformas que haya cerca. Por no hablar del apartado sonoro. Molesto, desacompasado y absolutamente terrible, aunque por otra parte es una metáfora perfecta del propio juego.
Nada me gustaría más que pensar en Infamous como un error necesario. Me encantaría que todas las buenas ideas que aún de forma tan dispersa y dubitativa presenta se hayan trenzado con algo de sentido en su secuela. Ojalá Infamous 2 sea un gran juego y yo pueda volver hablando maravillas y deshaciéndome en elogios cuando tenga la oportunidad. Pero Infamous es, sintiéndolo mucho, un juego mediocre en todos sus apartados. Quizá el sutil equilibrio dentro de esta mediocridad imperante pueda crear una falsa sensación de robustez, un entretenimiento constante, inocuo y estúpido, que se aguanta estoicamente debido a que ninguno de sus defectos resalta sobre el resto. Y de ahí al sobresaliente tan solo hay unas cuantas campañas publicitarias de por medio.