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Primeras impresiones de inFamous: Second Son

Lo nuevo de Sucker Punch para PS4.

Sucker Punch juegan en casa con inFamous: Second Son, y no sólo porque la acción se desarrolle en Seattle (como tantos otros estudios, están ubicados en Bellevue, el suburbio más grande de la cuna del grunge), siete años después de la anterior entrega: el último lustro lo han dedicado casi exclusivamente a las aventuras entre el bien y el mal de Cole MacGrath, dando forma a una de las series más importantes de Sony y uno de los exclusivos a tener en cuenta de PlayStation 3. Con Second Son, ya en PlayStation 4, cambian de protagonista, pero la base sigue ahí: Delsin Rowe, el grafitero que protagoniza el juego, hereda mucho que ya conocíamos de anteriores inFamous, pero se trae de casa algunas novedades que dan un nuevo sabor a la experiencia.

La primera son los poderes, claro; en ellos está la chicha, y son ellos lo que más positivamente me ha sorprendido. Se conocen, y pude jugar con, el humo y el neón; como se ha visto en varios tráilers, Delsin puede absorberlos y utilizarlos para enfrentarse a los enemigos, y la cosa cambia considerablemente en función de cuál usemos. El humo nos permite atacar cuerpo a cuerpo con nuestra cadena envuelta en llamas, además de lanzar un disparo cargado (ya no hace falta apuntar y disparar por separado: podemos utilizar el botón de disparo sin depender del de apuntado) más potente; sin embargo, la movilidad se reduce, y tenemos que aprovechar el escenario de forma más estratégica para escapar de las situaciones peliagudas. El neón es menos potente en el ataque (no tiene disparo cargado ni ataque cuerpo a cuerpo, algo que eché de menos más de la cuenta; sí tiene un combo de carrera más ataque, mucho más aparatoso que el uso de la cadena) pero con él podemos movernos muy rápido por el escenario, escalando edificios y volando entre tejados con facilidad.

inFamous: Second Son parece ser otro paso en la dirección que convenció a tantos en la anterior PlayStation: la de los exclusivos consistentes.

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Lo interesante de estas diferencias entre los poderes no es tanto la variedad jugable que dejan intuir (son dos de los varios poderes que tendremos; no se sabe cuántos habrá en total) sino cómo se aprovecha el escenario de forma muy orgánica, proponiendo zonas verosímiles en las que absorber los poderes. Si queremos usar el neón, podemos acercarnos a un letrero luminoso en una calle principal y conseguir el poder; si queremos el humo, podemos subir a lo alto de un edificio y buscar una chimenea. Es una decisión de diseño inteligente y muy poco forzada: la primera vez que, al querer enfrentarme con más potencia de ataque a un grupo grande de enemigos, quise cambiar de neón a humo, mi primera idea fue buscar una chimenea o un coche en llamas.

La demo duraba suficientemente poco como para terminarla varias veces, y aunque no dejaba ver mucho sobre cómo afectará nuestro comportamiento al desarrollo del juego (de primeras, cuando golpeas a la gente se asustan y te rehuyen, pero no vi cambios visuales ni de ningún otro tipo) le sobraba para dejar claro que sus mecánicas se levantan sobre un apartado técnico envidiable. Second Son tiene muchos trucos para ser espectacular: sabe disponer sus fuegos de artificio, y ahí están los efectos de luz, las partículas y el enorme y detalladísimo escenario para dar fe de ello. Si echamos la vista atrás después de un sprint por los tejados, una estela de neón nos persigue en las zonas donde hemos tomado impulso; en los combates más tumultuosos, las chispas y los enemigos en llamas son el pan de cada día; saltan rocas, Delsin explota en vóxeles y se recompone después de un ataque especial, columnas de escombros salen del suelo y lanzan por los aires todo lo que está en su camino.

Fue una toma de contacto más breve de lo que me habría gustado, pero suficiente para dejar ver que el juego apunta maneras. Más breve porque el juego es uno de los más destacados del catálogo cercano de PlayStation 4, todavía algo raquítico viniendo de una generación que ha acabado siendo generosa en grandes juegos, pero también porque inFamous: Second Son parece ser otro paso en la dirección que convenció a tantos en la anterior PlayStation: la de los exclusivos consistentes, que dan valor a un catálogo erigido sobre una constelación de estudios a los que Sony parece estar manteniendo bien.

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