Kingdom Hearts Re:coded
Decadencia absoluta.
Podemos encontrar el ejemplo más claro de esa preocupante carencia de ideas en la inclusión de géneros que no vienen al caso y, lo peor de todo, están mal ejecutados. Ciudad de Paso termina con un nivel de plataformas 2D más bien triste, El País de las Maravillas con un shoot'em up muy descafeinado y el Coliseo del Olimpo es de principio a fin un RPG por turnos con algún QTE para que no resulte tan tedioso. Este apartado es el más sobresaliente del juego, aunque deja patentes las limitaciones gráficas de una consola que aguarda a que su sucesora la jubile. Menos perdón tiene el control, que sigue siendo tan deficiente como el de KH 358/2 Days, algo menos frustrante a cambio de simplificar aún más una fórmula que pide a gritos volver al territorio de las consolas de sobremesa con un pad decente. No hablemos de la cámara, tan nefasta como se podía esperar.
En esta ocasión el sistema de niveles se ha convertido en una especie de placa base en la que vamos incorporando chips, lo que nos permite (al menos en apariencia) seguir distintos caminos y desbloquear diferentes mejoras. En la práctica, el número de chips está tan controlado y las rutas están tan controladas que apenas podemos tomar decisiones sobre la evolución del personaje. Además de aplicar estas mejoras, desde aquí podemos rebalancear la dificultad de distintas maneras para obtener mejores o peores recompensas en función de lo que nos convenga.
Por su parte, las habilidades se colocan en una serie de huecos, pudiendo colocar dos juntos para que se unan y se conviertan en otra mejor, en lo que se ha decicido llamar "Matrix". Esas habilidades son lo único que podemos hacer en combate además de atacar con la llave-espada, aunque una vez las usemos tenemos que esperar a que se carguen de nuevo. Este juego, por cierto, es el que tiene el bestiario de enemigos menos variado de la saga de lejos, lo que acentúa aún más la sensación de repetición gracias a un sistema que alienta al machacar botones sin necesidad de mirar la pantalla.
Como pequeño apunte, la banda sonora se limita a reciclar antiguo material, demostrando que con dos canciones de Utada Hikaru basta para las introducciones de nada menos que seis juegos.
Kingdom Hearts RE: Coded plantea muchas preguntas sobre el futuro de la saga y las posibles respuestas no parecen demasiado alentadoras. Con la vista ya puesta en KH 3DS, Square-Enix sigue sacando petróleo de una saga que ha entrado en un estado de decadencia que cada día parece más complicado de evitar, cuesta abajo y sin frenos. Donde antes respiraba frescura y originalidad ahora apesta a refrito. Si los defectos de la compañía nipona se uniesen y se sublimasen en un juego, el resultado no se alejaría demasiado de lo que nos ofrece KH RE: Coded.