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Insanely Twisted Shadow Planet

El virtuosismo estético del planeta estéril.

Insanely Twisted Shadow Planet se perfilaba como una de las apuestas lúdicas más interesantes de este verano para Xbox360, en parte gracias a ese estimulante apartado visual. Ahora, con el juego entre manos y despejadas todas las incógnitas, puedo concluir tranquilamente que el apartado visual es prácticamente el único aspecto destacable del título de FuelCell Games. Ese virtuosismo visual actúa como una bella distracción sobre una propuesta jugable demasiado laxa y con unas deficiencias en el planteamiento impropias de los valores de producción tan notables que presenta.

Insanely Twisted Shadow Planet es una aventura de exploración, un viaje a través de un extraño planeta hostil cuya base jugable es bastante similar a la de Metroid, solo que en esta ocasión los elementos imprescindibles de este tipo de juegos (mapa grande y complejo, adquisición de nuevos poderes aplicables a la progresión de la aventura) se presentan poco cohesionados, difusos, como parte de un conjunto muy poco ambicioso que atrae levemente la atención del jugador durante las escasas tres horas que dura la aventura, pero con la cual nunca llega a conectar. No hay intensidad, no hay apenas implicación a lo largo de un desarrollo algo torpe, tibio y titubeante.

La aventura empieza sin introducción alguna, cosa que se agradece pues las primeras sensaciones al sumergirnos en esa extrañísima geografía cambiante sin que nos acribillen con pistas o consejos que no necesitamos son muy excitantes. Y posiblemente esos primeros momentos, junto a los enfrentamientos con los jefes finales, sean lo más interesante de todo el juego. Pero vayamos por partes. Manejando un pequeño platillo volante pilotado por un simpático extraterrestre tendremos que explorar todas y cada una de las zonas en las que se divide el mapa. Para ello contaremos con herramientas en un principio limitadas, como un gancho de agarre con el que moveremos pequeños objetos y un lanzador de proyectiles simple. Como es lo habitual en este tipo de juegos, con nuestros avances iremos encontrando nuevas herramientas que nos permitirán acceder a nuevas zonas o desbloquear esas rutas inaccesibles que hemos ido dejando atrás. Estas herramientas son bastante variadas y en general están más orientadas a la interactuación con el entorno (resolver puzzles) que a derrotar enemigos, ya que ITSP no es un shooter al uso ni un juego que destaque por sus momentos de acción.

El problema es que todo sucede de manera muy anticlimática, el ritmo de juego es lento y pesado y no conseguimos conectar con su propuesta prácticamente en ningún punto de la aventura. Por otra parte, algunas de las herramientas que vamos encontrando no están todo lo aprovechadas que deberían y de hecho nos podemos pasar el juego sin haberlas usado siquiera. Da la sensación de que los integrantes de FuelCell Games sabían perfectamente de qué partes debía constar un metroidvania, pero que no han sabido ensamblar esas piezas acertadamente y darles cohesión interna. Los puzzles, lejos de entretener o suponer un reto estimulante, se vuelven tediosos cuando vemos que repiten la misma rutina una y otra vez y que la resolución de los mismos se realiza de manera un tanto atropellada. Por otro lado, el mapa ni es demasiado grande ni es tan complejo como él mismo pretende. De hecho, con echarle una simple ojeada desde el menú se pueden intuir esos pequeños recovecos que ocultan ítems de mejora o desbloqueables. Como decía antes, los enfrentamientos contra los jefes finales que se ocultan en lo más profundo de cada zona son los momentos más interesantes del título a nivel jugable. Estos enfrentamientos, siguiendo el tono imperante del desarrollo general de la aventura, se resuelven usando cierta lógica y una vez descubierta la rutina a seguir no nos costará demasiado acabar con el enemigo. Aparte de esto, habrá algún que otro puzzle cuya mecánica nos agradará de manera especial, pero suelen ser excepciones.

En general da la sensación de que el equipo de desarrollo ha confiado demasiado en el espectacular trabajo de diseño y dirección artística de Michel Gagné, y, sabedores de lo muchísimo que el juego llama la atención a nivel visual, han descuidado todo lo demás. Por supuesto los valores del juego a nivel artístico son innegables, el juego es rabiosamente bonito y una auténtica delicia verlo en movimiento, pero cuando lo único destacable del juego es eso, cuando el deleite visual es lo único que te motiva a seguir avanzando, es imposible que podamos considerarlo un juego destacable. Por si fuera poco la duración es excesivamente breve incluso para un descargable y no hay ningún aliciente que incite a rejugarlo.

Es una verdadera pena que la pasión que se desprende del título a nivel visual no se haya aplicado al resto de apartados, ya que salvando el excelente trabajo de Michel Gagné, Insanely Twisted Shadow Planet es un juego mediocre y totalmente prescindible. Si os apetece una experiencia de estas características seguramente disfrutéis de sus aspectos positivos y podáis extraerle algunas trazas de diversión, pero hay alternativas bastante mejores y con una relación calidad/precio mucho más ajustada.

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