Kung Fu Rider
Directo hacia el desastre.
Sobre el papel, la idea sobre la que se sustenta Kung Fu Rider parece atractiva y propicia para un juego tan alocado como divertido: lanzarse montado sobre una silla de oficina o incluso una aspiradora por las empinadas calles de Hong Kong, mientras los protagonistas (un detective con el típico aspecto de oficinista japonés y su asistente, que por razones que escapan a nuestra comprensión y que seguramente indignarían a cualquier organización feminista viste un traje que deja muy poco a la imaginación y que resalta el sinuoso movimiento de sus pechos) tratan de acabar con una banda de mafiosos. Es una lástima, claro, que el juego se quede meramente en eso: en una bizarra idea desaprovechada en un juego terriblemente malo.
El problema es que ya en el propio tutorial queda patente que Kung Fu Rider sufre de graves problemas en su aspecto más básico: el control. Move es un sistema de control por movimiento con respuesta 1:1, pero aquí el mando la mayoría de veces responde cuando le apetece y algunos movimientos están mapeados de forma muy similar, con lo que muchas veces te encuentras intentando saltando en vez de acelerar o viceversa. Tampoco es muy inteligente asignar los controles de kung fu en los pequeños botones, lo cual provoca que involuntariamente acabemos usando siempre la patada que se realiza pulsando el botón Move.
Si al menos el juego fuese divertido eso se podría pasar mínimamente por alto, pero ni con esas: Repetitivo hasta la saciedad, Kung Fu Rider se limita a ir colocando en nuestro camino obstáculos y mafiosos (los cuales sigo preguntándome qué pintan ahí) sin ton ni son. Al final la gracia se reduce, en el más puro estilo PAIN, a ver las animaciones a cámara lenta de los golpes (el juego usa el motor Havok, con lo cual no son malas), pero pasados cinco minutos ya deja de tener cualquier atractivo.
Durante unos momentos incluso puedes pensar que si se hubiese dejado de lado la obsesión por meter el control Move con calzador y se hubiese optado por el tradicional DualShock 3 el resultado sería aceptable. Pero tampoco: el diseño de niveles es excesivamente simple, su jugabilidad repetitiva y sin profundidad y técnicamente es un juego del montón sin nada que destaque de forma particularmente positiva.
Lo grave de Kung Fu Rider no es que sea un mal juego (que también), sino que puede inducir a errores en la percepción de los usuarios respecto a PlayStation Move. Sony tiene en sus manos un prometedor sistema de control gestual que hace gala de una gran precisión (lo cual se aprecia, por ejemplo, en Sports Champions), pero jugando al título del Japan Studio uno saca precisamente la conclusión inversa. La idea es simpática y aparentemente divertida, pero Kung Fu Rider es un caótico cúmulo de desastres a nivel de diseño e implementación que quizás hubiese tenido alguna razón de ser como juego descargable de bajo precio en la PSN.