Análisis de Jetboard Joust - Una mezcla de arcade y roguelike que no termina de funcionar pese a su gran jugabilidad y puesta en escena
Invaders Must Die!
Aunque el videojuego es un arte que no tiene tantos años a sus espaldas como el cine o el cómic - y todos ellos palidecen frente a la ingente cantidad de siglos de desarrollo que acumulan la música, la pintura o la literatura - sí ha transcurrido el suficiente tiempo como para que hayan surgido géneros, modos y títulos que siempre estarán ligados a este medio. No en vano, aún hoy es el día en el que parte de nosotros, los videojuerguistas, de cuando en cuando llamamos a este medio "los marcianitos". Ahí se mezclan a partes iguales sorna, acidez y canas, pero, al mismo tiempo, se está reconociendo que no se entiende el videojuego - y el arcade - sin clásicos como Space Invaders o Galaga. Desde que esas recreativas generaron escasez de moneda de curso legal hasta ahora ha transcurrido mucho tiempo y el medio ha visto eclosionar, evolucionar y caer en el olvido a muchos géneros. Para que el exterminio sideral no sea uno de ellos, Jetboard Joust viene cabalgando los vientos cósmicos y aniquilando invasores espaciales sin piedad.
Siguiendo la estela de los grandes clásicos mencionados anteriormente, el argumento de Jetboard Joust cabe en una servilleta de bar doblada y aun así nos dejará espacio para apuntar los resultados de la quiniela. Los cinco planetas de una galaxia lejana han sido conquistados por un malvado ejército de malvados mutantes espaciales, los cuales han esclavizado a sus ciudadanos para crear todavía más malvados mutantes espaciales y seguir esquilmando sus recursos para continuar con sus, claro, malvados planes. Como no podía ser de otro modo, un campeón, un héroe de los oprimidos, surge entre tanta injusticia para enfrentarse a esta horda de malvados invasores y ese no es otro que Jetboy, quien montado en su planeador espacial irá eliminando a todo bicho que se ponga por delante hasta aniquilar a los - posiblemente - malvados jefazos que dominan cada planeta.
Tanta maldad espacial tiene evidente reflejo en un apartado artístico que se inspira en los sprites que invadieron los salones recreativos durante los años ochenta. No obstante, detalles como el desarrollo circular de sus niveles, la repetición de fondos, el espacio reservado al minimapa y una paleta de colores variable y aleatoria a lo largo de la aventura revelan su parentesco con títulos modernos. El resultado es una locura espacial en la que cabe absolutamente todo; insectos espaciales, peces voladores, Daleks siderales o mutantes armados que surcan los cielos a la caza de pobres ciudadanos indefensos serán unos pocos ejemplos de lo que la avalancha de pixeles alocados de Jetboard Joust nos guardará en la recámara, todo ello dibujado al estilo de Space Invaders y reservándose el gusto por el detalle para sus enormes jefes y las espectaculares explosiones de las que seremos causantes a base de fuego sostenido y embestidas con nuestra tabla. A ese crescendo constante de destrucción le acompañará, claro está, un despliegue de efectos que no se verá enmascarado por música alguna. Detonaciones, chillidos de auxilio, escopetazos y soniquetes de recompensa redondean un asalto sonoro constante que refuerza la sensación de urgencia y velocidad que se aprecia en el gameplay.
Un gameplay, además, que no se encorseta en la fórmula de limpiar de amenazas nivel tras nivel, sino que entremezcla dinámicas propias del roguelike y del arcade para que cada partida resulte fresca e interesante. Jetboy comenzará cada reconquista con el mismo equipamiento: su planeador, un arma básica y sus inagotables ganas de acabar con todos los mutantes que se crucen en su camino. El cómo irá variando conforme avancemos puesto que ante nosotros se abrirán múltiples caminos, literales y metafóricos. El primero de ellos, el literal, será un trayecto aleatorio hasta el - malvado - Boss de cada planeta que definiremos sobre la marcha teniendo en cuenta la recompensa que nos esperará en cada tramo si decidimos enfrentarnos a sus guardianes. Mejoras para nuestro traje, nuestro deslizador, dinerito contante y sonante, más potencia de fuego o checkpoints por si caemos ante la horda enemiga serán las muchas opciones que se nos plantearán y que se verán condicionadas por nuestras necesidades en cada momento. Las sendas metafóricas, por otra parte, tendrán mucho que ver con la ampliación de nuestro armamento. Y es que Jetboard Joust tiene un arsenal abundante, lleno de armas tan variadas y efectivas como pasadas de rosca. Y si no, que me explique alguien cómo es posible que un rayo de plasma con una sierra de círculo monstruosa y una Uzi sacada de Terminator convivan en un título con mutantes espaciales. Lo bueno es que todas ellas cumplen de forma impecable su función, elevándonos a la posición de ministros de la muerte y dejándonos elegir entre instrumentos de precisión o brutalidad a corta distancia. Sin embargo, y aquí viene la parte mala, un uso constante hará que se deterioren y disminuya la recompensa de munición por parte de los enemigos, lo que nos obligará a emplearlas con mesura y tirar de nuestra habilidad, el fino control del que Jetboard Joust hace gala y del resto de los recursos a nuestro alcance.
Esos recursos básicos serán los que estudiaremos en un comienzo que es, a todas luces, engañoso. Jetboard Joust abre fuego de una forma relajada y con una cantidad razonable de enemigos para que nos familiaricemos con mecánicas como la justa, el rescate ciudadano o, si la cosa se pone cuesta arriba, los "continues". En cada nivel veremos como los comandos enemigos seguirán con paso firme las enseñanzas de Resogun y se lanzarán, sin dudarlo ni un segundo, a por los pobres incautos que aún no hayan huido a buscar refugio. Así, quedará en nuestra mano rescatarlos. Un poco por deber cívico, otro poco por el bonus que recibiremos al final del nivel y el poco restante porque como se complete la abducción mutarán en enemigos bastante duros de roer. Excepto para la justa, un ataque a la desesperada que podremos realizar con nuestra tabla y que servirá para sacarnos de situaciones peliagudas, recargar nuestra vida y volvernos invulnerables. Así, todo a la vez. Como es lógico, semejante reguero de ventajas conlleva unas cuantas contraprestaciones muy serias con lo que perderemos el control de nuestro personaje mientras carguemos, el ataque será en una inmutable línea recta y su número de usos será muy escaso. Del mismo modo que las continuaciones, claro, puesto que si mordemos el polvo tendremos que derivar el dinero que hayamos ido recaudando para nuestras mejoras a obtener una nueva vida cuyo coste irá creciendo exponencialmente, o volver al punto de guardado anterior. Claro que la aleatoriedad hará acto de presencia, y puede que el equipo que nos aparezca no nos guste tanto...
Superados esos primeros compases de Jetboard Joust es cuando todos sus sistemas comienzan a funcionar a plena potencia, y en ese instante se perciben las verdaderas intenciones del título. Lo que en un principio es una sucesión relajada de enemigos y rescates se convierte progresivamente en un desfile frenético de enemigos de todos los colores y sabores, llenando la pantalla de amenazas, proyectiles, drops y explosiones para que el ritmo no decaiga en ningún momento. Tan es así que, de hecho, ahí es donde comienzan los problemas de Jetboard Joust. En no pocas ocasiones -sobre todo en los niveles finales- se juntan tantos elementos en pantalla que se rebasa ampliamente la frontera de la confusión para pisar con firmeza terrenos de lisergia y horror vacui. Estas situaciones fuerzan la mano del jugador, obligándonos a actuar casi de forma instintiva y confiando en el resultado de nuestra reacción, lo cual no es demasiado recomendable en un título en el que, con un poco de mala suerte, los enemigos pueden encajonarnos y obliterar nuestros escudos en un abrir y cerrar de ojos. Lo cual desemboca en la que es, sin lugar a dudas, la arista más pronunciada de este Jetboard Joust. Sin ser un título facilón, sí se percibe que Jetboard Joust es, en cierto modo, ambiguo en su propuesta. Su intención queda clara desde el principio: reavivar la llama de los arcades clásicos mediante el empleo de dinámicas propias de los roguelikes. Sin embargo, y quizá para no endurecer demasiado su planteamiento, es el segundo género el que sale perjudicado. Al carecer de permadeath y pudiendo desbloquear checkpoints conforme progresamos, nuestro avance puede ser atropellado pero constante, finalizando el juego sin muchas complicaciones y quedando el incentivo de la rejugabilidad de un título breve para los incondicionales del shmup. Sí, esos que sienten la necesidad de pasarse el Ikaruga con un crédito.
Para el resto, Jetboard Joust es un título que mezcla una jugabilidad fina y bien calibrada con una sucesión vertiginosa de enemigos y armamento a cada cual más descacharrante. Con un ojo puesto en los clásicos y otro en las dinámicas actuales, Jetboard Joust es un título interesante pero cuyo principal pecado es que no termina de decantarse. Sin embargo, más allá de sus obvias aristas, es un título divertido, electrizante y que satisfará a aquellos que busquen aniquilar horda tras horda de bichos espaciales como en las maquinetas de antaño. Si te cuentas entre los fans irredentos de los shmups, de Galaga o de Space Invaders, Jetboard Joust es un matamarcianos que seguro que no te defrauda.