Knights Contract
El guardaespaldas.
Parece que en Namco Bandai últimamente están obsesionados con el concepto de videojuego en el que manejamos un personaje al mismo tiempo que colaboramos y protegemos a otro. Hace pocos meses publicaban el desafortunado Enslaved: Odyssey to the West (un juego que rápidamente va de más a menos) y el mucho más recomendable y por momentos enternecedor Majin and the Forsaken Kingdom. Ahora llega el tercero en discordia, Knights Contract, que contra todo pronóstico, y a pesar de contar con el pedigrí de Game Republic y Yoshiki Okamoto (creador de joyas como Forgotten Worlds o 1942, aunque es más conocido por su trabajo en Street Fighter II y Resident Evil) entre sus credenciales, se convierte en el peor producto de este curioso trío.
Sobre el papel el planteamiento promete. Encarnamos a Heinrich, un verdugo que ha sido sometido a un maleficio que no le permite morir por ejecutar a una bruja acusada de llevar la peste negra a un pequeño pueblo medieval. Tras cien años buscando la redención se encuentra con la reencarnación de Gretchen, la misma joven que le condenó a la inmortalidad, y ambos pactan colaborar para acabar la amenaza que supone el malvado Dr. Faust. La idea es curiosa, entonces: controlamos a un personaje que no puede morir (incluso cuando le amputan varias extremidades, que se regeneran pulsando rápidamente el botón A) y tenemos que proteger a un NPC frágil con poderes mágicos. La ambientación está bastante lograda, aunque peque de genérica, y técnicamente cumple con los mínimos exigibles hoy en día. Hasta aquí, bien.
Pero todas esas buenas intenciones empiezan a desvanecerse por culpa de decisiones incomprensibles. El diseño de los niveles, por ejemplo, oscila entre el aprobado raspado y lo demencialmente terrible (ya veréis la gracia que os hace cuando os perdáis una y otra vez por las cuevas heladas). Luego están las innumerables interrupciones para mostrar cinemáticas y pantallas de carga, con lo que el ritmo queda tocado de muerte. Y el sistema de combate, a pesar de combinar bien los ataques melee de Heinrich con la magia de su acompañante y de permitir escoger los conjuros de forma fácil y rápida, adolece de una falta de profundidad que lo destierra a ser un simple machaca-botones.
Lo cual nos lleva a uno de los grandes defectos de Knights Contract: la IA que controla a Gretchen. Cuando Heinrich está en plenitud de facultades hace un trabajo decente atacando ella solita a los enemigos con diferentes magias, pero a la mínima que la dejemos desprotegida (ya sea porque el protagonista esté incapacitado o por simple desidia) su comportamiento es errático y temerario. Tiene la nefasta manía de quedarse quieta recibiendo golpes mientras su barra de vida baja a una velocidad de vértigo, comportamiento que se acentúa todavía más en el combate contra los jefes finales.
Unos combates que tampoco están demasiado bien planteados. Todos ellos tienen la misma mecánica: atizar golpes sin ton ni son hasta que se activa una secuencia QTE de aspecto muy cinematográfico en el que hay que apretar el botón adecuado a medida que se nos va indicando en la pantalla. Bien hecho el resultado puede ser tan satisfactorio como espectacular (ahí están los God of War para demostrarlo), pero en Knights Contract son poco menos que una maldición: el tiempo que tenemos para pulsar el botón es mínimo (y cuando digo mínimo me refiero a MÍNIMO). Si fallamos, cosa bastante más frecuente de lo deseable, la barra de vida del enemigo se rellena bastante y toca volver a empezar el proceso, haciendo que el combate se vuelva injustamente difícil de forma tan artificial como chapucera.
Knights Contract parte de una premisa interesante y tiene algunos (escasos) destellos de calidad, pero a la hora de la verdad fracasa por culpa de no pocas decisiones de diseño cuestionables. Al fan acérrimo de los hack 'n slash (ese que quizás incluso disfrutó con Ninety-Nine Nights II) le servirá para pasar el rato, pero el resto de jugadores tienen muchas otras opciones en el mercado que resultan más recomendables que el último juego de Game Republic.